CAPÍTULO 14: Auto sabotaje

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— Deberías preocuparte más por ti misma —Le reprendió incrédulo, apenas capaz de creer lo que ella acaban de decirle—. No entiendo cómo, con todo lo que tu adorable prima te hizo, sigues preocupándote. No lo merece, así que lo siento pero es la verdad.

Amber lo fulminó con la mirada, removiéndose bajo su agarre para que la soltara.

— ¡Eres un... hipócrita! —Lo acusó con la decepción cargada en su mirada—. Hace menos de diez minutos estabas besándola, diciéndole que ibas a llevarla y...

— Me importa una mierda. Seré un idiota pero ella sabe que me es indiferente.

Recostó la espalda de Amber sobre su auto cuando una helada brisa los envolvió. De pronto tan frío el ambiente que de pronto sintió el cuerpo de la castaña temblar contra el suyo. Y la abrazó aún más, estrujándola ligeramente y aprovechándose claramente de la situación solo para tenerla más cerca suyo.

— Entonces... ¿la vas a llevar? —insistió ella, susurrando en su oído.

Sonrió ligeramente, aliviado cuando ella, al parecer, no capto el mensaje implícito que había detrás de sus palabras.

— ¿Qué parte de "me importa una mierda" no has entendido? Te agradecería muchísimo si te dignaras a tomar una decisión porque empiezo a tener frío.

— No me quiero quedar contigo...

La soltó tan bruscamente que el cuerpo de Amber se estremeció ligeramente.

— Bien, entonces buena suerte con Megan —dijo mientras caminaba por la acera, directo a la fiesta nuevamente.

No pasaron ni dos segundos cuando la mano de Amber lo detuvo. Sonrió triunfal aunque ella no lo vio, ignorando el vuelco que su corazón acababa de dar.

— Está bien, lo que tú quieras. Solo llévala a casa, ¿sí?

Sin poder evitarlo, sonrió ampliamente y avanzó triunfal hacia su auto. Abrió la puerta y se sentó en el asiento del conductor con una inmensa sonrisa estúpida en el rostro. Hasta qué la vio intentando desde el espejo retrovisor.

— No —la detuvo cuando Amber intentó subirse en los asientos traseros, al lado de su prima—. Tú vas adelante.

Así podría asegurarse de que no se escaparía tan rápido. Esperó apenas un instante y, después del sonoro portazo que Amber dio a su lado, se dispuso a conducir. Un largo silencio inundó el auto, de pronto. Nadie dijo nada y todo lo que se oía era la respiración pausada de Megan, durmiendo detrás de ellos.

— ¿Para qué quieres que vaya contigo? —preguntó Amber en un murmullo—. ¿Qué... quieres hacer? Son las tres de la mañana, Aaron —refunfuñó.

Con una sonrisa traviesa, ladeó el rostro hacia ella y le dio un rápido vistazo antes de volver a concentrar toda su atención en el camino. Ninguno de los dos dijo absolutamente nada hasta que, después algunos minutos, el auto se detuvo frente a una enorme casa que tantas veces había visto.

— Gracias... —empezó a decir Amber mientras salía del auto.

Y una vez más la detuvo. Haló de ella y la empujó nuevamente dentro del auto con cierto fastidio. Odiaba que ella no le prestara atención. ¿Acaso no había entendido? Sí, eran casi las cuatro de la madrugada pero, ¿qué importaba de todos modos?

— Tú te quedas aquí, yo iré a dejarla —ordenó mientras se desabrochaba el cinturón.

— Aaron, en serio, estoy muy cansada y mi tía está esperando dentro y tardado bastante.

AMBER ©Where stories live. Discover now