ojos grises

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La alarma es la única que puede despertarme en un lunes, no se la razón todavía. Me levante y tome mi uniforme, que hoy consistía en un pantalón rojo y una blusa blanca de botones, cogí todo mi cabello en una coleta y antes de salir de mi cuarto tome mi celular y mi mochila.

Mi madre está en la cocina y me sonríe al verme, hace una seña con la mano para que dé una vuelta, yo lo hago y ella me da la aprobación. Su enojo se pasó muy fácil, no tengo quejas respecto a eso, pero el que ni mirarme puede es mi padre quien no está en este momento. Gracias a dios.

- Mamá –ella sonríe al entregarme el desayuno.

- ¿Qué sucede, Clio?

- ¿crees que podría ir a la cena familiar de Deo? Me invito el día de la fiesta y en verdad quiero ir.

- Hmm, no lo sé, querida. Tu padre sigue un poco enojado.

- Tú y yo sabemos que se enojó porque Deo estaba cerca, papá no lo quiere.

- Mira, amor, yo sé que Deo es tu mejor amigo y así, pero...

- ¿pero?

- Es hombre, eso significa que tiene pene.

- ¡Mamá! –juro que me he puesto como tomate.

- ¿Qué? Tengo razón y lo sabes, ¿Qué tal si quiere tener sexo con mi princesa? No, definitivamente no quiero eso.

- Ni yo tampoco –murmuro bajo. –mamá. –digo esta vez para que me escuche. –tengo buenas calificaciones y con ello un promedio excelente.

- Lo sé.

- Entonces, por favor, déjame ir con Deo. Estará toda su familia, sus hermanas. –las cuales están hermosas. –primas. –quienes tenían unos pechos grandes y perfectos. –y obviamente su mamá.

- Lo hablare con tu papá, ahora desayuna ya que llegaras tarde.

Sonrió feliz, porque eso es un sí definitivo. Termino rápido mi desayuno y salgo de mi casa, gracias a los dioses que Deo está en la misma escuela que yo...lamentablemente hoy es día de porristas lo que significa miles de mini faldas.

Niego con la cabeza y me siento a esperar el camión escolar, a mis padres no les parece correcto que o tenga carro...piensan que en una de esa me les vaya a fugar con un chico que obviamente tendrá pena. Me rio por recitar a mi madre en mi cabeza.

Alguien me empuja, obviamente me giro para partirle la cara al... me rio al ver a Deo y lo abrazo.

- Me ibas a golpear, Clio.

- Claro que no. –obvio sí.

- Clio, aléjate. Tu no me quieres –intenta quitarme, pero me le aferro como vil sanguijuela.

- Deo, perdón.

- Ya, está bien, te perdono. –solo cuando dice esto, yo lo suelto. -¿te dejaron ir?

- Dijo mi madre que iba a hablar con mi padre.

- Eso es un sí.

- Exacto.

- Bueno, en ese caso llévate muchas chamarras.

- ¿Dónde será? –me fijo a la carretera y el camión ya viene...muy despacio, pero viene.

- En San Juan de Terranova, está en Canadá.

- Diablos, muy halado en esto meses.

- Correcto.

El camión por fin llego y como siempre yo me senté con Deo, al llegar a la escuela me entraron los típicos nervios...la escuela en la que estoy es el enemigo mortal de los que son como yo. Escuela Católica Señor de Luz.

Cada día, cada diferente hora de estudio nos dan platicas respecto a la homosexualidad, la cual ellos dicen es un maldición. Es una enfermedad. Es cosa que el Diablo ha creado. Por lo cual eso quiere decir que si se llegaba a saber mi orientación sexual ellos serían los primeros en lanzarme una piedra y prenderme en fuego.

Deo para un brazo por mis hombros, él sabe que temo a la escuela. No porque me hagan bullying si no porque algún día alguien pueda descubrirme.

- Todo estará bien, Clio. –me susurra Deo. -es nuestro último año y solo hay clases hasta el miércoles. Tú puedes.

- Gracias por no decir nada. –le sonrió.

- Eso no lo tienes que agradecer.

- Sí, claro que debo.

- Como tú quieras.

Deo se enteró de mi homosexualidad por un accidente que hubo hace años, yo en un día de "locura pubertad" fui a un bar lejos de mi cuidad, realmente lejos y, bueno, había un chica realmente guapa ahí así que salimos. Cuando yo salía de ese bar tomada de la mano con esa chica Deo apenas estaba entrando. Nos vimos por un largo tiempo, el sonrió, asintió y siguió como si nada. Al día siguiente de eso nos volvimos amigos...fue raro.

Cuando llegamos a nuestro salón, yo me senté hasta enfrente y Deo se sienta tras de mí. La hermana Soledad entra y se sienta en el escritorio. Ella hace honor a su nombre, está más sola que un zorrillo.

- Buenos días, jóvenes.

- Buenos días, Hermana Soledad. –respondemos todos al unísono.

- Demos gracias al Señor por darnos un día más de vida.

Entonces todos entrelazamos nuestras manos y cerramos los ojos. Yo en mi caso le agradezco por otro día sin que nadie sepa mi homosexualidad. Después de agradecer la clase comienza y todo se vuelve parte de la rutina...hasta que entra una linda señorita de ojos grises. Me he enamorado.

Ella realmente es hermosa, tiene ese color de piel moka y piernas largas y tonificadas y, dioses, en verdad es hermosa. Deo patea mi banca y yo salgo de mi trance. Parpadeo repetidas veces y bajo mi mirada a mi cuaderno de apuntes.

Logro escuchar algunas cosas de la conversación de la Hermana con la chica de ojos bonitos y en verdad el amor se puede ir a la mierda. La chica de ojos grises viene a hablarnos sobre lo dañino que es que te guste alguien del mismo sexo. El nombre de su presentación "Dios creo Adán y Eva, no Adán y Evo"

Mierdas radículas.



Esta princesa No busca príncipeWhere stories live. Discover now