Breathe me

Capítulo 27

Estamos en el autobús que nos llevara hacia donde el profesor nos dijo un día antes. Estoy en el asiento a lado de la ventana, Dylan a mi lado y Jonás a su lado. El profesor dijo que nos sentáramos a como nos habían ordenado con las habitaciones, lo cual no me extraña. Los demás alumnos siguen entrando en el autobús, hasta que se llena y los que no pudieron entrar en este, se van al otro que está vacío. El día está despejado, no hay indicio de lluvia y el profesor está con una sonrisa extraña.

Miro a Dylan que se remueve de su asiento, incómodo por estar al lado de quién fue su amigo. Al qué estoy tratando de que hablé de nuevo con él. Jonás sigue leyendo el libro, ignorando a toda forma de vida a su alrededor, como si no le importará nada más que su círculo de lectura, en donde nadie puede pasar.

El profesor calma a todos con un grito, el cual se le va el tono, haciendo que todos comiencen a reír, incluyéndome. El autobús acelera, llevándonos hacia nuestro destinó del día de hoy. El profesor va dando indicaciones de lo que podemos y no podemos hacer al llegar a ese sitio. Un chico al que no había visto antes, levanta la mano y el profesor le pide que hablé.

—¿Qué pasa si hacemos lo que no se debe? —pregunta el chico.

Todos suspiran, algunos llevan sus palmas hacia su cara. Le arrojan un envoltorio de golosina al chico, el cual le da directamente en la cara, haciendo que algunos suelten una risilla. El chico le regresa el envoltorio a quién se lo lanzo, pero con mucha fuerza. El profesor suspira algo derrotado.

—Supongo que ya todos sabemos que pasaría, señor Matthews.

El chico asiente y vuelve a la postura de antes. El profesor se sienta en uno de los asientos delanteros, donde está una profesora manteniendo el orden con los estudiantes que se sientan atrás de ella. «¿Cómo es que no pueden mantenerse quietos un momento?» me preguntó.

Dylan agarra mi mano, apretándola no tan fuerte. Volteo la vista hacia él, notando que él me ha estado viendo desde hace rato y aún lo hace. Le sonrió, dándole un beso después.

Llegamos a nuestro destinó donde a lo lejos se escucha una cascada, pero no puedo verla por tantos árboles. El autobús se estacionó enfrente de un establecimiento, quizás sea una tienda turística. Me encuentro al lado de Lana, ideando un plan para juntar a Jonás y a Dylan.

Majo, Juanita, Aurora y Daniel se nos unen. Cada quién formulando un plan en su cabeza. Hasta qué Lana levanta el dedo.

—¡Lo tengo!

—¿Qué es lo que planeaste? —le preguntó.

La chica lectora nos miro a todos con un rostro que sabía que el plan iría por mal o buen camino. Observe como los demás ponían cara de miedo –menos Majo–. Lana tenía su sonrisa cínica que haría que hasta el director del instituto se espantará con sola verla. Lana señalo hacia algún lugar, volteamos para ver a quién señala y era ni más ni menos que el chico quién había hecho esa pregunta en el autobús al profesor. El chico que no conozco su nombre. Que nadie conoce hasta ese momento en donde preguntó.

—¿Qué tiene que ver él? —pregunta Majo.

—Eso es lo que quería que preguntarán —esboza una sonrisa—. El chico es nuevo, vino en el anterior autobús. Me lo tope con el ayer y me contó que es nuevo. Ya que lo es, puede juntarse con los dos, tal vez puede juntarlos, invitándolos a salir.

La miramos completamente confundido. Volteamos la vista hacia el chico, que está completamente solo. Antes yo era el nuevo, ahora lo es él y seguro está tímido. Aunque casi no llama la atención con los demás estudiantes.

—¡Hey, Thomas! —lo llama Lana con la voz alegre. El chico levanta la vista y alza la mano haciendo un saludo, pero Lana le indica que venga.

El chico camino ha paso lento, una vez enfrente de nosotros pude ver su apariencia mejor. Cabello castaño oscuro, pecas por la parte de la nariz y las mejillas, ojos café claro y era más alto que yo. No me sorprendía que otro chico en el instituto fuera más alto que yo. La mayoría llegaba a medir hasta el metro noventa, mientras que yo no. Thomas parece incómodo por la mirada que Majo y Lana le aventaban. No lo culpo.