Capítulo 7

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Suspiró pesadamente sentado en su escritorio luego de una exhaustiva revisión de papeles, si bien había dejado de trabajar en exceso aun seguía de cierta manera deprimido de haber detenido la investigación sobre el paradero de Hinata,
Shion había sido muy astuta, la había sacado del país de forma indetectable, ahora mismo su esposa, por que seguía siendo su esposa, podría estar en cualquier lugar del mundo. Miró al amplio y basto cielo a través de su ventana preguntándose... si al menos de vez en cuando ella pensaba en él.
Se había peguntado cientos de veces donde y que estaría haciendo, ¿Comería bien? ¿Tendría amigos? ¿Tendría pareja? ¿Lo habría olvidado? Miles de dudas se arremolinaban en su cabeza haciéndolo preocuparse por ella, pero no podía evitarlo, al evocar los recuerdos de la peliazul se daba cuenta de las razones por las que irremediablemente se había enamorado de ella, no era solo por su cara bonita o su cuerpo de infarto, ella tenía algo que ninguna de las otras mujeres con las que había estado tenían... inocencia.
Inocencia que el corrompió, se sentía terrible al recordar lo que le hizo pero en esos momentos no había podido evitarlo, cuando tuvo para sí a Hinata, el ver su pureza, su bondad y su hermosura lo hicieron desatar sus más oscuros impulsos anhelando mancillarla, hacerla tocar el cielo y descender al infierno, forzarse en ella y obtener la satisfacción de dominarla, simplemente quería marcarla.
En aquel entonces pensaba que ella no le importaba, pero fueron pequeños detalles los que lo llevaron a poco a poco sentirse satisfecho de tenerla a su lado aun cuando en ese entonces la consideraba su posesión.

Bien dice el dicho "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" y él no se dio cuenta de lo valiosa que era Hinata hasta que fue demasiado tarde, casi seis años fue lo que le costó aceptar que se había enamorado de ella, por supuesto, es obvio pensar que la Hyuga lo habría olvidado pero aun así sentía la necesidad de encontrarla, al menos verla tan solo una vez mas y saber que tal estaba.
Algo era seguro, mientras el recuerdo de las noches en las que se adentraba en el cuerpo de su esposa prevalecieran jamás seria capaz de acostarse con otra mujer, lo había intentado un par de veces, sin embargo su cuerpo no reaccionaba con nadie.
Continuamente llegaba a su cabeza la expresión de satisfacción de Hinata cuando la penetraba con un vaivén lento y suave, tan solo el recuerdo de sus gemidos y el estremecimiento de su cuerpo debajo del suyo lo hacían ponerse duro y terminaba por tener que autosatisfacerse.
Dobe, deja de soñar despierto ­dijo Sasuke golpeándole ligeramente la cabeza con una carpeta sacándolo de su ensoñación.
El rubio no se percato de en qué momento su amigo entro a la oficina. Perezosamente giro hacia su silla para quedar de frente al pelinegro que había tomado asiento frente a su escritorio entregándole la carpeta con la que segundos antes lo había golpeado.
Actualmente la relación entre Naruto y Sasuke se podía definir como amistad, cuando tres meses atrás el pelinegro lo había encontrado ahogado en sake y había pasado la noche consolándolo por el abandono de su esposo, ninguno de los 2 lo dijo, pero silenciosamente habían pactado dejar a un lado la frivolidad y forjar una amistad desinteresada, aunque bueno, los negocios seguirían siendo una fuerte conexión entre ellos.
Este es el contrato de prestaciones e inversión que establecimos con la Otsutsuki Company... ¿Por qué me lo entregas?­ le pregunto extrañado tras darle una ojeda a los papeles.
Como sabes, nuestra empresa invirtió en esa compañía para sustentarla luego del fraude que les hicieron, y ya que somos dueños del 35% de las acciones de la Otsutsuki Company uno de nosotros debe ir a supervisar las cosas por halla.
Según nuestro acuerdo serias tu el que viajaría a quedarse en Estados Unidos por una temporada­le recordó el rubio estableciendo la carpeta sobre el escritorio.
He cambiado de idea, han pasado exactamente 5 años y 11 meses desde que tu esposa te dejo y a pesar de que ya no estás tan deprimido y amargado por ello creo que te vendría bien un cambio de escenario.
Eso fue un golpe bajo pero lo ignoró un tanto irritado.
O solo quieres que yo vaya porque te parece molesto tener que encargarte de la supervisarían del proyecto, Sasuke tu trabajo...
Encontraras cosas muy interesantes en Estados Unidos, quizás hasta me agradezcas por dejarte ir­lo interrumpió el Uchiha entregándole el boleto de avión.
¿Qué rayos?­ musito al ver que el vuelo salía en media hora.
Sera mejor que te des prisa si no quieres perder tu vuelo, con suerte estarás mañana cerca de las 8 en Nueva York, tu equipaje ya fue enviado, una mujer te estará esperando junto con un chofer para llevarte a las oficinas y durante el trayecto te explicara los detalles del proyecto, ya que la junta con la mesa directiva es a las 8:30 am, dile al señor Hamura y a los demás inversionistas que me surgió un problema de índole familiar y que vas en mi representación­se puso de pie para salir de la oficina.
Oi Sasuke...­dijo un poco exasperado por el repentino cambio de planes.
Apresúrate o no llegaras, el chofer ya te está esperando abajo para llevarte al aeropuerto­le dijo antes de dejarlo con la palabra en la boca.
Maldito Uchiha. En ese momento Naruto se arrepintió de todo lo bueno que llego a pensar acerca de Sasuke, luego ajustaría cuentas con él, sin perder tiempo se puso de pie dispuesto a tomar el vuelo de inmediato, si el pelinegro decía que ya estaba todo listo entonces seguramente lo había planeado todo desde un principio pero no se explicaba porque hacer las cosas de forma muy apresurada, según tenía entendido él pelinegro iría a Estados Unidos hasta la próxima semana, la junta entre los demás inversionistas no afectaba en nada la supervisarían del proyecto asi que no entendía por qué razón la prisa de que él estuviera en Nueva York la mañana siguiente.
Con el señor fruncido recogió algunas cosas de su escritorio para meterlas en su portafolio y de inmediato salió de su oficina a paso apresurado.
Namikase ­san, el reporte de ventas de...
Que Sasuke se encargue, llevo algo de prisa­gruñó por lo bajo sin disminuir en velocidad.

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