La parte buena de la noche

32 5 1
                                    

Entré a la caseta, y pude ver que Atenea estaba encendiendo la chimenea. Al igual que Daniel, es muy lista y avispada.
-Atenea encendido la chimenea?- Pregunté lo evidente, pero ella no me había visto entrar, y quería hablar con ella.
-Si, no quería que Daniel y tu lo hicierais todo.-
-Bueno, esta muy bien, pero tienes que tener más cuidado con las cerillas, te puedes quemar, o se pueden gastar, pero esta bien que quieras ayudar.- Me parecía bien que lo hubiera hecho ella, pero si no tenía cuidado, se podía hacer daño.
-Scar ya he terminado las fogatas, ¿quieres que haga algo más?-
-No hace falta Daniel, tu hermana ya ha hecho el fuego de la chimenea- le dije yo señalando el llameante fuego.
-Ah, bueno, púes sólo habrá q calentar las latas.- Le hice un gesto para que le digera a Atenea que lo había hecho bien.
-Daniel.-
-Am, veo que lo has hecho tu sola, bien hecho.- Intentó poner una sonrisa pero le quedó muy forzada.
-Bueno Atenea, tu quédate aquí al lado de la chimenea y caliéntate, Daniel y yo vamos a preparar las mantas y las latas.- Daniel y yo nos apartamos de la chimenea, y nos fuimos hasta el fondo de la caseta.
-Si te digo la verdad, te parecerás mucho a mi en cuanto a carácter, pero la verdad es que yo disimulaba mucho mejor que tú, cuando hacia algo que no me gustaba. Daniel, creo que deberías ser un poco más atenta con tu hermana, lo digo porque sé que lo de la chimenea lo ha hecho para ver tu reacción, porque quiere ser como tú. Y sin embargo, tu no te das cuenta y pasas de ella.-
-No es que pase de ella, sino que no creo que necesite estar con elogios, hacia todo lo que hace. No me parece justo.-
-Y ¿se puede saber por qué? Porque yo siempre que veo algo bueno de tu parte bien hecho, lo premio, ¿o no es así? Y puede que te exija un poco más que a ella, pero es porque eres la mayor, y si yo no estuviese, serías tú quien tendría que cuidar de ella.-
-¿Ves? Soy yo quien tiene que cargar con más cosas, no te das cuenta de que fastidia mucho el tener que estar pendiente de todo lo que hace o deja de hacer Atenea, siempre me ha gustado ser más independiente, y creo que tú eso lo entiendes bien ¿no? Doña, "Yo voy sola para no tener que cargar con los demás".-
-¡Por Dios Daniel! ¿Es que no lo entiendes? ¡Estamos solas en esto! ¡Tenemos que cuidar las unas de las otras! Y si tu crees que es una carga  inmensa, el tener que vigilar un poco a tu hermana, prueba a cargar con dos niñas, con las que sólo me llevo unos pocos años, y las que son hijas de mi difunto hermano. Yo soy quien tiene que procurar que no os pase nada. Y perdona si es mucho pedir, que te quedes a cuidar de tu hermana en un sitio seguro, mientras yo me juego la vida, entrando en sitios más oscuros que las noches de mierda que paso en vela, para conseguir comida.- Creía que la cabeza me iba a estallar. Estaba tan decepcionada con lo que acababa de decir Daniel, que simplemente deje que mis palabras salieran solas, procurando que no se trabaran en mis labios.
-Púes perdona que seamos una carga.- Contestó Daniel con sorna. Acto seguido, no pude contener mis impulsos, y le di una bofetada.
-¡No vuelvas a decir semejante gilipollez! ¡No sois una carga! Lo que me molesta es que por mi culpa, seas como yo. Una hipócrita insensible, que aparta a la gente que la quiere, porque teme que la hagan daño. Eres igual de fría y  condescendiente que yo. Sólo pensando en ti, y en que no te pase nada. Y me cabrea porque soy igual, pero desde que murieron vuestros padres, intento daros el mismo cariño que os daban ellos, el mismo apoyo y la misma protección que os profesaban, eso fue lo que les prometí. Y ahora, si no te molesta demasiado, cuida de tu hermana y quédate aquí, mientras yo salgo un rato.- Ni siquiera escuche su reproche para que no me fuera, simplemente me dirigí a la puerta, no sin antes decirle una cosa a Atenea.
-Tú tranquila, sigue siendo igual de fuerte que hasta ahora, porque aunque no lo parezca, eres más fuerte que las tres juntas.- Le sonreí, y salí de la caseta. Tenía un sentimiento de tranquilidad, dado que habíamos puesto focos y fogatas, pero por si acaso, estaba alerta.
Estaba histérica. Quizás me había pasado un poco, o quizás no. El caso es que estaba histérica, y con un ataque de rabia.
Intentaba calmarme, cuando de repente, veo una tintineante luz acercarse hacía mi. Rápidamente saque la 9mm de la pistolera que llevaba en la cadera, y apunte. -Como no te quedes quieto, te dispararé justo en el entrecejo.-
Era mentira, porque no veía bien su cara, podía distinguir que era un hombre, porque el pelo lo llevaba corto.
-Tranquila, no vengo para hacerte daño, simplemente vi las luces, y me dirigí hacia aquí.-
Era una voz dulce y suave, se percibía que era masculina, pero aún así, muy agradable.
-Ven hacia aquí sin hacer movimientos bruscos, o te juro que te mato.- Puede que estuviese siendo un poco borde, pero no quería arriesgarme.
-Vale, pero no vengo yo sólo, te lo digo para que luego pienses que era una trampa o algo asi- Cuando oí que no estaba sólo, me tense, me prepare para disparar. De repente oigo un silbido muy agudo, y otras dos luces se acercan a gran velocidad.
-Near, Beyond, quietos. Estos son mis acompañantes.- Vi que se acercaba con seguridad,  junto con sus "acompañantes".
-Te veo demasiado confiado.-
-No lo suelo ser, pero no pareces una mala persona.-

El pueblo duermeWhere stories live. Discover now