Capítulo 2.

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Capítulo 2.

Entre en las duchas, luego me coloqué jeans y la sudadera con el logo de la agencia.

Eran las 5:00pm. No quería ir a casa. Me sentía demasiado sola allí. Mis padres son parte de la agencia también. Son en contexto general, los mejores espías internacionales. Eso significaba: Muchos viajes es igual a poco tiempo de calidad con su hija.

Pero no me molestaba.

No del todo.

Comencé a entrenar a los 8 años de edad. Karate, boxeo, reconocimiento de armas, todo eso con tan solo 8 años. A los 10 años ya estaba en el campo de entrenamiento y salí de este a los 11 años. A partir de allí, he dedicado mi vida al espionaje. Quizá no tuve una infancia correspondida, pero me sentía bien con mi trabajo. He estado a punto de morir con una espada atravesada en el corazón, o con una bala en la cabeza, pero todo es parte del sacrificio y la satisfacción de culminar una misión con éxito.

–Huele a quemado –Anna se sentó a mi lado con un yogurt de fresas a medio comer. Me sonrió– ¿Cómo te ha ido?

–Sabes que la pregunta está demás –suspiré, enfrascada en mi merengada de torta suiza. Mi favorita.

–Tal vez debería relajarte con Bryan.

–Lo dices porque no has pasado una semana con él.

–Creo que solo está nervioso a tu alrededor –se encogió de hombros–. Quizá te ve como su hermana –Se rió.

–Hermana, mis ovarios, por favor –chasqueé la lengua en gesto de irritación.

Tenía que conseguir una misión. Una de las buenas. París, Inglaterra, Japón. Lo que sea.

***

A las 9:00pm estaba en la cama, solo con mis bragas lista para dormir. Me gustaba la sensación de mis sábanas de seda en mi piel desnuda.

Cuándo estaba profundamente dormida, escuche movimientos en la ventana. Abrí mis ojos desmesuradamente y escuché de nuevo para verificar que no eran bromas de mi imaginación. Me levanté en una voltereta y tomé el arma que reposaba en mi mesa de noche y apunté a la silueta en la oscuridad.

–Ey, princesita –habló una voz conocida. Muy conocida para mi gusto. Encendí la lámpara y la luz dio vida al cuerpo de Bryan.

–¿Qué carajos haces en mi habitación? ¿Y cómo abriste mi ventana?

–Soy un espía internacional, ¿Recuerdas? Una ventana no es problema para mí.

–Es allanamiento ilegal.

–¿Con quién me acusaras?

–Muérete Bryan, muérete.

–Después de ti, princesita –sonrió–. Por cierto, tienes unos hermosos pechos –de inmediato recordé que solo vestía bragas. Me revolqué en la cama, cubriéndome con la cobija.

–De todas maneras, ¿Qué haces aquí? No creo que hayas escalado hasta aquí para alagar mis pechos. ¿Y desde cuándo estas tan familiarizado conmigo? Hasta hace unas horas estabas golpeando mi trasero –solté.

–Calma, princesita. He visto mejores, créeme.

–Tu repentina actitud me da asco.

–Como sea –comenzó a caminar por mi habitación, examinando mis fotos colocadas en una repisa de vidrio transparente–, estoy aquí por órdenes del jefe.

–¿Las ordenes no podrían esperar hasta mañana? –le reproché.

–Es importante –tiró una carpeta amarilla a mis manos

Agentes Secretos. (DISPONIBLE EN DREAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora