Las víctimas

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Seguimos caminando durante horas, hasta que llegamos a lo que antes podría haber sido un pueblo. Las calles estaban devastadas. Casas y locales completamente destrozados. Lo que antes podía haber transmitido mucha calidez, ahora solo produce horror. Nos dividimos en grupos de dos, Atenea conmigo, y Daniel con Aiden. Junto a nosotras venía Near y Beyond se fue con Aiden y Daniel.
Entramos en una especie de tienda de alimentación. El cristal de la puerta, y de las ventanas estaba totalmente destrozado. Los pequeños vidrios esparcidos por todo el suelo, crujían debajo de nuestros pies.
-Atenea, recuerda que venimos principalmente a por latas, pero si encuentras algo como frutos secos, o comida de otro tipo que se pueda aprovechar, no dudes en cogerlo-
-Vale. Pero las cosas como las verduras y frutas, esas estarán malas, ¿no?-
-Bueno, yo no conozco ninguna fruta o verdura que aguante tantos meses fresca, así que eso dudo que lo encontremos-
Le sonreí, y ella me devolvió el gesto.
Mientras Atenea, Near y yo investigábamos la tienda, en la acera de enfrente, estaban Aiden, Daniel y Beyond, que querían ver que había útil en un bar de tapas. Decidimos movernos cerca, por si alguno del otro grupo, tenía algún problema. Atenea miraba por los estantes, cada lata que veía, la metía en un morral negro. Aunque fuese tan inocente como cuando sus padres vivían, me daba pena que hubiera madurado tan pronto, pero también me daba orgullo. Sus padres estarían muy orgullosos de ella, y de Daniel también. Seguía caminando por la tienda, hasta que encontré una puerta entornada, que daba a una especie de sótano, completamente oscuro.
-Atenea, quédate aquí con Near, yo voy a mirar por aquí-
-Vale Scar, pero eso está muy oscuro, ¿crees que habrá algo allí abajo?-
-No lo sé, pero por si acaso tendré a mano el revólver, tú no te preocupes, yo estaré bien, tu quédate aquí con Near- asintió, y yo me aventuré a bajar por las tétricas escaleras. Saqué una linterna para poder alumbrar todo a mi paso. Casi cuando ya estaba abajo, oí algo correr a mi derecha. Se escondió tan rápido que no pude verlo. En ese instante, me quede petrificada. Tenía un mal presentimiento. Alumbre a mi derecha, donde había escuchado los ruidos. Mi corazón latía a mil por hora, y el recolver en mi mano derecha temblaba.
-¿Hay alguien ahí?- como una estúpida pregunte. Era obvio que había algo ahí. Pero sentía que era necesaria esa pregunta. Seguí caminando, alejándome de las escaleras, y de donde había oído los pasos. Mas cristales rotos. Y de repente unas cajas se cayeron detrás de mi. Rápidamente me di la vuelta y vi a una escalofriante silueta, extremadamente alta, y delgada. De la impresión se me calló la linterna al suelo, y sin querer le di con el pie. El espectro se abalanzó sobre mi. Pegue un tiro al aire.
-¡Mierda! ¡Alejate de mi!-
Era muy fuerte. Empezamos a pelear, pero era mas como jugar al tira y afloja, yo intentaba apartarlo, y esa víctima lo único que hacia era atacarme con mas ímpetu. Conseguí alejarme lo suficiente como para poder apuntarle, pero de repente un escalofrío recorrió toda mi espalda. Y fue entonces cuando me gire y lo vi. Era otra víctima, que también iba a por mi.
-¿Pero cuantos sois?-
-No quieras saberlo- un susurro por parte de un tercero. Pero, había hablado, esa cosa acababa de hablar, casi no se podía entender si no prestabas atención, y encima lo dijo como un suspiro. Lo que dijo Aiden era verdad. Van mutando. Este tercero podía hablar, y me di cuenta de que su aspecto, había cambiado. La víctima que transformó a mi hermano, mediría un metro ochenta, tenia la piel de un tono grisáceo, y los ojos dependía de como los hubiera tenido el individuo. Pero estos no. Estos eran mas blancos que el papel, y sus ojos eran completamente negros, igual que los de los topos. Y resulta que ahora podían hablar.
-¡Atenea! ¡Llama a Aiden inmediatamente, aquí hay tres víctimas!-
-¿¡Que?! ¡Voy ahora mismo!-
Oí como salía corriendo con Near a por Aiden. Yo mientras tanto, intentaba zafarme de los intentos de las víctimas por agarrarme. A uno lo herí en el hombro de un balazo. Mientras se retorcía de dolor, los otros dos me perseguían por el sótano. El primero consiguió agarrarme del pie y tirarme al suelo. Al chocar contra el suelo, me di con gran brusquedad en la mano izquierda. Seguía tirada en el suelo, cuando oigo la voz de Aiden.
-¡Aléjate de ella!-
Con un machete, le corto la cabeza, al que yo había herido en el hombro. Pero cuando yo estaba levantándole, uno de los dos que quedaban, me volvió a agarrar de la bota, quitándomela al fin, y mordiendo en la parte de los tendones, que conectaba con los dedos. Un mordisco profundo, doloroso y letal, cabaz de atravesar el par de calcetines que llevaba puestos. Sabía lo que significaba eso. Pero no iba a permitir, que después de eso, ese monstruo se saliera con la suya. Agarre el revolver, y le di con el mango en la cabeza para aturdirlo.
-Tienes que atravesarles el cuello. Si les dañas la médula espinal, los matas de un solo golpe- me dijo Aiden. Hasta ahora siempre los habíamos matado con dos balas, una al corazón y otra al cráneo, porque, por lógica, ningún ser vivo puede vivir sin corazón o cerebro. Pero lo de atravesar la médula espinal tenía mucho mas sentido. En los accidentes automovilísticos, si te dañabas la médula, podías, o bien quedarte tetraplégico, o bien podías morir. Eso se da, porque realmente es la médula, la que conecta las ordenes del cerebro, con el resto de órganos. Es como una red telefónica, la médula seria el cable que conecta los datos que ofrece el servidor (el cerebro) con los demás aparatos electrónicos (el resto de órganos)
Veía como Aiden luchaba contra las otras dos víctimas que seguían en pie. No podía quedarme quieta, así que decidí proceder de la siguiente manera:
-Aiden, yo les disparo en la cabeza para dejarles secos, y tu les cortas la cabeza, para matarles del todo-
Y así lo hicimos. Recogí mi arma del suelo, apunté, disparé, y conseguí darle en la cabeza. Acto seguido, Aiden le corto la cabeza. Hicimos lo mismo con el segundo. Ya con los tres monstruos fuera de combate, me puse corriendo la bota, y recogí la linterna.
-¿Estas bien?- me preguntó Aiden
-Si, no me lo esperaba, eso es todo. ¿Atenea y Daniel están bien?-
-Si, pero están que se suben por las paredes, lo mejor sera salir de aquí.-
Subimos las escaleras. Sentía como si me estuvieran quemando el pie, o como si caminase por brasas. Definitivamente, no volvería a ver un amanecer.
Atenea y Daniel nada mas verme se lanzaron a abrazarme.
-¿Estas bien Scarlet?-
-Si. Te dije que estaría bien.- Sonreí a Atenea y a Daniel.
-Creo que deberíamos ir a una casa, lo suficientemente alejada de aquí como podamos, y pasar la noche ahí-
Decidimos hacer eso, pero antes de salir de la tienda, tapiamos la puerta, cualquier precaución es poco, y mas ahora.
Encontramos una casa, a las afueras del pueblo, casi en la montaña. Entramos, y examinamos la casa a fondo. Pero llego el momento de mirar el sótano. Esta vez, no había nada. Menos mal, pues no estábamos en situación de ponernos a pelear. De repente Atenea se acercó a mi con mala cara.
-Scar, no me encuentro muy bien, me mareo y tengo mucho calor.- me lo temía. Han sido muchas emociones en un mismo día. Aparte de haber estado todo el día andando, también lo que había pasado en la tienda.
-Tranquila, túmbate en el sillón, y descansa, no es bueno que te alteres de esta manera- se tumbó en el sillón, y yo me puse a ordenar lo que habían encontrado.
-¿Te ayudo?- Me giré y vi a Aiden sonriendome.
-Si eres tan amable-
Daniel se fue al salón con su hermana. Abrí el morral en el que Atenea había estado guardando la comida. Grande fue mi sorpresa cuando vi tres votes de crema de chocolate, y dos de crema de cacahuete.
Miré hacia el salón con una sonrisa.
-¿Qué pasa?- me pregunto Aiden. Yo solo le mire con una sonrisa, mientras elevaba los botes de crema de chocolate.
-Esto es lo que pasa, y lo mejor es q no están caducados-
-Una buena noticia, para un día de mierda- enarque las cejas, y me puse seria.
-Podría haberlo hecho sola, pero me habían pillado desprevenida. Tu ayuda estuvo bien, pero lo hice primordialmente por las niñas, no por mi o por ti-
-Siempre vas a ser así, ¿verdad?-
-¿Así cómo?-
-Así de cabezota-
-La respuesta es si, nací cabezota, y moriré cabezota-
Él se limito a reírse ante aquella respuesta. Terminamos de repasar lo que teníamos, y calculamos que nos daría para un mes.
-Oye, voy a preparar los focos de afuera- le dije, él solo asintió.
Salí fuera de la casa, puse los focos rápido, y aproveche para mirar la herida. En el bolsillo llevaba unas gasas que me había escondido mientras repasaba la comida que teníamos. Me saqué la bota, y después los calcetines. La mordida no tenia del todo mala pinta. Solo se había infectado un poco. Limpie la herida, y después la vende. Quizás podría aguantar un día en ese estado, o quizás no. La cabeza me estallaba, me mareaba, y tenía unas ganas horribles de vomitar. Pero aguanté eso. Volví a ponerme los calcetines, y la bota, encendí los focos y me metí dentro de la casa. Me dirigí a la cocina, y resultaba que Aiden había preparado la cena. -Valla, ¿qué has hecho?-
-Un invento extraño, pero creó que es comestible- se río, yo lo imité.
-¿Seguro? Porque creo que tiene vida- me reí, y el se río sarcásticamente.
-Es una broma, no tiene mala pinta, ¿qué es?-
-Un revuelto de chorizo y morcilla-
-Mmmm, me encanta. Hacía ya mucho tiempo que no comía algo así. Me acuerdo que cuando era pequeña, mi madre me preparaba un plato que se llamaba "la pringa" que se hacia con toda la carne del cocido, que era, el tocino, el chorizo, la morcilla, el tocino, jamón, etc. Me encantaba-
-Creo que eso estaría realmente bueno, yo solo me he limitado a cortar el chorizo y la morcilla, y lo he calentado un poco, con una especie de mini hoguera que me he montado aquí-
-Ya lo veo-
Lo servimos en platos, y empezamos a comer.
-Esto esta buenísimo, me recuerda a cuando íbamos a comer a casa de la abuela, y nos preparaba un plato riquísimo, que se hacía con mucha carne.-
Atenea sonrió a Aiden. Al terminar, las niñas prepararon los sacos para dormir. Empecé a tener mucha fiebre, y los mareos eran mas fuertes, y al final acabe saliendo al jardín, y vomite allí. Aiden me siguió, y dijo:
-¿Estas bien?-
-No, Aiden, tengo un problema muy gordo-
El me ayudo a sentarme en el bordillo, y me cogió las manos.
-Scarlet, ¿qué pasa? Estas muy rara desde lo de la tienda-
Me quité la bota y después los calcetines, me quité la venda, y le enseñé el pie.
-Este es mi problema- le enseñé el pie, y el puso cara de asombro.
-Scar...-

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⏰ Last updated: Aug 20, 2018 ⏰

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