IX

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Se dirigieron a la sala, ella se dirigió al sofá con confianza quitándose su otro abrigo y el joven sonrió embobado. Muchas veces tuvo fantasías con ella, imposibles de contar o experimentar (según él) por esa razón todavía se sentía un poco apenado cuando la miraba.

—¿Qué quieres ver? —preguntó William acercándose a ella— Tengo una colección de Tim Burton en mi computadora.

—No puedo creerlo, yo también amo sus películas —gritó Amanda sentada en su sofá—. Podríamos ver Sweeney Todd, el barbero asesino. Hace mucho que no vuelvo a mirarla, era una de mis películas favoritas.

—¡Por su-supuesto! —chilló el chico emocionado, contento de su mismo gusto en películas— Ya vuelvo.

Corrió hacia su habitación con los ojos brillosos, comenzaba a gustarle pasar tiempo con ella y en su cabeza ideó una absurda historia de amor donde ella caía rendida a sus pies. Aunque él sabía que era muy diferente.

Al abrir la puerta de su habitación, Pelusa se escapó entre sus piernas y William pensó que su mascota arruinaría los planes. Lo vio bajar por las escaleras siguiendo el rastro de Amanda y al joven le pareció extraño cuando ella gritó, provocando que vuelva a bajar.

—Pelusa, ¿Qué haces aquí? —preguntó la muchacha sosteniendo al cachorro entre sus brazos.

—¿Es tu perro? —habló el rubio asustado. No podía creer lo que sus ojos veían, Pelusa parecía amar a la muchacha, su cola se movía de un lado a otro.

—Sí, ¿dónde lo has encontrado? —entrecerró los ojos ella— Lleva desapareciendo de casa desde hace unos meses, nunca he podido saber donde iba, gracias por cuidarlo.

—Pelusa, iba a mi casa, él aparecía casi todos los días en mi puerta, desde hace unos meses —murmuró él captando la atención de Amanda, con un leve sonrojo—. Lo siento, no sabía que era tuyo, de haberlo sabido... Iré a buscar mi computadora.

Corrió subiendo las escaleras con una sonrisa, el perro que había estado cuidando era de Amanda, lo que significaba que ella era su 'madre' desde el primer momento y él su 'padre' lo cual le pareció una historia divertida. Buscó su Notebook en los cajones de su armario.

Hace un año que no la usaba pero sabía que allí tenía las películas, cuando la encontró volvió a dirigirse hacia el sofá en donde Amanda jugaba con Pelusa, al verlo sonrió y a William le pareció una escena adorable. Luego de sentarse a su lado, dejó la computadora en su regazo encendiéndola para después introducir la contraseña:

AmanteDelCholate123.

A él le parecía una contraseña ridícula, pero en esos tiempos solo tenía quince años y no paraba de decir cosas absurdas o de tener las hormonas alborotadas todo el tiempo. En cambio, a la muchacha le pareció algo muy tierno, rió en su interior porque ella había adivinado lo que decía.

Miraron la película entre risas y opiniones, con Pelusa entre ellos, Amanda había enviado un mensaje a su hermano mintiendo que estaba en la casa de Barbara. No quería que su padre arme un escándalo contra William al saberlo, ni mucho menos Logan quien era capaz de golpearlo.

—¿Qué te pareció el final? —preguntó ella bajando las piernas del sofá— No me encantó mucho que él muriera.

—A mi tampoco, hubiera preferido que tampoco mate a su verdadero amor y que se haya dado cuenta a tiempo que era ella. Porque todo sería más fácil, podrían haberse reencontrado con su hija y vivir felices por siempre. Pero ni siquiera tuvo tiempo de despedirse.

—Tienes razón —estuvo de acuerdo Amanda mirando sus ojos—, tus ojos son muy bonitos ¿sabías? Desearía tenerlos azules.

—Gracias, los tuyos son muy lindos también —respondió William dejando la timidez un poco, solo un poco de lado. Amanda lo miró con una mueca—. En serio, Amanda, créeme. No son simplemente marrones, puedo ver destellos verdes en él, lo que los hacen... mu-mucho más es-especiales.

EsquizofreniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora