Juro que intenté creerle.

— ¿Sabes lo que el sangrado significa?

Asentí con los ojos humedecidos.

— Se agota el tiempo de tu última eternidad —Murmuré.

Ella, a pesar de todo esto, sonrió y buscó mi mano. La sujeté con delicadeza, procurando de esta forma no tocar las dolorosas heridas que cubrían su piel pálida.

— Lo siento, Camz —Se disculpó y supe que, sin importar la cantidad de sus bromas, ella realmente habría preferido vivir.

Lauren Jauregui no se había dado por vencida, de eso me di cuenta. Lauren Jauregui solamente había aceptado seguir corriendo el maratón de la vida, aunque sabía que perdería la carrera.

Lauren Jauregui iba a darlo todo hasta el final.

— ¿Puedes abrazarme, Camz?

— Pero... va a dolerte —Quería hacerlo, realmente quería, pero debía pensar en lo que era mejor para ella y no para mi.

— Estoy dispuesta a soportarlo.

Y no seguí negándome, pues sabía que no existía forma de que en esos momentos yo pudiera negarme a alguna de sus peticiones.

Me recosté lentamente entre sus brazos, escuchando suspirar y gemir ante nuestro contacto.

Suspiré, pues habría deseado que todo aquello fuera diferente.

Habría deseado despertar junto a ella en casa, justo como el primer día. Habría deseado recostarme en su pecho sin temor a que su corazón se detuviera. Habría deseado escucharla suspirar de placer, y no de dolor.

— Te amo, Lauren —Escapó de mis labios.

Me duele el corazón el pensar que fue una de las últimas veces que se lo dije.

— ¿Puedes besarme, Camz?

Acepté de nuevo, pues extrañaba sus labios sobre los míos.

Sin embargo, cuando presioné nuestros labios durante unos segundos ella gimió de tal modo que me asusté.

Me alejé, pues pensé que había tocado alguna de sus heridas por error.

Y lo hice, pero las heridas no estaban donde pensaban.

Un pequeño hilillo de sangre caía de sus labios y me apresuré a limpiarlo mientras Lauren me miraba con cierta confusión. Finalmente pareció entenderlo todo y su mirada se volvió cristalina.

— Está sucediendo más rápido de lo que creí —Susurró mientras llevaba su mano a sus labios para palpar la pequeña herida. Se encogió de dolor debido al contacto.

Coincidí con ella.

— Camz... —Me llamó mientras yo continuaba mirando mi dedo manchado con su sangre.

— ¿Si? —Le contesté, pero no la estaba mirando, así que ella sujetó mi barbilla con sus manos heridas y me obligó a fijarme en sus ojos.

— Bésame de nuevo...

— Pero... —Intenté negarme. No quería hacerla sufrir. No quería provocar algo en ella que yo pudiera evitar— Va a dolerte, amor. No puedo.

— Si puedes.

— No.

— Camz, necesito que me beses.

— ¡Te he dicho que no! —Exclamé con exasperación.

Fue un mal movimiento, pues de inmediato sus ojos se cristalizaron y parecieron perder el poco brillo que les quedaba.

— ¿Acaso te dan asco todas estas heridas? Te entendería si dijeras que si, a mí también me dan asco... Pero ahora son parte de mí, y si ellas te dan asco entonces yo te doy asco.

Virus Letal |CAMREN|Where stories live. Discover now