11. Lecciones y confusiones

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Douglas

—¡Douglas! —gritó mi madre desde alguna parte de la casa. —¡Levántate! No ha sonado el despertador y no encuentro la cacerola para despertar a tu hermano.

Gruñí e hice sonar mi espalda.

—Ya voy, mamá.

—Me voy al hospital. —dijo. —¿Puedes llevar a Dave al colegio?

—Sí, yo lo llevo. —grité y luego sentí la puerta cerrarse.

Volví a estirarme y desperté a Dave. Este se levantó más rápido de lo que pensaba y entró al baño.

< ¿Cómo hacía la gente para levantarse tan rápido? Algo que nunca entenderé>

Mamá nos había dejado el desayuno servido sobre la mesa y, junto a la comida, las llaves del auto.

<Hoy sería adulto. O algo parecido.>

Dave y yo comíamos sin mirarnos. Parece que ambos teníamos hambre y no nos daba vergüenza demostrarlo.

—¿Porqué te ha molestado tanto que preguntase sobre Cailin y tú? —dijo, finalmente, Dave.

—No me molestó, Dave. —mentí. —Me incomodó un poco. Pero ya pasó.

—No te incomodes, Doug. —dijo para luego, tragar el pedazo de panqueque que su tenedor sostenía. —A veces decir la verdad, es necesario.

—¿Qué verdad?

—Podré tener once, pero no soy estúpido, Douglas. —aseguró.

Asentí y dejé el panqueque a un lado. Quería escuchar lo que Dave tenía para decir.

—Vi como se miraban de reojos. —dijo y luego bebió de su vaso. —¿Qué estás tomando? Mamá me sirvió té helado. —hizo una cara de asco.

—Dave, continúa. —dije.

—Bien. —levantó sus manos. —Es más que obvio que Cailin te gusta y ella, gusta de ti. No hay mucha vuelta con ese tema. —terminó y me sacó mi vaso para hacer la misma cara de asco que había puesto hacía unos segundos atrás.

Reí.

—Primero, Dave Brown, estás más que equivocado. —aseguré. —Cailin está de novia y yo, pronto lo estaré también. La extrañé, eso si te lo puedo afirmar. Pero no me gusta y nunca me gustó.

—Mientes.

—¿Por qué no me crees? —entrecerré los ojos.

—Porque cuando mientes, arrugas la nariz. —dijo. —Al igual, que mamá.

< ¿Qué? ¿Desde cuándo? >

—¿Qué dices?

—Lo que escuchas. ¿Acaso eres sordo, igual que mamá?

—¿Qué? No. —dije.

—Bien, eso espero. —levantó su plato y lo puso en el fregadero. —Nunca supiste mentir, Doug. Yo te enseñaré.

Dave se sentó a mi lado y me miró directamente a los ojos.

—Tienes que decir verdadero o falso. —dijo.

—Dave, llegamos tarde.

—Es lo que menos me interesa en este momento. —dijo. —Te estoy enseñando a sobrevivir.

Douglas & CailinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora