CAPÍTULO TRECE

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~ It's been ten fucking years since I've been seeing  your face 'round here. ~

1

Bob golpeó la puerta una, dos, tres veces hasta que la madre de Gerard lo recibió con una sonrisa en el rostro.

"Robert Bryar, no te había visto en años."

"Bueno, supe que Gerard estaba en la ciudad y quería pasar a desearle unas alegres fiestas." Le mostró sus dientes a Donna en una pequeña sonrisa mientras su rubio cabello revoloteaba con el viento.

"Oh, cariño... Verás," La alta mujer cerró la puerta tras de ella y entre susurros continuó "Gerard acaba de pasar por un mal momento, no está de buen humor... No creo que..."

"Si me deja pasar yo podría hablar con él," Insistió. "Tal vez solo necesita hablar con un viejo amigo." Y puso en sus labios esa sonrisa otra vez, Donna no pudo negarse, tal vez Bob tenía razón.

"Pasa, Gerard está arriba." Abrió la puerta nuevamente y dejó entrar al rubio a su casa.

"Gracias Donna." Dijo perdiéndose en las escaleras camino a la habitación de su hijo.

2

El teléfono timbró una, dos, tres veces hasta que fue retransmitido al buzón de mensajes. Estaba hecho un mar de lagrimas y su teléfono estaba pegado a su oreja, tiñéndola de un color rojo carmesí debido a la presión que ejercía sobre la misma.

"Con un demonio, Bert. Contesta." Susurró como si su ex novio pudiera escucharle, pero la verdad era que no lo hacía, y no lo volvería a hacer nunca más.

La había cagado.

Y lo quería de vuelta.

Tal vez debió pensar mejor las cosas antes de actuar de una forma tan infantil, como si su cuento de hadas con Frank pudiera tener algún futuro dentro de su caótica vida, ¡bah! Esta era la realidad y había perdido lo único que lo mantenía con los pies en la tierra.

Necesitaba a Bert para mantenerse cuerdo y no terminar como Frank, porque aunque que no lo aceptara, en su interior sentía como poco a poco su cordura se le iba de las manos como si fuera arena... Todo esto era solo cuestión de tiempo hasta que su cerebro explotara dentro de su cabeza.

Deseaba con todas sus fuerzas olvidarse de todo y seguir adelante pero no podía, menos aún cuando tenía aquellas jaquecas que le nublaban la vista y le carcomían el cerebro.

El timbre sonó tres veces, contó cada una de ellas, el sonido de ese estúpido aparato solo hacía que su cabeza doliera más, quería matar a la persona que estuviera parada en la puerta, fuera quien fuera.

Al oficial Cárter sin duda le metería una bala en los sesos, con James ni siquiera lo pensaría dos veces, a Bob le golpearía el rostro con un bate de béisbol... Pero si fuera Frank quien estuviese parado ahí, tal vez se echaría a llorar. Le tenía miedo, pero no porque fuese un asesino, sino por la forma en que lo hacía sentir.

Gerard era solo un patético títere manipulado por esos ojos avellanas que tenía Frank, lo amaba demasiado como para siquiera pensar en matarlo... Tal vez golpearlo un poco sí, pero no al punto en que su sangre manche las manos de Gerard.

Kill All Your FriendsWhere stories live. Discover now