09

3.2K 370 52
                                    

Hace 6 años

<Zayn>

Me sentía nervioso, apenas podía mantenerme quieto en el auto.

Por fin habíamos vuelto a Irlanda.

De tan solo pensarlo hacia que mis manos sudaran.

En cuanto llegamos, salí del auto sin dar explicaciones a mi padre que me miraba como si fuera un loco.

No me importaba.

Corrí a toda velocidad hacia esa casa blanca, quería llegar lo más rápido posible, pero cuando me encontré frente a la puerta me detuve en seco.

¿Qué le diría?

No lo sabía, ni siquiera lo había pensado hasta ahora. Supongo que le diría lo que siento, aunque decirlo sonaba más fácil que hacerlo.

Suspire y toque la puerta, unos golpes suaves, de seguro Niall estaría en la sala viendo la televisión mientras comía una rebanada de pizza.

Sólo imaginarlo me saco una sonrisa.

Que se borro al pasar los minutos.

 No respondían y parecía que no había nadie en casa, lo cual me extrañaba más, la familia Horan no era de salir mucho debido a la situación de Maura.

Espero que ella este bien. 

Hace tiempo que no he tenido noticias de ellos, aunque era de esperarse, mi padre me quito cualquier contacto con el exterior.

Los minutos pasaban y comenzaba a ponerme histérico. 

Así que hice lo primero que paso por mi mente, usar la llave de repuesto que esta bajo la gran roca junto a la entrada.

Esto podía clasificarse como allanamiento e invasión de morada, pero era su llave y eso no me importaba, tenía un mal presentimiento.

Logre abrir la puerta y lo que vi solo aumento mi temor e histeria.

Nada.

No había absolutamente nada.

Todo estaba vació, cada cuarto, cada habitación.

Sentía como se cortaba mi respiración y mi corazón se aceleraba.

Estaba en la habitación de Niall, se veía igual de solitaria y vacía que las demás, con la diferencia de que estaba pintada con un color azul celeste, no blanca como las otras.

 Y claro, esa cosa negra en el suelo.

Me acerque para ver que era, y esto lastimo más mi corazón.

Era la pulsera que le di a Niall cuando nos habíamos conocido.

Nuestro para siempre.

 Cubierto de polvo, abandonado y desgastado.

Los ojos me picaban y ni siquiera sentí cuando las lágrimas ya estaban resbalando por mis mejillas.

Me senté en ese cuarto vacío, al igual que mi corazón.

Mis sollozos se hicieron más ruidosos y mis gritos más fuertes, porque él se había ido.

Quizá nunca lo volvería a ver.

¿Amigos? ¡Nunca! | ZiallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora