Capítulo 2

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— Más vale que valga la pena el haber venido desde muy lejos— Dijo secamente el Hombre Elegante, dejando caer su puro al suelo y aplastándolo con la suela de su zapato lentamente.

— Valdrá la pena te lo puedo asegurar, sé que te fascinara— El psicólogo Ramírez hurgaba entre los papeles revueltos que tenía sobre la mesa, las ojeras eran muy notorias en su rostro, las canas se extendían por todo su cabello y la barba le había crecido, su frente estaba llena de sudor, sus labios mostraban resequedad, como si no hubiera tomado agua en varios días.

El Hombre Elegante lo observo detenidamente por unos segundos, su semblante era nervioso, tanto que sus manos temblaban. Jalo lentamente la silla y tomo asiento, colocando ambos codos en la mesa de madera, hacía mucho calor allí dentro, era una habitación cerrada, semioscuro, con solo una pequeña lámpara que duras apenas lanzaba un poco de luz, frente a él se hallaba un televisor pequeño con un reproductor DVD encima. El psicólogo seguía hurgando en su desastre de papeles, no entendía porque estaba nervioso, era tonto, o al menos así lo miraba el Hombre Elegante, que con su nariz alargada y puntiaguda, absorbió el aire y exhalo lentamente, solía hacerlo para no perder la paciencia.

— Así que— La voz gruesa del Hombre hizo saltar por un segundo al psicólogo— ¿Crees que este chico sea un candidato? — Pregunto sacando del bolsillo de su saco una moneda de plata, antigua, tanto que ya tenía algunas manchas, no muy notorias si no la miras detenidamente, era su amuleto de la suerte.

El hombre nervioso, logro encontrar la carpeta que buscaba en la montaña de papeles, la abrió y se la dio en las manos al hombre de nariz larga.

— Desde la última vez que nos reunimos, que fue hace seis meses exactamente, he estado aplicándole diferentes pruebas al chico...

La voz del psicólogo se fue en sus pensamientos, observaba detenidamente con sus ojos azules el expediente, no había cambiado absolutamente nada, la foto del chico de ojos claros seguía siendo la misma, el ligero error en la palabra "nombre" seguía intacto, un fallo en la letra "m" por "n", la ligera mancha de una gota de café, el mismo pedazo faltante en la parte inferior izquierda, un minúsculo y no notorio error en una letra que era dura apenas un poco más grande que las demás, lo único diferente era que había añadido más datos sobre ese joven, pero lo hizo a mano escrita, por ello los errores seguían allí.

— Basta de darle vueltas al asunto Señor Ramírez y vaya al grano— Pidió sin perder su elegante postura, no escucho nada de lo que el hombre canoso le había dicho pero sabía que eran puras palabrerías que no deseaba escuchar, se encontraba escaso de tiempo.

El psicólogo asintió y fue directo al grano:

— Las pruebas realizadas en el chico fueron más... intelectualmente que físicamente como lo fue la última vez.

— ¿Y qué pruebas le aplicaste? ¿Armar rompecabezas de Dora la exploradora y resolver problemas sobre sistemas de ecuaciones lineales, matrices, determinantes, regla de Cramer, Teorema de Rouche y programación lineal, los cuales solamente le aplico 10 problemas de cada uno, sumando un total de cincuenta problemas que debía resolver en menos de media hora? De ser así, podemos dar por terminada esta junta y nos vemos en la próxima— Su tono fue decisivo y brusco, como si hacer dicha cosa no fuera cosa de otro mundo.

Estaba por levantarse, cuando el psicólogo intervino:

— ¡NO! — exclamo— En efecto, aplique pruebas al chico sobre algebra lineal, aritmética, calculo, estadística y probabilidad entre otros problemas matemáticos— Su garganta se reseco, obligándolo a tragar la poca saliva que le quedaba en su boca, el Hombre Elegante volvió a su posición— Igual aplique problemas matemáticos universitarios, de los cuales me limitare a mencionar, como puede ver en el expediente, resolvió todo a la perfección, 40 problemas los logro resolver en menos de media hora.

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