Extra IV - Latidos y lágrimas

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Hoy era la primera cita que Jan tenía con el obstetra. Hoy por primera vez veríamos a nuestro hijo por medio de un ultrasonido y me encontraba ansioso a decir verdad. Feliz y emocionado, pero nervioso. Las cosas serían más reales después de esto y, a pesar de lo mucho que amaba a Jan y estaba seguro de que amaría a nuestro bebé también, tenía dudas acerca de la paternidad.

¿Sería un buen padre? ¿Estaba preparado para lo que venía? Esas preguntas no dejaban de rondar mi cabeza desde la noche anterior, cuando Jan me había recordado la cita y a duras penas pude conciliar el sueño.

Me hallaba sentado en el borde de la cama mirando hacia la nada, perdido en mis pensamientos y esperando a que Jan terminara de arreglarse para poder irnos de una vez, cuando escuché la puerta del baño abrirse. Mi rostro giró en automático hacia Jan y ella me deslumbró con una de sus sonrisas sinceras.

Desde que nos habíamos enterado de que estaba embarazada hacía un mes atrás, ella parecía otra mujer completamente diferente. Más sonriente, más relajada, más feliz... Excepto cuando las hormonas hacían su trabajo y la ponían sentimental. O de mal humor.

Sin embargo no tenía ninguna queja acerca de las veces que se ponía en plan mujer seductora; no, señor. De hecho, como que agradecía el exceso de hormonas en esos momentos.

—Estoy lista —dijo a la vez que se acercaba a la cama y tomaba su bolso, el cual había dejado sobre el colchón—. ¿Nos vamos?

Asentí sin decir nada y me puse de pie, al tiempo que tomaba las llaves del coche de encima del tocador. Bajamos las escaleras, Jan sosteniendo su vientre como si fuera a desaparecer en cualquier momento, y le avisamos a Dean, quien estaba en la sala de estar viendo una película, que volveríamos dentro de un rato más. Él simplemente sonrió y nos deseó buena suerte.

Hice una mueca y suspiré. Cuando le habíamos contado a Dean que su hermana estaba embarazada, él se había quedado en shock algunos minutos, y ese fue el tiempo de duda necesario para preguntarme si estaríamos haciendo lo correcto.

Un bebé conllevaba una gran responsabilidad y seguía sintiéndome como si me faltara preparación o algo. Instinto paternal, tal vez. Tenía miedo de ser un fracaso en esa área, de decepcionar a todos a mi alrededor.

Subimos al coche en silencio e hice que el motor cobrara vida, para poder dirigirnos a nuestro destino. Encendí la radio y un segundo después una melodiosa voz inundaba el espacio.

Tú y yo juntos
A través de los días y las noches
No me preocupo porque
Todo va a estar bien.

Queriendo creer que lo que decía la canción era cierto, me relajé un poco y terminamos el resto del trayecto con una sonrisa en el rostro y los dedos de nuestras manos entrelazados.

***

—Señora Parker —llamó el médico desde el pasillo. Aparentaba tener unos cincuenta años y agradecía que no nos hubiera tocado un veinteañero. Su cabello era blanco en las sienes y su rostro parecía cansado, de tantas horas de trabajo, imaginé. Jan me miró de reojo y sonrió nerviosa. Apreté su mano en un gesto reconfortante y luego nos pusimos de pie. El doctor nos miró y asintió—. Síganme por favor.

Fuimos detrás de él obedeciéndolo y entramos en un cuarto blanco donde había un aparato con una pantalla y una gran silla con el respaldo reclinado.

—Por favor recuéstese, Janelle —pidió al tiempo que empezaba a garabatear cosas en un folio sin siquiera mirarnos.

Miré a Jan y le sonreí sintiendo mi estómago en la garganta. La ayudé a subirse sobre la silla/camilla o lo que fuera, la cual estaba muy alta, y se recostó respirando un poco pesado. Podía ver en su cuello cómo latía su pulso acelerado y sus manos temblaban por la emoción contenida. Estaba igual o más nerviosa de lo que yo me encontraba.

Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014Where stories live. Discover now