El capítulo con las dos partes (II)

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Luego de caminar por horas, Gale decide detener la marcha al encontrar un lago, nos sentamos al borde del mismo para descansar, habíamos caminado bastante y estamos exhaustos, el día es bastante caluroso así que no podíamos seguir andando.

No se llenen tanto.–advierte Gale al ver que todos habíamos sacado comida de nuestros bolsos.–al menos si no quieren devolverlo todo de regreso, nos espera un camino empinado así que descansen todo lo que puedan.

–Sargento Hawthorne.–lo llama Finch.–¿ya puedes sentarte?

–Solo hago las advertencias pertinentes.

–Deja de hablar como un robot y siéntate a comer porquerías, Gale.–Finch le alcanza una bolsa de snacks y tira de su mochila para que se relaje de una vez.–ya fue suficiente campamento militar.

Él ríe abriendo la bolsa; Marvel y Finnick se quejan del calor y terminan quitándose las camisetas y tirándose ambos al lago.

¡Deben entrar!–grita Marvel desde el agua.–¡Esto es genial!

Nos pasamos la tarde entera en el lago, es bastante agradable y ayuda a apaciguar el calor. Glimmer termina tragándose unos diez litros de agua ya que es un poco profundo y ella no sabe nadar.

—Para la próxima vez reservaré un hotel en la ciudad—se queja la rubia—. La naturaleza me odia.

El camino de vuelta a la cabaña es horrible, termino convenciendo a Gale que me lleve a cuestas en su espalda.

Al llegar nos turnamos para entrar a la ducha, somos diez personas y hay un solo baño, tenemos que pensar en esto para nuestro próximo viaje. La situación entre Peeta y Katniss se ha calmado, creo que es más una situación de Peeta porque Katniss actúa como si no se hubiese enterado de nada.

Oh, la primera etapa: negación

Conozco a Katniss y a menos que Peeta llegue con una banda de mariachis y un cartel gigantesco que diga "me gustas", no hará nada al respecto. Quizás inclusive luego de eso se tome su tiempo para ver si habla en serio o no.

Tengo hambre—se queja Annie—. Ya necesito comida real.

Lamento informarte que cenaremos galletas con refresco—dice Finnick—. También tenemos papitas y una barra de pan, puedes elegir.

—¿¡Alguien puede deshacerse de todos estos sapos, por amor a todo lo lindo!?—grita Glimmer desde el baño—¡Ya no lo soporto más!

Luego de la cena decidimos separarnos de manera diferente: los que roncan en una habitación y los demás en la otra.

A Finnick no le molestan los ronquidos así que queda en la misma habitación que Marvel, Gale, Annie, y Glimmer.

Peeta, Cato, Finch, Katniss, y yo compartiremos la otra habitación.

—La misma amenaza de anoche sigue vigente—anuncia Katniss—. Nada de toqueteos.

—Pero yo quiero dormir de cucharita contigo—lloriquea Finch a modo de broma mientras Katniss la fulmina con la mirada—. No quieres mi amor, me siento ofendida.

—Dale tu amor a Clove.

—Ven aquí, Finch—la llamo una vez que me entierro debajo de las mantas—. Yo sí quiero dormir de cucharita.

Ella se arroja a mi lado y se pega a mi cuerpo.

Creo que nosotros dormiremos en el suelo—dice Peeta—. No quiero incomodarlas.

—¡Ay no seas tonto!—lo recrimina Finch—. Ustedes son nuestros mejores amigos, no nos incomodan; a veces molestan pero eso es todo.

Peeta ríe despacio y luego de unos diez minutos logramos convencerlo de que no duerma en el suelo con los sapos.

—No te preocupes, Peeta—le dice Cato, pegándose a su espalda—. Yo te haré cucharita.

Reímos de ambos mientras Peeta intenta sacarse a Cato de encima, termina rindiéndose luego de unos pocos minutos. Katniss apaga la luz para que podamos dormir, su humor se va al tacho una vez que tiene sueño.

—¿No piensas soltarme?—pregunta Peeta susurrando.

No—contesta Cato—. Buenas noches.

Al día siguiente salimos de la cabaña al mediodía, Finnick había preferido volver con Gale. Según él es porque viven cerca, pero yo estoy segura de que es porque el viaje con Marvel y Cato lo había traumatizado

—¿Me ven cara de Uber?—pregunta Peeta viendo la fila de chicas al costado de su automóvil.

—contesta Glimmer—. Un Uber muy guapo.

—Nunca me tocan de esos—se queja Annie—. Pésimo servicio.

Muy a pesar mío subo al carro con Cato y Marvel, por suerte voy sola en el asiento trasero y puedo acostarme ahí. Los tengo amenazados para que me dejen colocar la música y los torturo todo el camino hasta la casa de Marvel. La abuela de este sale a recibirnos.

—¡Ay que lindos mis niños, tan independientes!—exclama desde su pórtico—¡Mándale mis saludos a tu madre, Cato!

Marvel ha crecido con su abuela, y Cato al ser su mejor amigo desde niños, sabe la historia completa de su vida, cosa que nadie más conoce. Además de que su madre y la abuela de Marvel se habían vuelto cercanas debido a que ambos pasaban mucho tiempo uno en la casa del otro.

Viajamos otra media hora hasta mi casa, obligo a Cato a manejar despacio para que termine de sonar la canción que había colocado. El día está hermoso, no hay una sola nube a la vista, no hace mucho calor y el cielo está de un color celeste tan bonito que no parece real.

Una vez que llegamos a mi casa, Cato me ayuda a bajar mi bolso, él sube nuevamente al carro pero lo detengo antes de que se vaya, casi olvido mi móvil y llaves. Mis padres están en casa de una tía, con Izzy, así que no puedo entrar sin mis llaves; ya las he perdido unas cinco veces y no tengo el dinero suficiente para sacar copias nuevas. Él se baja nuevamente del carro, cargando con mis llaves y móvil en sus manos.

—¿Por qué me miras así?—pregunto ya que él me observa con una expresión extraña en el rostro—. Que ni se te ocurra jugarme una broma hoy, es domingo, es ilegal.

El ríe pero la expresión rara vuelve a su rostro al instante.

—Te amo.

—¡Yo también te amo!—digo abrazándolo con fuerza—. Este viaje ha sido excelente para nuestra amistad, te has puesto sensible y todo.

—Ay, Clove—dice despacio—. Es culpa del aire del bosque, tiene algo que me pone cursi.

Quedamos abrazados unos minutos en el pórtico de mi casa; la calidez de su cuerpo resulta reconfortante y no me quiero despegar de él. Agradezco que mis padres no están en casa porque de ser así me llevaría el regaño de la vida y nunca más podría poner un pie en la calle.

No quiero ir al instituto mañana—me quejo sin soltarlo—. Solo quiero ser feliz.

—¿Quién quiere ir al instituto?

—Peeta.

El ríe y se aparta de mí lentamente, algo dentro mío quiere que se quede.

Nos vemos mañana, Clove.

Espero que mi amigo cursi siga existiendo mañana.

—Ya veremos.

Él sube a su automóvil y toca la bocina un par de veces antes de alejarse.

Jugando Con Fuego. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora