Capítulo 4

9.9K 404 42
                                    


-Aun estas aquí-dijo Naruto con cierto tono de irritación ante la persona que estaba parada frente a él, su relación con esa mujer nunca fue muy buena a pesar de que se había revolcado con ella com veces.

-Tampoco me da gusto verte Namikase-gruño la joven con desdén.

-No puedo creer que tengas el descaro de venir a hablar con Hinata, como su amiga fiel cuando no lo pensaste 2 veces antes de acostarte con su esposo, sinceramente tu hipocresía ha llegado a un nuevo nivel, si intentas vengarte de mí arruinando mi matrimonio te informo que aunque quisiera Hinata no podrá divorciarse de mi así que espero que no le estés metiendo cizaña-atacó el rubio con intenciones de humillarla.
-No eres nadie para hablarme de esa forma, no soy como esas zorras con las que te acuestas todas las noches, tú me sedujiste y engañaste, debí saber que las palabras que salieron de tus labios no eran más que mentiras y promesas vacías-refutó la joven cruzándose de brazos.

-Puedes culparme de nuestras noches de pasión pero eso no cambia que tú accediste y hasta disfrutaste de lo que hicimos-dijo con sorna.

-Eres un cínico-murmuró con rabia haciéndose camino a la salida de la mansión-A como vas las cosas no van a acabar bien para ti, terminaras solo y sin amor de nadie-salió del lugar sin decir nada más.

Shion Hyuga, había sido una de sus conquistas, era la típica chica que se hacia la difícil y no caía tan fácilmente ante sus encantos, las razones principales de ello eran debido a que la joven estaba al tanto de su compromiso con Hinata y no quiso traicionar de forma tan vil a su prima, sin embargo eso solo hacia las cosas más excitantes para Naruto quien se había propuesto llevársela a la cama a cualquier costo.

Shion era físicamente muy parecida a Hinata por lo cual era catalogada como una mujer muy bella, sin embargo para el rubio, ella aun con sus largos cabellos dorados y ojos purpura era fácilmente superada por los cabellos azules y ojos aperlados de Hinata, el ojiazul no había reparado verdaderamente en la belleza de su esposa hasta hacia muy poco y pese al parecido entre ambas primas no pudo evitar deducir que la hermosura de su esposa superaba con creces a la de la rubia.

El Namikase aún no entendía como ambas Hyugas podían congeniar tan bien cuando eran totalmente opuestas, Hinata era amable humilde y bondadosa mientras que Shion era muy caprichosa, presumida y altiva además de hipócrita bien podía nombrar un sinfín de defectos más acerca de ella. En un principio Naruto se había sentido atraído por la rubia ya que lo cierto es que era alguien muy sexy, de esas con las que cualquier hombre se sentiría complacido en la cama además de que tenía pinta de ser de esas chicas de una sola noche pues la joven era muy liberal respecto al sexo y lo cierto es que se había acostado ya con varios.

Naruto siempre obtenía lo que quería y lo que quería era tener a Shion en su cama así que la sedujo haciéndola sucumbir ante él y la rubia cayo redondita, ella termino por arrepentirse de acostarse con el esposo de su prima pero el Namikase era una tentación para cualquier mujer y ella era débil, el deseo, la pasión y la lujuria la dominaron al punto de olvidarse por completo de la moral.

En su segundo encuentro con Naruto a pesar de que intentó dejarle en claro que lo que tuvieron había sido un error nuevamente fue seducida por el astuto rubio terminando por tener sexo en su mansión sin saber que habían sido descubiertos con Hinata, toda culpa o temor de Shion se esfumaron en una noche de sexo duro y para el tercer encuentro ya no le importaba mucho que el Namikase estuviera casado.

El rubio perdió el interés en Shion muy rápidamente, ella ya no representaba un reto pues no era divertido jugar al gato y el ratón si su presa dejaba atraparse tan fácilmente ya no había emoción ni excitación en ello por lo que para él era muy aburrido, así que simplemente la botó después de acostarse con ella la tercera vez, esto obviamente no le hizo mucha gracia a la rubia quien amenazó con hacerle pagar las consecuencias pero era la palabra de Naruto contra la suya y no hacía falta ser un genio para saber que las cosas no terminarían bien para la Hyuga.

Hasta ese momento Shion seguía resentida además de muy arrepentida de haber traicionado a su querida prima acostándose con su esposo, el Namikase ignoraba completamente que Hinata de hecho se lo había echado en cara a la rubia quien avergonzada le había pedido perdón pero la peliazul se sentía tan traicionada que le pidió que no volviera a poner un pie en su mansión y que sería mejor si no hablaban por un tiempo.

