Capítulo 39

4.6K 297 25
                                    

Dylan va manejando demasiado rápido, que me da algo de nervios que lo haga. Comprendo que su prima esté en el hospital ahora y que tengamos que llegar lo más rápido, pero si sigue así puede llegar a matarnos.

Lo miro y su rostro no tiene ningún sentimiento que pueda descifrar. Tal vez no quiere demostrar algo todavía y quiere saber como está Lana ahora. Yo también quiero saberlo. Estoy demasiado preocupado que hasta mis manos están sudando.

Por fin llegamos al hospital sanos y salvos. El chico castaño baja del auto lo demasiado deprisa que ni siquiera espera a que yo baje del auto. Espero que lo que le paso a Lana no sea tan grave.

Salgo del vehículo y cuando veo hacia Dylan, él ya está entrando al hospital. Yo lo sigo, acelerando el paso casa vez más, aún me sigue dando terror el hospital y más de noche.

Al entrar a las instalaciones me encuentro a un Jonás totalmente pálido y angustiado, caminando de un lado a otro. Dylan está hablando con la enfermera de recepción. Los demás están aquí igual, sentados en los sofás de espera.

Me acerco al chico lector que sigue caminando. Lo paro y él me mira con ojos tristes. Intento calmarlo.

—Relajate, todo saldrá bien —al parecer eso funciona para tranquilizarlo—. Lana saldrá bien.

Él asiente un poco menos alterado. Jonás está sufriendo un poco más que los demás, aparte de que Lana es su pareja, siempre se han llevado demasiado bien desde que se conocieron. Los demás sólo están esperando a que el doctor llegue y de buenas noticias para calmar la marea.

Dylan se acerca a nosotros y le da un fuerte abrazo a Jonás. Eso puede servir igual, los demás igual se dan cuenta y hacen un abrazo grupal, rodeando a Jonás entre todos. Es bonito ver la amistad aún en los tiempos difíciles.

Las puertas de la entrada del hospital se abren y entra el padre de Lana desesperado. Lo observo un rato, hasta que el señor se da cuenta y camina hasta nosotros demasiado rápido.

—¿Dónde está? —exclama angustiado—. ¿Dónde está mi hija?

—Señor Lewinsky... —hablo Jonás.

—Tú...

—Ella se encuentra con el doctor...

—¿Qué fue lo que le hiciste? —exclama el padre de Lana tomando de los hombros a Jonás y sacudiéndolo casi—. ¿Qué ha pasado?

El chico lector se aparta del agarre del señor. Su mirada tiene algo de culpa, pero no es porque él haya empujado a Lana a la carretera o algo así, sino que el señor Lewinsky le metió de cosas con esa primera pregunta que le dijo al agarrarlo. Aunque Jonás parece asustado en un momento, luego recupera su compostura y se aleja de todos nosotros, adentrándose en los pasillos del hospital.

Yo y Juanita vamos a por él, mientras los demás siguen esperando noticias del doctor. Vemos al chico lector caminando a Jonás caminando por un pasillo demasiado desanimado. Nos miramos un segundo y luego vemos al chico lector desaparecer doblando hacia otro pasillo.

Sin pensarlo, corremos hacia Jonás antes de que doble a otro pasillo y lo perdamos de vista en este laberinto que se hace pasar por Hospital. Juanita y yo llegamos justo a él, que aunque se haya percatado de nuestra presencia, aún sigue avanzando.

—¡Jonás! —grita Juanita— ¡Detente ahora mismo!

El chico se detiene en seco, pero no nos voltea a ver. Juanita y yo nos acercamos, poniéndonos enfrente de él. Su rostro no muestra felicidad alguna, ni seriedad.

—¿Por qué siento que lo que le paso a Lana es mi culpa? —pregunta con tono triste—. Me siento muy culpable por todo.

—¿De qué hablas? —dice Juanita—. Ese señor loco sólo te dijo porque como dije, esta loco.

Breathe me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora