Capítulo 4

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-Mierda, ¿dónde te has metido Renata?- masculló mirando alrededor, empujando a personas para encontrar a una joven menuda. Giró sobre sus talones, para poder preguntarle a su colega del saxofonista.- Hola.

-Mhm, hola.- miró de arriba hasta abajo el cuerpo entero de Ariadna, se veía que no se acordaba de ella y del favor que le hizo hacía ya un tiempo.- ¿te puedo ayudar en algo preciosa?

-¿Has visto de casualidad a una chica más o menos de esta estatura?- coloca su mano en su hombro para señalar por donde más o menos llegaba la estatura de Renata- tiene pelo negro, piel blanca y ojos azules.- hace gestos sobre su cabeza y piel.

-Ni idea, solamente he visto a una con pijama por allí.- señalo por la derecha, donde quedaban todos los puestos de comida.- parecía un estampado de cerditos, algo así.- La cara de Ariadna se iluminó y le agradeció con un pequeño toque en el hombro.

-Gracias tío.- Exclama mientras sale corriendo como las bicicletas que pasan por el lago.

Habían muchas personas, Madrid de noche se convierte en otra maravilla, se despiertan las luces con la música urbana, los patos nadando en el estanque mientras decenas de botes navegan junto con las risas de los enamorados, veía cabezas rubias, castañas, pelirrojas, hasta calvos, pero lo encontraba a su mejor amiga que estaba perdida. Se adentró a paso rápido por el camino donde una vez, sus padres estuvieron presentes de la caída de un avión, donde hubieron pocos sobrevivientes. Se desesperaba por no encontrar a su amiga, se mareaba de tantos giros, optó por comenzar a gritar su nombre.

-¡Renata!- apretó sus manos, le daba rabia, ¿dónde podía estar?- ¡Joder, Renata!- da un pisotón en el suelo de piedra y va a comprar un helado de chicle.

-Buenas noches, ¿qué quieres pedir?- le sonríe afablemente.

-Un cono de una bola de chicle, por favor.- Responde sacando un billete de cinco euros, se apoya con su codo derecho en el borde de metal, mirando al horizonte.

-Toma cariño, el cono y el cambio.- Le da su postre y tres euros.

-Gracias.- Guarda el dinero y coge una servilleta del servilletero, envuelve el cono con este mientras camina hasta la fuente para sentarse y escuchar al saxofonista.- Mira que perderte a estas horas.- niega mientras lame el helado.

-¡Damas y caballeros!-  descuelga de él su saxofón- ¡niños y niñas!- coge un megáfono y comienza un discurso- ¡vivimos en una sociedad, donde la malvad es bien vista y besar es una atrocidad! ¡donde una chica morena como un bombón es menos que una chica blanca vainilla! ¡Que horror lo que le ocurrió a Francia!- hace un desmayo fingido- ¡Que atrocidad que hayan cambiado a Mujeres, Hombres y Viceversa por un par de muertos ahí!- actúa, gesticula y hace gestos mientras sigue hablando- ¡Gente reunida en este parque tan maravilloso, desearía poder cambiar las bombas de ISIS por flores para vuestras amadas, la triste verdad, es que preferimos ver como tiran ácido a los animales a ver homosexuales besándose, ni las estrellas podemos ver, pues las industrias se apoderan de cada inhalada que respiramos, cada centilitro de agua que tomamos y cada mordisco que hacemos! ¡Que los políticos son quitan hasta los calzoncillos, para después secarse las lágrimas con ellos por falsas verdades! ¡No quiero ver a mis hijos con una bolsa de oxigeno limpio en su brazo colgado! ¡No quiero ver terrorismo en las calles donde algún día ellos reirán! ¡Y lo que menos quiero, es que mi hijo se suicide por malos tratos en el colegio!- las personas se acercaban a él como mosquitos hacia la luz.- ¡No quiero este mundo! ¡Quiero retomar aquellas aventuras que hacíamos en nuestras casas! ¡Quiero ver hallazgos en nuestro mundo! ¡Quiero ver la adopción igualitaria! ¡Por un mundo en el que los políticos no son mientan! ¡Donde todos y todas somos iguales sin depender de nuestro color de piel, religión, gustos! ¡Quiero igualdad!- empiezan a aplaudir, otros a chiflarle, Ariadna contempla desde la fuente a las personas dispuestas a cambiar todo.- ¡Quiero paz! Pero sobretodo...- suspira- ¡AMOR!- algunas personas que estaban sentadas en la fuente se paran a aplaudir, Ariadna sonríe y busca que el saxofonista le dedique un guiño de ojo.  Más de uno grababa el discurso del castaño, el resto del parque solamente circulaba con sus audífonos puestos, otros veloces sobre sus bicicletas.

Ariadna se puso de pie, miró por última vez al saxofonista y se marchó del parque, sin querer seguir buscando a su mejor amiga, a la salida, encontró a un hombre sin hogar, le regaló su helado a lo que el hombre le respondió con un "gracias, que Dios te bendiga". Aunque Ariadna no fuera católica, respetaba las bendiciones y creencias de los demás, las aceptaba encanta y siempre les respondió con un "igualmente".

Buscó su bicicleta que debería estar junto a las demás, desagradablemente, no se encontraba allí, si no en manos de Renata con otro chico, y ese chico, era del que le había hablado antes su mejor amiga con sus raros ojos de hechizada.

Vio desde lo lejos como su mejor amiga le quitaba el candado con la clave, el chico le susurró algo al oído y ella lo soltó, se fueron caminando por la izquierda hasta perderse por una curva.

Chaqueta de cuero, pelo largo, botas negras y pantalones entubados. 

Hijo de puta.

Mi mejor amiga.  (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora