Capítulo 4

2.4K 238 133
                                    

— ¿Có-cómo que quién soy? —bajó ambas orejas, alejando su cuerpo en simple reacción —. So-soy Sonic, Shadow por favor, no juegues.

— ¿Sonic? —musitó con duda, ladeando suavemente su cabeza. Negó al haberse dado cuenta que aquel nombre no le sonaba ni en lo más mínimo —. ¿Quién soy? —articuló torpemente, dando varios balbuceos.

Todo era extraño para él, bueno, en gran parte. Tenía pequeños conocimiento y tintes de asimilar su alrededor, pero no más de allí.

La puerta se abrió de nuevo, dejando entrar al médico que atendía al moreno, acompañado de varios enfermeros y tras éstos, Mephiles que igual entraba presuroso.

El albino alejó al azul, tomándolo de los hombros, intentando calmar su expresión temerosa. Retrocedieron hasta la puerta en donde el ojireptil se encontraba mirando a su hermano, con una expresión bastante similar a la que compartían el cobalto y el albino, temerosos y confundidos en su mayor parte.

— Les pediré que se retiren, les llamaremos en un momento —atinó a decir el médico, mirando los signos vitales del azabache y los datos que las maquinas arrojaban —. Por favor —rogó de nuevo al ver a los contrarios no reaccionar.

Los tres salieron al una enfermera obligarles, el azul siendo levemente jalado entre los brazos del peliblanco y el azabache, llevando a ambos al pasillo afuera de la habitación.

Tomaron asiento en las sillas que estaban situadas a ambos lados del pasillo, intentando aún asimilar todo.

— É-él no... no sabe quién soy —musitó nervioso, frotando ambas manos entre sí. Viró la mirada, pasando de tenerla posada en el piso a colocarla sobre los ojos amarillos del albino —. ¿E-eso puede ser posible? —inquirió, esperando que el otro le diera por respuesta una negación.

— El médico lo especificó como una opción —se encogió en hombros, rascando su nuca, compartiendo aquellos misma ansiedad —. Lo siento.

El cobalto se hizo un ovillo en la silla, bajando de a poco sus orejas de solo imaginar lo que eso significaba.

Cuando esperó que el moreno despertara, imaginaba ese tipo de alegrías que no se esfuman con nada, escucharle decir su nombre junto a una tierna palabra o lo que fuese, mas para su suerte, su amado parecía desconocer todo.

Frunció el ceño con tristeza, esperando a que el doctor saliera y le dijese que su pareja sólo estaba aturdido, pero que no pasaba de eso; que le recordaba y que le esperaba en el interior de aquel cuarto con los brazos abiertos y un beso.

Su cuerpo tembló levemente al mirar salir a una de las enfermeras, invitando a pasar de nueva cuenta a los tres erizos. El azul dudó un poco, siendo él quién se levantara primero y se dirigiera al interior de aquel sitio, seguido de la pareja.

— El médico quiere hablar con ustedes —dijo ella, señalando al antes nombrado cerca de la ventana de la habitación, algo lejos del azabache.

Los tres se dirigieron a él, mirando por un momento al mayor de ellos, el cual miraba todo curioso, cada acción que los enfermeros hacían sobre las máquinas y los cables le era algo por demás nuevo. El azul suspiró volviendo su mirada al águila, el cual no tardó mucho en comenzar a hablar.

— Creo que ya se dieron cuenta ¿no? —los tres asintieron, mirándole desanimado —, esto es una situación difícil, lo comprendo. Pero vean el lado bueno: no murió, no parece tener daños en sus sentidos, además, estará bajo revisión durante un par de días para comprobar si no sufrió algún daño físico que haya pasado desapercibido para nosotros —el azul miró de nuevo al rojinegro, dedicándole una suave mirada y una sonrisa triste.

Recordando un Amor [Shadonic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora