Muerdago parte 1

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Percabeth:

Travis

— Hermano, será la mejor navidad del mundo — festejo, chocando les los cinco a Connor, el que asiente divertido, sus ojos capturando toda la maldad que se podría tener.

— Quien será nuestra primera víctima?— cuestiona para si mismo mi hermano, uniendo sus manos, como un villano, mientras las movía. El amaba todo este tipo de cosas, a pesar de ser menor que yo, su altura decía lo contrario. Pero por su nivel de madures al conocerlo bien se sabia perfectamente que yo era mayor.

Bueno o al menos eso creía yo.

Estaba a punto de responderle, pero unas risas nos sobresaltaron a los dos, haciendo que nos escondamos atrás de las mesa de nuestro padre. Alguien venia, y serían los primeros en tener el honor del regalo de nuestro padre.

Habíamos puesto un muérdago en la entrada del comedor, condenado de un hechizo el que hacia que todo aquello que pase por debajo de el, se bese.

Si.

Besarse sin mentalidad propia.

Iba a ser una noche divertida.

Las risas se aproximan, y mi hermano y yo contenemos la respiración. Esperando a nuestra primera víctima.

— Sesos de alga! Espérame!— exclama una voz que conocíamos muy bien.

Connor larga un gruñido decepcionado.

Lo entendía perfectamente, estábamos esperando un poco de emoción, crear nuevas parejas, o hacer que otras que se odiaban se besen.

Exacto.

Un estilo de Clarisse con el chico Anthony de la cabaña de Afrodita.

Si, pagaría por ello.

De todos modos, queríamos empezar con emoción!

Pero no, llega la pareja perfecta a probar nuestro invento perfecto. Era muy obvio que no seria algo sorprendente verlos hacer contacto.

A no ser que estaban peleados a muerte y ese beso seria la reconciliación entre su bello amor y volverían a estar juntos, y yo me volvería en su héroe.

Puede ser posible.

Nos asomamos un poco por el costado.

Annabeth venia agarrada del brazo de Percy, su pelo rubio caía en cascada por su espalda en rulos desprolijos. Sus ojos grises brillaban con humor, y sus labios rosados estaban un poco abiertos, liberando jadeos de cansancio.

Debía admitir que Annabeth era algo linda, la forma de su rostro era puntiagudo, y tenía unos pómulos marcados, su cuerpo era alargado y delgado, pero sus brazos tenían músculos dignos de su entrenamiento.

De todos modos, si mencionaba algo de esto, terminaría con un gran moretón en la cara por el golpe de Percy.

Igual, prefería a Katie.

Sus caras mostraban amor puro.

Bueno, lo de la pelea estaba definitivamente descartado ahora.

Veo como se acercan a nuestra trampa, tan vulnerables.

Una vez que Percy pone un pie en la apertura de la puerta con su novia al lado, sus ojos son abrumados por una nubosidad blanca, alterando un poco sus colores originales.

Aun con sus sonrisas intactas, los dos se dan vuelta e impactan los labios uno con otros, y se quedan así por unos segundos.

Finalmente, salen del trance del hechizo, y sus ojos se abren como platos al verse en esa posición.

No tarda mucho cuando sus miradas se suavizan y se continúan besando como si no hubiera pasado nada. Miro a Connor y me meto el dedo en la garganta, aparentando nauseas.

— Woa, chicos, la idea de este truco era que se den un beso y comiencen a maldecir por el! No DISFRUTARLO!— protesto, mirando a la pareja, la que suavemente se separa, una sonrisa burlona en ambos rostros.

— Que es todo esto amigo?— me pregunta Percy, levantando una ceja. Sus ojos verdes alumbrados con anticipación.

— Es un muérdago hechizado, todo aquel par que pase por debajo se besaran— le explica Connor, algo irritado por la escena. Estaba cruzado de brazos, pisoteando la madera.

Percy se mueve debajo del muérdago, inspeccionándolo con curiosidad.

— De donde lo sacaron?— pregunta interesado, metiendo sus manos dentro de sus bolsillos. Dando ese aspecto de chico malo que todos creían que el poseía.

Pero nunca había conocido a un chico mas gracioso y tranquilo en mi vida.

Y eso que estaba yo.

— Percy, son hijos del Dios de los ladrones y de la mensajería — Dice con sarcasmos Annabeth, apoyándose contra una columna cercana, rodeando los ojos con incredulidad.

— Ok, no haré más preguntas tontas entonces— exclama el de pelo negro, levantando las manos en rendición.

Ugh. Estaba tan enamorado que me daba ganas de vomitar.

— De todos modos, como se les ocurrió es- — empieza de nuevo el chico, aun debajo de la planta de plástico.

— Que hacen? — una sombría voz pregunta.

Todos nos damos vuelta al mismo tiempo, nuestras pieles volviéndose piel de gallina por la frialdad que reproducía las cuerdas vocales del chico muerte.

Nico DiAngelo.

Se ve su cabello azabache por detrás del marco, sus ojos oscuros registrando lo que pasaba.

Estaba a punto de entrar al comedor.

A traspasar el muerdago.

Miro a Connor con una sonrisa.

El que me la devuelve poniendo un dedo sobre sus labios, indicándome que este callado.

— Espera Nico no pases por-— Se da cuenta Percy, alarmándose cuando ve que su pie ya estaba adentro del comedor.

Pero ya era demasiado tarde.

La misma niebla pasa por los ojos de los chicos, y se enfrentan de manera robótica.

— Travis, Connor — susurra Annabeth.

Estábamos muertos. Sep, iba a agarrar su espada de hueso y nos iba a atravesar cada fracción de cuerpo y luego nos quemaría en la fogata y nos ofrecería a su madre.

Y terminaríamos en castigados en el palacio de HADES, condenados a hacernos bromas entre nosotros por toda la eternidad.

— Son unos genios — declara ella, asintiendo positivamente, tapándose la boca, tratando de aguantarse una risa.

Mantengo el suspiro de alivio.

Me acerco a ella y le ofrezco un choque los cinco, la que lo acepta con energía.

Los labios de los chicos se pegan incómodamente, y al igual que antes, se mantienen tiesos en su lugar un tiempo.

Annabeth no aguanta y estalla en risas.

No me había dado cuenta de mis carcajadas involuntarias.

El momento se acaba, y los chicos abren los ojos confundidos.

Los cachetes de Nico se sonrojan, y sus pupilas se desorbitan al ver a Percy agachado contra el.

Se separan de un golpe. Mirándose extrañados.

El suelo se abre, y de el salen esqueletos de palomas blancas (si alguien no entiende comente y le digo)

Y después Percy comienza a escupir.

— Viejo, tus labios saben a mi padrastro Gabe — exclama, refregándose los suyos con esmero.

Ni idea quien era Gabe, pero sabia que ese era un insulto digno.

(Comenten si quieren que siga con esto con los otros SHIPS que me pidieron)

Chistes de PJO y HoODonde viven las historias. Descúbrelo ahora