Capítulo 23: La cita

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Solo habían transcurrido quince minutos desde que Sebástian había llamado. Eran las seis y quince de la mañana y Tristeza se encontraba yendo justo al cuarto de Bianca, abrió la puerta y la encontró durmiendo.

—Oye, Bianca —dijo en vos baja mientras la movía para que se despertara.

Bianca medio abrió los ojos.

—¿Qué pasa? —su voz sonaba adormilada.

—Tienes trabajo —comentó mientras se sentaba a su lado.

—Pero si solo son las seis de la mañana, que yo sepa trabajo es en la noche.

—Sí, estás en lo cierto, pero te alquilaron para todo el día.

Bianca se levantó de golpe y dijo de manera muy sorprendida.

—¿¡Qué!? ¿Todo el día? —preguntó sobresaltada.

—Sí, un joven llamado Sebástian llamó hace unos minutos y dijo para alquilarte. Yo solo vengo a decirte lo que me ordenaron.

Bianca observa al vacío y pensó: «¿Sebástian? ¿Qué querrá?».

Tristeza se levantó de golpe.

—Date prisa, que te están esperando afuera un auto color blanco, este te llevará al lugar donde se encuentra el joven.

—¿Y aparte me esperan? Pero si Sebástian me dijo que no tenía mucho dinero... —dijo confundida en voz alta.

—Pues te abra engañado. La chica que atiende los teléfonos me dijo que había pagado por ti diez veces tú valor.

—¡¿Diez veces!? ¡Es demasiado dinero!

—Yo también pienso lo mismo, Bianca —Tristeza se acercó a la puerta —. Espero que te vaya bien.

Bianca se paró de la cama, se bañó y se vistió muy atractiva, con una blusa escotada de color blanco, la cual dejaba sus senos al aire y una mini falda ajustada de color negro, acompañado de unas sandalias blancas con tonos dorados en los bordes, y como toque final, un suave perfume para endulzar su tez. Al tener todo su cuerpo listo decidió pasar a su cara, y la llenó de color, muy sencillo, como siempre le ha gustado. Ella no entendía por qué se vestía de esa manera para un desconocido, pero igual se sentía alegre. Por primera vez elegía vestirse así. Bajó muy deprisa por las escaleras, ya que no quería encontrarse con Amor, y salió por la gran puerta de acero. Por un momento se detuvo en la entrada y observó al auto blanco, sentía nervios, pero igual prosiguió y se montó. Solo se encontraba un hombre vestido con traje negro y lestes oscuros.

—Buenos días señorita Bianca —dijo el chófer con una voz muy seria y amarga, aunque cordial.

—Buenos días... ¿Me podría decir a dónde vamos?

—A encontrarse con el señor Sebástian.

Bianca lo miró sorprendida.

—¿Señor Sebástian? —preguntó confundida, no entendía porque le decía así.

Pero el hombre no respondió y siguió manejando. Luego de un rato llegaron a su destino y Bianca se bajó, se trataba de un café al aire libre muy conocido en Caracas. Bianca con un poco de nervios se acerca y se sienta al lado de aquel hombre de traje gris.

—¿Qué ocurre aquí? ¡Explícame lo de señor Sebástian!

—Imaginé que te darías cuenta en cuanto bajaras del auto. En realidad, yo no soy una persona necesitada, tengo bastante dinero.

—Entonces, ¿Todo lo que me dijiste fue mentira?

—No, todo fue cierto. Pero no estoy tan deprimido como te hice creer.

Secuestro Experimental ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora