El capítulo con el crush de Clove.

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El viaje del fin de semana me ha dejado exhausta y creo que he dormido por diez horas seguidas. Cuando salí de mi casa, mis padres ya no estaban, habrán asumido que me encontraba en el instituto. La verdad es que me perderé toda la hora de literatura, si es que me dejan entrar siquiera, pues ya pueden suspenderme.

Atravieso la entrada del instituto como si fuera que no ha sucedido nada, para no levantar sospechas, pero una vez más es la vice-directora Alma Coin quien me llama a su despacho. Ya tengo en la mente una película de cómo reaccionarán mis padres cuando se enteren de que me han suspendido: no veré la luz solar durante meses.

Es que usted no aprende nunca, señorita Kentwell—se queja la vice-directora, cruzándose de brazos y observándome de mala manera—. Pero como soy una persona bondadosa, quiero ofrecerle un trato para no tener que suspenderla.

Huele a trampa, de esas que te obligan a hacer voluntariado durante todo un semestre a cambio de dos puntos para aprobar una materia.

¿De qué habla?

Antes que ella pueda contestar, oigo cómo la puerta se abre a mis espaldas y una amplia sonrisa aparece en el rostro de aquella mujer, cosa que creía imposible. Doy media vuelta, y por poco se me cae la mandíbula al suelo, ya que creo haber visto a la creación más atractiva del universo.

Un chico de aproximadamente dos metros de altura, piel oscura y ojos claros, saluda a la vice-directora con alegría; quedo completamente idiotizada por la gruesa voz y perfecta sonrisa de aquel desconocido.

—¡Qué coincidencia, justo estábamos hablando de ti!—exclama la mujer, sacándome de mi trance—. Thresh, ella es Clove, te ayudará para que puedas adaptarte al instituto lo más rápido posible

—¿Clove qué?—pregunto en voz alta sin quererlo.

La vice-directora me lanza una mirada asesina mientras se pone de pie, para acercarse a aquel chico.

—Él es Thresh Morrowson—dice ella—, es un alumno nuevo; y no hay nadie mejor que usted, señorita Kentwell, para ayudarlo a integrarse a nuestra institución.

—Umm...claro—digo dudosa, y siento que caeré de rodillas cuando él me sonríe—¿Entonces ya me puedo ir?

—Por esta última vez—contesta Coin, volviendo a su escritorio—, vayan a clase.

Salgo disparada de la oficina de la vice-directora y por poco olvido a aquel chico, entré en pánico y nadie podría culparme por ello. Quedamos parados en medio del pasillo, antes de que mi mente comenzara a trabajar con normalidad.

—Entonces...—digo casi susurrando, en estos momentos detesto ser una persona medianamente introvertida—, eres nuevo.

—Así es—contesta él con una media sonrisa en el rostro, siento la sangre subir por mis mejillas y estoy segura de que luzco como una completa estúpida—, lamento haberte causado problemas con la vice-directora.

—¿Qué?—pregunto confundida—. No me has causado problemas, al contrario, creo que me salvaste de ser suspendida; ella y yo tenemos una larga historia de tira-y-afloja, no es nada nuevo.

Él me mira con una ceja en alto y yo me encojo de hombros; la clase de la maestra Portia está a punto de terminar, será mejor llegar para la hora de artes con Effie, así evito más regaños. Decido darle a Thresh un recorrido por el instituto mientras esperamos que el reloj marque las diez de la mañana.

—Y esta es la cafetería—anuncio llegando a lugar—, a mí me han aplastado varias veces aquí, pero no creo que tú tengas el mismo problema.

Jugando Con Fuego. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora