†Dieciocho†

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¡Dios! Sus labios eran exquisitos. Podría estar así todo el día. El estaba tenso, lograba sentirlo. Pase una mano por su nuca, enredando mis dedos entre su sedosos Pelo. Presioné su cabeza con ésta para así dejar un firme beso. Al ver que no respondía, me aparté, algo apenado después de todo.

-Yo... Lo siento, Rubén. No debí hacerlo. Me dejé llevar.

El se ruborizó.

-No... No te disculpes... Me ah gustado... Pero -suspiró, ruborizándose aún más- No sé... Nunca eh dado un beso en mi vida... Uhm...

Sonreí. Le había robado su primer beso. Era toda un inexperto respecto a ese tema. Acaricié su ruborizada mejilla.

-Solo relájate, ¿si?

Asintió, sin mirarme. Alcé su mentón con mi mano, para así poder verlo a los ojos. Sus hermosos ojos de color Verde. Me volví a acercar; nuestras narices chocaron, nuestros alientos volvieron a mezclarse, y nuestros ojos se conectaron. Me demoré unos segundos en darme cuenta de que Rubén estaba aguantando la respiración. Acaricié su cabello suavemente antes de sonreír.

-Relájate, Rubén.

Demoró en que me hiciera caso. Reí bajito antes de volver a unir nuestros labios. No hizo nada, por lo que yo abrí sus labios con la punta de mi lengua para explorar su interior. Sabía a algo que jamás había probado. Era dulce y amargo a la vez. Una combinación perfecta. Cerró sus ojos, dejándose llevar por las emociones, al igual que yo.

No estaba acostumbrado a ser tan suave con las chicas en lo que respecta a un beso Y mucho menos con los Chicos. Siempre buscaba algo brusco y fuerte, pero con Rubén era diferente. No podía evitarlo. Debía ser suave con el. Era extraño en mi actuar así. Algún día mis padres sabrían lo que yo hacía; matar y vender droga. Quizás no me dejarán más ver a mi hermanita por temor a que yo le hiciera daño... Primero muerto. No quería pensar en eso en este momento, por lo que borré aquellos pensamientos de mi mente.

Tomé las manos de Rubén para dejarlas sobre mis hombros y hacer que de alguna manera me abrazara, pero el no cooperaba. Me aparté unos milímetros.

-Abrázame, Rubén No te haré daño -aseguré, antes de volver a besarlo.

Su respiración era irregular, por lo que a veces se separaba de mis labios para tomar aire. Jugué con su lengua un par de veces antes de apretarlo más a mi, cuerpo con cuerpo. El se estremeció y me abrazó con debilidad, pero al menos me había abrazado. Comencé a regar besos desde las comisuras de sus labios hasta su cuello.

-Miguel... -susurró, mientras un jadeo se escapaba de sus labios.

-¿Quieres que me detenga? -susurré contra su húmeda piel.

-N... No.

Al escuchar su respuesta, inmediatamente le quité con suavidad la Camiseta con suavidad, dejándolo Descubierto. El intentó cubrirse, separándose de mi ruborizado. Me aparté mientras corría su cabello de su frente.

-Oye... No tienes que hacer esto si no quieres -le dije.

El me miró, mientras suspiraba.

-No quiero que veas esto... -susurró el.

-¿Qué cosa?

-Las marcas... Del paso del tiempo... -bajó la cabeza, sin apartar sus brazos de su pecho y estómago, intentando cubrir aquellas partes lo más que podía.

-Déjame ver, Rubén .

Negó con la cabeza. Me tiré con suavidad sobre el, dejándolo bajo mi cuerpo. Le quité los brazos, agarrándolo con firmeza por las muñecas con una mano y elevándolos sobre su cabeza. El chilló en protesta, pero no intentó volver a cubrirse. Me alcé para ponerme de rodillas; cada una al lado de su pequeña cintura y miré su cuerpo. Tragué saliva.

Las cicatrices llenaban casi cada lugar de su piel. Algunas de tonos oscuros y otras de unos tonos más claros. Tenía moretones que recién comenzaban a desaparecer, y una que otra herida casi curada por completo. Había una larga cicatriz cubriendo su vientre, de extremo a extremo. No era muy gruesa, pero era notoria por lo blanco que era. Toqué con suavidad con la yema de mis dedos, mientras lo miraba a los ojos. El los tenía cerrados.

-¿Qué te sucedió?

-Ese día... Llegué con un golpe en el brazo. Era un moretón muy grande y muy oscuro. Papá se enfureció. Era verano y yo solo llevaba una camiseta. Me aventó un plato grande y uno de los pedazos me provocó la herida. Demoró al menos dos o tres semanas en curarse casi hasta desaparecer... Tengo otra en la espalda de esa vez, cuando caí sobre otro... Es pequeña... Miguel ... -gimió asustado- No me toques allí...

Dejé de tocarlo. Besé su frente, sus mejillas, sus párpados, sus labios, su barbilla y cuello. Quería que se sintiera seguro conmigo. Me quité la camisa y la arrojé a un lado, antes de abrazarlo con fuerza.

-Te haré olvidar... Si me lo permites.

-Miguel...Tengo Miedo.

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sálvame ↮rubelangel™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora