El joven John llegó a la escuela con la actitud que llevaba todos los días, alegría, saludando a quien se encontrara, porque de una manera muy sorprendente los conocía a todos; ahora cursaba penultimo año de preparatoria.
De pronto, una cabellera rubia iluminó el lugar y una risa a la que conocía como a él mismo le ensordeció; su pulso se aceleró, pero tragó la saliva que por alguna razón se acumuló en su boca y con valentia se acercó a Dave y su grupo de amigos.
-buenos días chicos- musitó John y enseguida fue victima de la mirada despectiva del rubio.
-perdona... ¿alguien te autorizó a hablarnos?- inquirió una chica, igual rubia como Dave, con la leve diferencia de que su cabello no era tan brillante y bonito como el del chico.
-yo solo los saludaba- sentenció con una sonrisa que se podría decir que ocupaba su rostro entero, con unos dientes tan alineados y brillantes que pareciera que hubiese sido creado para ser perfecto.
-hola... John, ¿correcto?- dijo el chico de lentes con una sonrisa divertida.
Era verdad que el positivismo de Jhon te contagiaba si le ponías mucha atención, y Dave se había perdido en el brillo de sus ojos mientras trataba de analizarlo.
-hola Dave- su voz tembló al momento de pronunciar esa palabra de cuatro letras, la cual sería insignificante para cualquier otro que no fuera John.
Éste no podía creer que el muchacho más admirado y querido en la preparatoria supiera su nombre, le sorprendía más aún, porque era el chico del que gustaba, así que no pudo evitar que sus calores corporales le subieran directo a las mejillas y su cerebro tuviera un bloqueo repentino.
-bien... si no querías decir nada más, podrías irte ahora- interrumpió de nuevo la rubia situandose en medio del campo visual de ambos chicos, quienes se miraban fijamente hasta la interrupción.
-adios Dave- susurró por lo bajo, suficientemente despacio para no ser escuchado por el destinatario de sus palabras.
La clase de trigonometría era la única que compartía con Dave, John lo observó durante los cincuenta minutos de los que constaba esta, perdiendose una muy valiosa explicación sobre razones, que él ya sabía de memoria; en un momento, el pelinegro juró haber visto como Dave lo observaba durante unos segundos y luego, sonriendo, regresaba la atención a la clase.
A la salida del instituto, John encontró a Dave y a su grupo unas calles antes de llegar a su casa, lo que había pasado únicamente en esa ocasión desde que recordaba, el rubio jamás había estado por esas zonas.
-hola John- dijo con voz burlona la rubia, recostada sobre el pecho de Dave, lo que le estrujó el corazón al pequeño de ojos azules.
-hola...-respondió, dando la mejor sonrisa que podía poner en esos momentos, porque para John, todos merecían siquiera un trozo de felicidad; y pasó de largo.
Corto but sustancioso... uvu... no podia dejarles con esos feelings y ese trauma de la sinopsis .-. *huye rodando*
