Capítulo 22: Sebástian

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—Entiendo... ¿Entonces no quieres sexo?

—No. Solo que hablemos un rato, que seas mi amiga.

—En ese caso, ¿Dime qué te pasa? —Bianca entró en confianza.

—Pues que no sé qué hacer con mi vida... A veces siento que me quiero morir...

—¿Por qué? ¿Qué ocurrió? —preguntó bastante interesada por el asunto.

—Es por mi novia, con la que salí por muchos años. Me dejó... Dijo que necesitaba a una persona más madura y con más dinero, que no quería a un niño en su vida.

—¿Y qué edad tienes tú?

—Veintisiete años. Ella veintinueve...

—Entiendo... ¿Y acaso eres pobre?

—En realidad no, me gano la vida como toda persona humilde. Pero parte del dinero se lo doy a mi madre que está muy enferma y ella es mi única familia, lo único que me queda en esta vida.

—Entiendo, el amor de madre es algo muy fuerte, por lo cual se realiza cualquier locura.

—Sí, así es.

—¿Y cuánto duraste con tu novia?

—Cinco años...

Bianca quedó sorprendida.

—Eso es demasiado, y para que te dejara de esa forma... Que desperdicio de mujer...

—Cinco años, y nunca nos casamos, nunca tuvimos hijos, nunca fuimos una familia... ¿Sabes? El amor no correspondido es como el aguijón de una abeja, cuando te pincha, la abeja muere —comentó mientras miraba al vacío.

—Son palabras fuertes... Pero igual, tienes que seguir con tú vida. Por una piedra con la que tropieces, no significa que de un barranco caerás.

—Lo sé, y gracias. Eres la primera mujer que me escucha.

—Por cierto, Sebástian. ¿Por qué elegiste un prostíbulo para esto? Existen demasiados lugares mejores en el cual te pueden escuchar.

—Porque siempre las mujeres que se prostituyen llevan una vida llena de frustración, agonía y dolor. Pensé que una como tú me entendería, ya que ni mis propias amigas pudieron, y estaba en lo cierto. Apareciste tú.

Bianca soltó una sonrisa apenada.

—Gracias.

Y así empezó todo. Bianca y Sebástian establecieron una larga charla, como si se conocieran desde antes; sus corazones y sus mentes se encontraban unidos en ese instante, sincronizados. Risas aparecían y carcajadas surgían. Bianca se sentía feliz, hace tiempo que no reía como lo hizo con Sebástian. De pronto los dos se callan, el silencio aparece nuevamente, pero Bianca lo espanta.

—¿Sabes algo Sebástian?

—No, Dime.

—Realmente siento como si te conociera desde antes —confesó mientras se acercaba y le tocaba la cara —. Como si este momento ya lo hubiese vivido antes.

—Aunque me gustaría que fuese cierto, sé que no, es primera vez que te veo en toda mi vida y agradezco haberte conocido —Sebástian se levanta de la cama mientras le agarra la mano —. Gracias por darme esta placentera charla, espero verte pronto —dijo él antes de irse.

Le dio un beso en la mano y se fue.

***

Ya eran las diez de la noche y Bianca se encontraba en la cama pensando en aquel hombre desconocido.

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