-Alice, sé que no querrás escucharme pero te prometo que saldrás de aquí. Yo te sacaré.

-¿Tú? ¿Y quién más? Estás solo, Stephen -le espeta Adam.

-Me queda Alex... -lo miro de reojo y me cercioro de que está bien así.

«No lo mires o será peor»

¿Peor? No puede ir peor ya.

-Alex también está de nuestra parte. Él es el topo, ¿sabes? Él cuenta todo lo que sabe. Por si te echabas atrás.

Un gruñido por parte de Stephen capta mi atención pero no lo miro.

-¿Quieres qué le cuente a Al todo? ¿Todo lo que has hecho? No va a querer saber de ti, jamás. -Una sonrisa psicópata aparece en su rostro.

-¡Vas a mentir! ¡Se lo contaré yo!

-Ni siquiera te estaba pidiendo permiso -se gira para mirarme y me vuelve a coger con fuerza la barbilla. Hace que mire a la izquiera; al chico de tatuajes -. Éste hombre, al que tanto quieres te vendió. Te dejo en nuestras manos para que hiciéramos contigo lo que quisiéramos.

-¡No! Me engañasteis. Me dijeron que tú no ibas a participar en el plan. ¡Yo les creí!
-su boca hace una mueca mientras de los ojos de Adam vuelve a los míos -. Pensé que iban a cuidarte, ¡pero está claro que ni siquiera yo mismo pude hacerlo! Me siento una basura...

-¡Es lo que eres! -grito con la fuerza que ni siquiera sabía que tenía -. Yo te... yo... ¡Confíe en ti! Pero se acabó. Se acabó...

-No, por favor. No creas nada de lo que te dicen.

Esquivo sus ojos oscuros y cuando Adam quita sus dedos de mi barbilla miro al frente.

-¡Se nos perdió el amor...! -canturrea Adam aplaudiendo.

-Alice, cariño, tranquila. Te juro que te protegeré con mi vida.

Mi corazón da un vuelco ante sus palabras. Todavía sigue causando efecto en mí y eso es malo. Pero a quién pretendo engañar. Confío en él, aunque me haya traicionado. Si Stephen dice la verdad, a él también le han engañado. Pero eso tiene que demostrarlo ante mis ojos. Estoy harta de esconder la cabeza y asentir, quiero pruebas.

-Basta de romanticismo, Stephen. No te pega nada.

-Cuando esté suelto te voy a matar. ¡Tú y nadie más que tú tienes la culpa! -las palabras de Stephen son frías y cortantes. Pero Adam no se ofende por nada, solo asiente y sonríe.

«Maldito hijo de perra»

-Creo que no te has dado cuenta de lo valiosa que eres, Al -sus manos cogen las solapas de mi camisa y tira levemente de ella. Un gruñido por parte de Stephen y otro mío resuena en la habitación.

-Ya te he dicho que no tengo nada que ver en los líos de mis padres -repito con falsa paciencia.

-Puede. Pero eres a lo único que nos podemos aferrar. Ellos te quieren más de lo que crees.

-¡Tú que sabrás! Ellos me abandonaron, no me quieren.

-No lo hicieron. Tienen vigilancia allá a dónde vayas.

Mi cara se contrae por la sorpresa pero al instante me pongo la máscara de indiferencia.

Hace rato que he dejado de llorar y me felicito por ello.

-No me importa -Me cruzaria de brazos si pudiera.

-¿Por qué eres tan fría, de repente? La dulce Alice no es así.

Miedo. [#Wattys2016]Where stories live. Discover now