D I E C I N U E V E

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"Me encontrarás en lugares en los que nunca hemos estado, por razones que no entendemos. Caminando en el viento."

El sonido de los coches pasando al lado de ellos, y el aire golpeando a su cara le eran tan familiar a Dago, y tan relajante. Y claro, los brazos de Vi alrededor de su cintura bien aferrados eran un toque de calma adicional mientras pasaban por las estrechas calles de Verona.

Los minutos pasaban rápidamente mientras más se acercaban a la bodega.

Él conducía con rapidez, esquivando a los autos y mirando de vez en cuando por el retrovisor a Viera que reía cada vez que daban un movimiento brusco. Dieron por fin vuelta en una pequeña calle no alumbrada y zigzaguearon por unos minutos más entre las calles oscuras hasta que por fin, observaron el gran edificio blanco.

Estaban en el barrio abandonado donde lo que habían sido casas se reducían a escombros y tablas sueltas.

El gran edificio destacaba notoriamente, pues su luz y condición era totalmente opuesta a las ruinas que se encontraban ahí.

Dago siguió conduciendo hasta rodear el edificio y llegar a la explanada que usaban como estacionamiento. Paró en su lugar correspondiente y apagó la moto. Ayudó a Viera a bajar después de haberlo hecho él mismo.

La chica miraba embobada la gran estructura frente a ellos, él pensó que no podía verse más tierna que cuando descubre algo nuevo.

Sin dejar que su mente lo meditara, tomó la mano de Vi y la entrelazo con la suya, para así caminar a la gran puerta blanca con las iniciales "R.B" en negro. La abrió con su mano libre y entraron.

La luz cegó a Viera al principio pero después se adaptó.

Todo era como un centro comercial mezclado con un hospital. Los pisos no eran completos, eran puertas y puertas en los ocho pisos hacia arriba, con unas escaleras eléctricas en medio. Todo, absolutamente todo era de color blanco. Desde los pisos, las escaleras, hasta la luz.

Hacia la izquierda de ellos estaba lo que parecía una recepción, con una chica y bastantes chicos riendo que saludaron a Dago en cuanto entró. Toda la parte de abajo tenía pasillos que se fundían a lo lejos. Era un lugar enorme que dejó a Viera sin aliento.

—¡Dago!— gritó alguien. Ambos voltearon reconociendo la voz. Giorgio se acercó a ellos y saludó tímidamente a Viera.

—No sé porque no supuse que tú eras también un roba besos— comentó divertida.

Un grupo de chicos pasaron al lado de ellos saludando a los chicos, fue entonces que Viera notó que todos vestían mayormente de negro, como Dago y Giorgio. Causando un gran contraste con el lugar.

Todos se veían tan rudos, y Viera estaba ahí. Comenzó a caminar imitando a Dago y los chicos sólo se mofaron de ella— ¡Me siento tan mala!

—Como tu digas, pequeño pastelito— dijo Dago y pasó un brazo alrededor de sus hombros.

—Hey Baggio.

—Hola Castelli— saludaron a un chico alto y con cabello pelirrojo que pasó a un lado de ellos, y le guiñó un ojo a Vi haciendo que Dago apretara más su agarre a ella.

Siguieron caminando, todos veían a Viera. Su atuendo resaltaba bastante entre el juego de pocos colores ahí dentro.

—¡Dago! ¡Giorgio!— ambos chicos frenaron el paso y Viera los imitó. Una chica bastante voluminosa se acercó a los tres chicos.

Tenía un cabello chino y largo hasta la cintura, tan precioso que hizo que Vi mirara el suyo y se sintiera cada vez más chica. La chica era casi tan alta como Dago, un poco más baja que Giorgio, tenía unas piernas de envidia, bronceadas y largas que eran resaltadas por el pequeño short negro. Simplemente, la chica era perfecta.

El roba besos | ERB #1 | Where stories live. Discover now