No se suponía que Shion estuviera en la mansión visitando a su prima, de hecho Hinata no debía recibir visitas de nadie pues seguía "castigada" por su intento de fuga, pero la ojiperla se había comportado según los deseos de Naruto por todo un mes así que como premio le dijo que pidiera lo que quisiera.

-"Me gustaría..."-ella susurró con nerviosismo-"Yo quisiera... poder salir a..."

Y antes de que la chica siquiera terminara su oración el rubio se levantó de la mesa golpeándola con ira.

-"¡No saldrás de la mansión nunca Hinata! ¡Nunca!"-le había gritado mirándola con furia pues era increíble que a esas alturas la joven siguiera con la absurda idea de que la dejaría salir de la mansión como sin nada, ella agacho la cabeza guardando silencio.

Naruto no confiaba en ella, sentía que en cuanto la dejara poner un pie fuera de la mansión ella se desvanecería y por supuesto que no iba a dejar que eso sucediera, se encargaría de que ella no pusiera un pie fuera de casa y por ello había aumentado la seguridad de la mansión.

Un silencio pesado invadió el ambiente y el Namikase tomo asiento nuevamente para continuar con el desayuno, Hinata le había quitado el buen humor que tenía ese día.

-"Lo... lo siento Naruto-kun"-murmuró temblorosa-"Yo no quería hacerte enfadar es solo que me siento muy aburrida encerrada en esta mansión..."

-"Antes no te quejabas de ello"-comentó con acidez y luego suspiró, no quería estar enfadado con ella pues últimamente había sido una buena chica-"Pídeme otra cosa."

Ella dudó un momento de hablar, jugo con sus dedos levantando un poco la vista algo avergonzada.

-"Al menos ¿Podrías dejar que Shion me visite? Me sentiría bien si al menos pudiera platicar con ella, no le diré nada de nosotros, te prometo que después de esto no volveré a insistir en salir, me quedare aquí solo quiero tener alguien con quien platicar mientras estas en el trabajo."-se apresuró a decir.

El rubio frunció el ceño, no había acabado en buenos términos con Shion pero dejarla visitar a Hinata era mejor a que la chica siguiera insistiendo en salir de la mansión por lo cual termino accediendo.

Lo cual nos lleva a las visitas consecutivas de Shion a Hinata, algo con respecto a ello inquietaba a Naruto, es decir, la rubia hasta el momento no había cumplido su venganza y tenerla tan cerca no podía ser algo bueno.

Besos largos y pausados, casi tiernos y cálidos pero tan vacíos y rutinarios como de costumbre, esos eran los besos que Hinata recibía sentada en el regazo de su marido quien la sujetaba contra su cuerpo estando ambos al borde de la cama, ella sentía como los sedosos labios del Namikase bajaban de su mejilla derecha hasta su hombro tocando casi con dulzura su cuello, él apretó más sus brazos por debajo de los pechos de la chica quien se mordió ligeramente el labio cuando el rubio se refugió en su cuello casi hipnotizado por la fragancia a lavanda que despedía su mujer, el silencio de la habitación fue roto por el gemido que emitieron los labios de la joven al sentir la forma en la que el sexy hombre a sus espaldas devoraba su cuello de manera pasional dejándole chupetones por todo el lugar como dejando en claro que ella era de su propiedad.

-Has estado portándote muy obediente durante todo este mes Hinata-chan-susurró seductoramente a su oído, la ojiperla no pudo detectar la mirada zorruna del Namikase pero sin duda intuía que su expresión era la de todo un depredador-Has sido una buena chica y por lo tanto voy a recompensarte-tomó el mentón de la peliazul girándola para besar sus labios con delicadeza y casi con dulzura, ella respondió vagamente mientras se dejaba hacer tal y como lo había estado haciéndolo para no recibir castigos de su marido.

Hinata había entendido que muy a pesar de sus esfuerzos y sin importar que tan bueno fuera su plan para escapar no podía salir tan fácilmente del dominio del rubio y mucho menos sin ayuda. Naruto se había encargado de dejarle muy en claro que al menor intento de escape o desobediencia seria severamente castigada, en su última fuga como castigo el ojiazul la mantuvo desnuda amarrada a la cama durante todo una semana consumiéndola en placer para su propia satisfacción, después de aquello la peliazul tuvo que resignarse a las sensaciones que el Namikase le provocaba entrando en contradicción consigo misma más de una vez.

Al final la ojiperla se había resignado y Naruto había quedado complacido al ver que dejaba de poner resistencia a sus toques y acercamientos, comenzaba a bajar la guardia con ella dando por sentado que Hinata por fin había comprendido su lugar en la mansión, él la tenía prácticamente como su mascota premiándola cada vez que se comportaba debidamente y dándole mimos necesarios, intoxicándola con su obsesión y demostrándole que sin importar el amor ambos podían sostener una relación plenamente basada en sexo y si bien el cariño que Naruto le brindaba era falso intentaba tenerla complacida, la llenaba joyas, zapatos y vestidos caros para hacerla feliz y hasta cierto punto fingía darle un poco de libertad, pero una jaula de oro seguía siendo una jaula aun si Naruto se ofrecía a bajarle el cielo y las estrellas ella añoraba lo que él no le podía brindar, amor.

Fue aquello lo que le proporciono la determinación para escapar de sus garras y entonces Hinata dejo de luchar en contra de su esposo haciéndole creer que había aceptado un destino a su lado. Le era incomodo dejar que Naruto la tocara y la besara, su cuerpo se había acostumbrado a sus caricias pero seguía negándoselo a sí misma al tiempo que fingía disfrutar de la cercanía del rubio.

Los traviesos dedos del ojiazul en su zona íntima irrumpieron los pensamientos de la chica llevándola de vuelta a la realidad.

-Hinata...-susurró Naruto de forma que la hizo estremecerse mientras el rubio suavemente la recostaba en la cama estableciéndose encima de ella.

La débil luz de la luna se filtraba ligeramente por la ventana dejando a la joven ver un brillo singular en los ojos de su marido, por un segundo parecía la mirada de un hombre enamorado, por un momento Hinata se perdió en la falsa ilusión de lo que habría sido si su amor hubiera sido sinceramente correspondido y por un efímero segundo se olvidó de todo, pero esa mirada de dulzura se había esfumado tal y como había llegado.

El Namikase estaba perdiendo el control de sí mismo y cada vez más y más no entendía la necesidad de tener a Hinata con él. Era como si añorara algo de ella pero no sabía que, la tenía a su disposición, la tenía para él, ella ya no oponía resistencia cuando tenían sexo ¿Entonces porque sentía que ella no se le entregaba por completo? Sin darse cuenta, más que su cuerpo o compañía, añoraba el amor que había perdido y en un intento inconsciente por recuperarlo trataba de complacerla de manera sutil, como cuando repentinamente organizaba una cena íntima para ambos o le compraba flores y regalos, pero a pesar de eso el rubio seguía sintiéndola algo distante y ausente, ella ya no solía sonreír ni mostrar alegría cuando él le daba algún obsequio Hinata se limitaba a agradecerle de manera inexpresiva.

Naruto le estampo un fuerte beso a la joven debajo de él y sin descaro le quito el vestido alzándoselo, ella quedo expuesta dejándole ver sus generosos pechos destapados, su vientre plano y sus humedecidas bragas, sin pensárselo 2 veces Naruto ataco los pezones de la chica haciéndola retorcerse y gemir del placer al tiempo que alternaba entre sus pechos tratando que ambos tuvieran la misma atención.

-Na...Naruto-kun-jadeó ella invadida por las sensaciones que él le generaba, el escucharla provocaba en el subió una sensación de satisfacción al saberse el único dueño de sus suspiros y jadeos.

-Esta noche no seré muy rudo contigo-subió para besar sus labios y juguetear con su boca, ella torpemente intento seguirle el ritmo, los dedos de su esposo se adentraron en su intimidad comenzando a bombear en su interior, ella se removió un poco inquieta por la intrusión pero sus gemidos eran acallados por los diestros labios del Namikase.

El rubio continúo explorando su interior, besándola con afán para intentar apagar el incendio que lo consumía por dentro, Hinata tenía algo que le hacía sacar lo peor de sí y contradecirse infinitamente pues se convencía a sí mismo de que lo único que le atraía de su esposa era su cuerpo a pesar de que él supiera que comenzaba a sentir por ella una incesante necesidad de obtener su calidez, pero de algo estaba seguro, en esos momentos no deseaba nada más, tenerla pensando que ella se quedaría por siempre a su lado porque lo amaba era algo tan satisfactorio que lo hizo confiar en que ella no volvería a intentar escapar, después de todo las cosas estaban bien entre ambos o eso era lo que él creía debido a la sumisión que había mostrado Hinata, ignoraba totalmente que su esposa estaba dispuesta a lo que fuera con tal de ganarse su libertad.

-No te contengas cariño, quiero escuchar tus gemidos-la joven debajo de él gimió sonrojada cuando él saco los dedos de su pulsante interior y lamió el líquido como si fuera la cosa más deliciosa del mundo sin dejar de mirar sus ojos perta con lujuria.

-Naruto-kun-gimió suavemente cuando este con torturante lentitud fue bajando sus bragas por sus piernas mientras de paso tocaba sensualmente por donde deslizaba la ropa interior, una vez que tuvo a su joven esposa desnuda debajo de él, con los cabellos revueltos y la respiración un tanto agitada sonrió zorrunamente mientras se quitaba la camisa.

El rubio abrió sus pantalones y saco su miembro erguido de la prisión de sus bóxer, tomo las piernas de la tierna peliazul y las subió encima de sus hombros alzándola de las caderas, sin contemplación ni miramientos se adentró en ella de una sola estocada, ella ahogó su gemido mientras apretaba fuertemente las manos a sus costados, aun le dolía cuando la penetraba de forma rápida, a pesar de las incontables veces que habían tenido sexo ella seguía siendo un poco estrecha y pues, Naruto tenía el cuerpo de un hombre muy desarrollado mientras ella tan solo era una joven de 16 años.

A pesar de la brusquedad inicial el rubio comenzó a moverse lentamente en el interior de la chica, movió sus caderas con suavidad disfrutando del momento y torturándola con la lentitud de sus estocadas, él calor que invadía a Hinata se intensifico, la sensibilidad de su cuerpo la hacía querer más toques por parte de Naruto, la excitación y la pasión comenzaban a desbordarse, la pesada bruma de lujuria y el deseo inundaban el ambiente.

-M-Mas... Naruto-kun-pidió ella entre suspiros.

-¿Más que?-sonrió con prepotencia el rubio-¿Más lento?-susurró en su oído tan solo buscando provocarla-¿Más profundo? o quizás ¿Mas rápido?

La estaba torturando, Naruto sabía perfectamente cómo llevar a su esposa a la locura al punto de hacerla rogar por sus toques.

-Más... mas rápido...-murmuró avergonzada pues no fingía disfrutar tener sexo con Naruto, no era porque fuera su esposo, pero el rubio estaba muy experimentado y podía hacer disfrutar a cualquier mujer en la cama, era todo un seductor, capaz de hacer pecar a la monja más devota y a decir verdad Hinata era débil, el Namikase era una tentación para cualquier mujer, como lo fui incluso para tentar a su prima e incitarla a traicionar su confianza.

Sin perder un solo segundo Naruto aumento el ritmo de sus embestidas sonriendo satisfecho ante los gemidos de su esposa, ella era tan jodidamente sexy y deliciosa, tanto así que Naruto no podía sacarse las ganas con otra que no fuera la ojiperla a pesar de que lo había intentado, casi sin darse cuenta el rubio se había vuelto adicto a Hinata.

Ya estaban cerca de culminar, Hinata se aferraba a su cuello sin dejar de gemir tan eróticamente que a Naruto le daban ganas de continuar embistiéndola durante toda la noche, un par de estocadas más y se derramó por completo dentro de ella haciéndola temblar, las respiraciones de ambos estaban agitadas, el rubio busco los labios de su esposa rozándolos ligeramente, ella cerró los ojos algo cansada.

-Eres hermosa Hinata-susurró mirándola embelesado, la chica no detecto su mirada pues seguía con los ojos cerrados.

-Mann...-suspiró ella antes de comenzar a quedarse dormida.
Toco los labios de la joven con su pulgar delineándolos con delicadeza, la joven se había quedado profundamente dormida, rodeo la cintura de la joven apegándola todo lo que pudo a su cuerpo y deslizo una mano por sobre su cabello mientras lo hacía no pudo evitar pensar que tenía suerte de que esa joven en sus brazos lo amara.
La beso con dulzura, tal vez el no pudiera corresponder aun sus sentimientos pero estaba comenzando a quererla y si de algo estaba seguro es que quería pasar más tiempo con ella y quizás aprendería a amarla, quizás Hinata era la persona indicada para volver a creer que él amor existe, tan solo quizás...




Porque Eres Mia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora