Capítulo 28

1.8K 151 60
                                    

Narra Louis:

Lo: ¿qué te parece el divorcio? Así dejo de ser tu maldito bulto - usé esa palabra para detener la pelea, nunca hablaba enserio.

__: cómo quieras, púdrete solo - apartó su mirada de mí y desapareció de la sala.

La furia era tanta, que tiré algunos jarrones que encontré camino a la biblioteca, donde estaba antes. Las peleas que habíamos tenido antes no habían sido tan fuerte como esta. Ninguno de los dos pedía disculpas, siempre nos hablábamos para el desayuno y todo volvía a ser como antes.

La muerte de Stan fue lo peor que el destino preparó para mí. Cada noche antes de dormir recordaba todo lo que habíamos vivido y pasado juntos, todos los consejos que me había dado con las obras de teatro que hacíamos y nunca faltaba esa lágrima inoportuna cuando lo hacía.

En mi oficina siempre tenía un portarretrato de mi hija con _____, pero como no tenía otro cuadro, quité su foto y puse la de Stan. Quería recordarlo siempre, en cada momento de mi día. Creo que ese era mi miedo, olvidar todo lo que hizo por mí y que no quede nada de él en mi memoria.

Me había vuelto algo amargado desde ese acontecimiento, lo admito, pero no era por algo en contra de mi familia, era por respeto a su ausencia. Ella y yo acordamos que actuaríamos normales en frente de los demás para que no nos hostiguen con sus preguntas.

Ella había apoyado todas mis decisiones hasta ese día. Se hartó de mi comportamiento y de la indiferencia que tenía con ellas. Eso no lo hacía por malo, sino porque él no merecía que yo sonría luego de su partida. Terminé deduciendo que yo nunca le importé, que nunca me amó como tanto dijo, que todo lo que yo había hecho por ella no había significado nada porque, de no ser así, ella me habría apoyado por siempre.

Ardía de amargura en mi asiento. Escuché la puerta cerrarse: ella se había ido de la casa. A mi enojo se le sumó mi dolor, porque con eso había mostrado su verdadera cara. Fui al bar por alcohol. Tomé las dos botellas de vino que nos quedaban y las llevé a mi habitación. Noté sus cajones casi vacíos, los de Amy estaban del mismo modo. Se había largado a la casa de su mamá.

Que tomara no solucionaría nada, pero era mi única salida de tantos problemas. Lloré como un niño y caí dormido como cualquier cosa en el piso de mi habitación.

...

El dolor de cabeza al día siguiente era inevitable y más cuando había tomado como si no hubiera mañana. Seguía solo en casa, pero me dio igual, ellas volverían y todo seguiría igual. Me preparé un café.

Estaba tranquilo, cuando algo hizo notar su presencia a la altura de mis pies. Bajé la mirada y era el muchacho que ya no estaba tan pequeño como cuando lo adoptamos. Amy lo había mantenido bien limpio y peinado, me sentí orgulloso de lo responsable que era mi pequeña.

Lo: supongo que tienes hambre - se había sentado a mirarme comer - yo también, amigo - reí solo.

Me paré para ver si aún quedaba comida para él, se había acabado. Él tenía hambre, yo tenía hambre y no había nadie más en casa. Le puse la correa y lo saqué para ir por el pan y algo para él.

Volviendo del súper, me encontré con Liam revisando su correo.

Li: hermano - me notó llegar.

Lo: Payno, ¿qué tal? - chocamos hombros.

Li: recién despertando - noté su bata - ¿tú? - Lucky lo estaba oliendo.

Lo: fuimos por comida - respondí.

Debo, puedo y quiero. || L.T. »3«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora