CAPÍTULO 29

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—Tú no deberías estar aquí, Scarlett —insistió a medida en la que tomaba distancia y se alejaba de mí.

—Ya es tarde porque estamos todos aquí —intervino Ares y se colocó a mis espaldas.

Intenté acercarme hacia Jade, pero ella apartó el brazo que traté de tomarle y luego de lanzarme una mirada de odio dejó la sala.

La sensación que sentí por dentro fue la de la misma amargura y vacío que me causó la primera vez que ella se alejó de mí.

Ese día había llorado tanto y mi corazón dio un vuelco que me postró en cama durante una semana. Empecé a sentir cómo mis labios comenzaban a temblar y sabía que no tardaría en colapsar, pero no sabía qué hacer o cómo reaccionar.

Ares le preguntó a Caleb por un baño y este nos marcó la dirección. Llegamos y cerramos la puerta con traba. El ruido de la cerradura al trabar la entrada había funcionado como un botón disparador para que mi llanto comenzara a despertar.

Empecé con la voz entrecortada explicándole a Ares que no entendía por qué Jade me había tratado tan mal. Después hablar me pareció lo más inútil del mundo al ver que no podía armar ni una oración completa. Allí fue cuando sus brazos me atraparon y me obligaron a soltar la angustia que había acumulado desde el día que Jade fue tomada como experimento.

—Nunca le pude decir adiós cuando se la llevaron —traté de pronunciar entre el llanto—. Y ahora que la veo, solo me rechaza. Me trata como a una persona que nunca antes vio en su vida.

Escondí el rostro en su pecho cuando sentí que una gran ola de angustia se aproximaba.

Me descargué completamente en él y su agarre nunca desistió. Odiaba sentirme así.

—Yo la quiero, pero ella no me quiere a mi... Yo la pasé tan mal todos estos años sin ella y ahora que tenemos la chance de vernos ella me evita. Pareciera odiarme pero yo no le hice nada...

—No digas eso, Scarl —insistió Ares, apoyando su barbilla sobre mi cabeza—. Es tu hermana, ¡por supuesto que te quiere! Pero debes entender que ella tiene sus métodos para asimilar su reencuentro. El tuyo es llorando, porque así eliminas tu angustia, pero quizá el de ella sea golpeando un saco de box para comprender la situación. No puedes culparla, estoy seguro de que su reacción tiene alguna explicación.

Alguien golpeó la puerta y Ares pidió un momento más. Me lavé la cara y la sequé. Procuré que mis globos oculares no estuvieran rojos, para que no evidenciaran el llanto y me observé en el espejo. Mis ojos fugaces parecían más intensos que nunca.

Regresamos a donde supuestamente habían quedado nuestros amigos, pero no los vimos allí. Una chica simpática de por allí nos dijo que los habían llevado a los vestidores y nos indicó el camino para llegar.

—Espera. —Me detuvo Ares por el brazo cuando pasamos frente a la cafetería.

—Aún no es la hora del almuerzo. —Reí cuando lo vi olfatear la comida que había servida en la barra.

Me sacó la lengua y me ignoró para luego volver con dos pastelitos de chocolate. Uno para él y uno para mí.

Alcanzamos a terminarlos antes de ingresar en el vestidor.

Vimos las espaldas de Sofi y de Leah quienes estaban charlando de pie, cerca de la entrada. Ambas iban vestidas con un traje de dos piezas pegado al cuerpo. Era completamente negro a excepción de dos franjas celestes y bordó que decoraban la musculosa de la parte superior. En la espalda se formaba un triángulo con los mismos colores que llegaba a la altura de los lumbares.

Las calzas negras estilizaban sus piernas y el círculo celeste a la altura de las pantorrillas acababan con la monotonía del color.

Sofi volteó a vernos y me sonrió.

No Soy una Falla ||LIBRO 1||Where stories live. Discover now