El capítulo en el que Haymitch hace de las suyas.

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La vida está siendo bastante tranquila para tratarse de mí, y sinceramente la situación me inquieta.

El miércoles, después de clases, decidí estirar a Katniss y a Glimmer hasta mi casa para que actúen como abogadas del diablo.

Quiero ir al viaje del viernes, la única idea que tuve fue la de que mis responsables amigas hablen por mí con mis padres, y milagrosamente había resultado.

Katniss, como el ángel que es, había preparado una presentación de Powerpoint con razones para que me dejen ir: incluía números de emergencia, todos los cursos de primeros auxilios que había tomado, su experiencia como niñera, niña exploradora y hasta se ofreció para enviar ubicaciones en tiempo real si era necesario. Glimmer estaba nada más para el apoyo moral, y porque fue ella la que había rentado la cabaña.

Luego de una serie interminable de preguntas y lo que se sintió como dos horas de un horrible silencio que incomodaría hasta a una piedra, me habían dado permiso para viajar, me preguntaba cuándo sería el día en el que me dejarían vivir de una buena vez por todas.

Hoy es jueves, y para no perder mi toque mágico, estaba llegando tarde. La responsabilidad me había durado dos días y estaba segura de que el director Snow me estaría esperando con su cara de pocos amigos, llego trotando con el desayuno en la garganta.

Me siento la favorita del universo cuando paso por la entrada de la institución y no hay nadie, aparentemente están teniendo una reunión en la oficina del director Copito de nieve, agradezco a quien sea que esté encargado de mi destino y corro hasta la clase del profesor Haymitch, a quien le importa poco que esté llegando tarde, pero de todas formas decide humillarme frente a los demás antes de dejarme pasar

—¿Otra mascota perdida con nombre cuestionable, señorita Kentwell?

No contesto, estos profesores son unos chismosos.

—Y sí, la palabra corre rápido entre docentes.—afirma leyéndome los pensamientos.—especialmente si es Portia la que se entera de las cosas.

Ríe para sí mismo y me manda a mi asiento, dejo mi mochila en el suelo y me coloco al lado de Peeta. Necesito aprobar esta clase y él es mi única opción, Katniss ya había hecho lo suficiente por mí con aquella presentación ante mis padres, Gale tiene la paciencia de una uva pasa, y Annie es pésima explicando las cosas, esto deja mi graduación en manos de Peeta Mellark una vez mas.
Honestamente no sé qué haría sin él, es como el hermano mayor que nunca tuve, saca lo mejor de mí y yo lo ayudo a ser una persona más sociable, todos ganamos.

—Creía que estabas empezando a ser responsable.

Y así empieza con su sermón mañanero, es el precio que debo pagar para que comparta su sabiduría conmigo. Finnick y Marvel están sentados detrás nuestro, me arrojan bolitas de papel cada dos segundos y la última vez que lo hacen, volteo para rociarlos con agua, tal y como Finnick había hecho conmigo unos días atrás.

—Señorita Kentwell, deje a sus compañeros en paz y preste atención.

—Ellos empezaron.

—No me importa quién empezó, mirada al frente.

Será un señor gruñón, pero de ser otro profesor, ya nos hubiese echado de rodillas fuera de la clase.

—Olvídenlo, vengan aquí.—ordena mientras escribe algo digno de ser considerado una invocación diabólica en el pizarrón.— Mellark, ni te molestes en ponerte de pie.

Caminamos como vacas yendo al matadero hasta llegar al pizarrón, Haymitch nos mira sonriente, sabe que no tenemos idea de qué es lo que ocurre en su clase.

Jugando Con Fuego. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora