-De acuerdo- dijo Yonath mirando a Meira, la joven palideció ligeramente.

            -¿A que es guapa?- intervino Hanna. Los vampiros la observaron y el líder del grupo sonrió.

            -Sí, la pena es que no vaya a tener  un buen futuro- soltó una carcajada al igual que sus secuaces.

            -¿Ah no? Pues os va a machacar el trasero, ¿verdad que sí, Meira?- la miró Hanna. Meira no podía hablar.

            -Pobrecilla ¿de verdad creéis que podrá hacer algo? Yo diría que con un soplo ya la tenemos en el suelo- se mofó el vampiro.

            -No lo creo- dijo Yonath.

            -Comprobémoslo- se adelantó uno de los vampiros junto al rubio, este era moreno y tenía la cara llena de piercings- si es que se atreve.

            Luego este se acercó con una rapidez fugaz y cogió a Meira. Ella se tensó, temblorosa.

            -Suéltala- dijo Yonath.

            El vampiro no obedeció y la levantó como si fuera una pluma, como si no pesara nada, de modo que antes de que alguien pudiera detenerlo, la lanzó contra una de las mesas. Meira gritó con todas sus fuerzas. Hanna corrió hacia donde cayó su amiga. Kron se adelantó entonces y cogió al vampiro por el hombro para girarlo hacia él.

            -Eso no debiste hacerlo, amigo…- la amenaza fluyó en sus palabras. Meira se sentó en el suelo aturdida por la impresión, aunque no tardó mucho en volver a la realidad al sentir un ligero dolor en el costado.

            -¿Puedes levantarte?- inquirió Hanna. Meira asintió y se levantó, el hecho de que la hubieran reducido de forma tan sencilla la enojó y reteniendo sus miedos caminó decidida hacia donde estaba Kron con el vampiro.

            -Déjale… yo me encargo- sus palabras sonaron poco convincentes.

            -No- dijo Kron.

            -Sí- insistió Meira- por favor.

            Kron la miró y se apartó. El vampiro entonces le sonrió con malicia y sin esperar que llegara a actuar se abalanzó sobre ella. Meira se apartó tras agacharse y le hizo un traspié. Los demás comenzaron a reírse. El vampiro se levantó con enojo.

            -Eres rápida…- murmuró. Meira sonrió levemente.

            -Más de lo que imaginas- dijo Hanna.

            Él ignoró las palabras de la otra cazadora y volvió a atacar, esta vez tratando de arañarla con sus garras lo que obligó a Meira a retroceder hasta que quedó pegada a la pared. Ella lo miró desafiante.

            -De esta no te escapas…- le dijo levantando la mano nuevamente y al bajarla, creyendo tenerla acorralada, ella giró alejándose de sus zarpas y en lo que hizo eso, sacó el facón de la chaqueta, el cual clavó directamente en el pecho del vampiro, justo a la altura del corazón. Él la miró, sorprendido.

            -Zorra…- murmuró. Meira enterró más la hoja, del afilado cuchillo y el vampiro cayó de rodillas con los ojos en blanco. Ella no pudo por más que sonreír y tras eso, sacó el cuchillo para mirar a los demás.

            -¿Qué decís ahora?

            Cuando de repente oyó un grito procedente de la garganta de Hanna, rápidamente se volvió hacia el lugar de donde provino y lo que vio, la dejó helada. Hanna estaba tirada en el suelo sangrando tanto por un brazo como por una de sus piernas.

Eterna OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora