Capítulo uno.

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Las agujas del reloj de la clase dieron las tres p.m. y la campana sonó, todos los alumnos del instituto salieron de sus aulas como si se estuvieran incendiando y sus vidas dependieran de ello. No los culpo, hasta yo -que odio correr- lo estaba haciendo. Pues las clases por fin se han acabado, dando paso a las hermosas y tan esperadas vacaciones de verano.

¿Quién no ama el verano? Es que hay tantas cosas posibles por hacer y tantas cosas que podrían pasarte durante ese lapso de tiempo sin ningún tipo de aprendizaje académico.

El verano está lleno de posibilidades.

Al menos de que seas como yo, que el único beneficio que me trae esto es dormir, dormir hasta que mi tía me grite para que haga algo de mi vida, levantarme a comer... y dormir de nuevo.

Sentí como alguien pasaba corriendo a mi izquierda, lo que me obligó a dejar de distraerme con mis pensamientos pesimistas y mirar hacia la persona que me había rozado el brazo.

Allí se encontraba, nada más y nada menos que West Morries. Mi sexy vecino, persona de la que estoy enamorada desde ya no sé cuanto tiempo y que ni siquiera sabe de mi existencia.

Al mirarlo correr hacia sus amigos, hice lo que siempre hago al mirarlo: suspirar.

Es lo único que mi cuerpo consigue realizar cuando él está cerca. Suspirar, suspirar y suspirar.

- ¿Acosando a Morries otra vez, April? Ya van cuatro veces en el día y eso que aún no termina, tu no te cansas nunca ¿No? -habló mi mejor amigo detrás de mí, causando que me sobresalte de la sorpresa.

Volteé y me encontré a Washington sonriéndome de manera burlona, lo fulminé con la mirada pero él solo ensanchó más su sonrisa, provocando que se le marquen sus hoyuelos.

- ¿En qué momento llegaste, Wash? -pregunté, tratando de cambiar de tema.

Siempre que él me encuentra en situaciones como esta -espiando a West -me empieza a dar sermones, diciéndome que tengo que hablarle, hacer algo para llamar su atención.

Como si vivir al lado de West no fuera suficiente. Bueno, al parecer no, porque él aún no se ha enterado de que existe una chica de dieciséis años que está enamorada de él y que para colmo es su vecina de toda la vida ¿Acaso es eso posible?

-Si hubiese llegado antes, lo habrías notado, no soy tan buen acosador como tú -contestó, aún sin borrar su sonrisa.

De hecho, creo que nunca lo hace, siempre está sonriendo, son muy pocas las veces que está de mal humor o triste por alguna cosa y es muy difícil hacerlo hablar de sus problemas, solo lo hace cuando está con personas en las que confía.

-No soy una acosadora... llámalo espionaje, en todo caso -le dije.

Miré sobre el hombro de Wash, divisando a mi mejor amiga, June, acercándose a nosotros.

El viento hacía que su castaño cabello volara hacia atrás y el sol en su cara ocasionaba que sus ojos verdes se vean más claros, es muy hermosa, pero no le gusta hablar de ello, dice que no es lo mas importante.

A veces, desearía ser ella.

En el momento que nos alcanzó, nos dedicó una sonrisa en forma de saludo y empezamos a caminar rumbo a nuestras casas, vamos juntos ya que nuestros hogares no están muy lejos el uno del otro.

-¿Qué cuentas, June? -interrogó Wash, rompiendo el silencio que había entre nosotros.

Ella abrió mucho los ojos y luego suspiró antes de contestar.

-Esta noche es la fiesta del fin de clases en la casa de West Morries ¿Vienen? -dijo la castaña, haciendo una especie de puchero deforme.

Wash y yo reímos por la cara de nuestra amiga y ella rodó los ojos.

Las lecciones de AprilWhere stories live. Discover now