seventeen; being so Ian

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Seventeen;
being so Ian

Ian

Un cosquilleo. Un simple cosquilleo fue lo que recorrió mi mejilla cuando vi en el aire la palma de la pequeña chica frente a mí. De haber sido otra persona habría atrapado su muñeca antes de siquiera rozarme y ya estaría su brazo doblado detrás de su espalda.

Pero por alguna razón no la detuve. Dejé que me golpeara.

Sólo porque era Calí.

Aún estaba hermosa con el rostro tan rojo como las luces de mi auto, con sus ojos bien abiertos y sus dientes apretados por la ansiedad. Creo que aún no hacia consciencia de que me había dado una gran bofetada, y yo tampoco, porque nos vimos por unos segundos directo a los ojos.

—¡Vaya!—exclamó Cole, como le decían todos sus cabrones, El Cuervo—Esa chica me agrada, ¿cuál es tu nombre, primor?

Lo vi dar unos cuantos pasos hacia nosotros, hacia Calí. Ella seguía estupefactada, así que me puse delante y la cubrí con mi cuerpo, interponiéndome entre él y ella en su camino.

—No te le acercarás—dije muy bajo, tanto que soné igual de amenazante como estaba mi mirada.

No dejaría que ninguna de las ratas allí presentes tocaran a Calí y a su inocencia, aunque no entendía porqué la rata mayor, yo, me lo permitía. Esa fue una de las razones por la que me alejé de ella.

Cole levantó sus brazos y frunció el ceño, fingiendo estar confundido. Él entendía claramente que yo no estaba jugando.

—¿Qué pasó, Black?—preguntó, encendiendo a todos de la multitud a verme de manera interrogante—Siempre compartes, ¿por qué a esta no?

Sentí el estremecimiento de Calí en mi espalda.

—Te arrancaré tu lengua—sonreí.

Fue entonces cuando Cole se dio cuenta que ya había tocado fondo, y hacerlo conmigo era malo. Muy malo. Por eso mismo me había retirado de las carreras, los débiles no aguantaban que yo ganara y cuando se me lanzaban, no salían bien. Para nada bien. Posiblemente nunca más volvieron a correr.

—B-Bien—tartamudeó, pero después intentó recuperar su compostura de falsa confianza. Se acercó a mí y su rostro quedó a pocos centímetros del mío—. ¿Tanto la quieres? Ganátela. El primero que llegue calle abajo se la lleva.

—No es un trofeo. Mucho menos está a juego.

—Entonces, no es tuya, no es de nadie. Me la llevaré—respondió mostrándome su retorcida sonrisa—. No te creí tan cobarde, Black.

Quería golpearle el rostro hasta que la sangre cubriera su sonrisa y ésta desapareciera. Quería golpearlo hasta que no pudiera abrir sus ojos sencillamente. Levanté mi mano y lo vi temblar por un segundo, para después agitar las llaves de mi auto en mis dedos.

—No te quiero ver cerca de ella o de mí después—dije con voz neutra.

Tomé del brazo a Calí y la metí de la forma más suave que pude al auto en el asiento del copiloto. Cerré la puerta y lo rodeé, viendo a Cole con los ojos ardiendo en llamas. Subí y encendí el motor, con una confundida chica a mi lado.

El moreno subió a su coche y lo encendió, haciendo rugirlo. Este momento me habría extaciado como siempre, de no ser porque Calí no paraba de hablar. No le presté atención, más porque por su culpa estaba metido en este lío.

Sabía que El Cuervo era bien conocido por las carreras que ganaba desde que me fui, se convirtió en líder de varias bandas e incluso llegó a ofenderme en retos con el fin de quedar mejor. Claro, a mí no me importó, ni cuando otros llegaban a hablarme sobre él. Pero ahora, lo sentía más personal que nada.

Cuando una tipa tetona caminó hasta situarse en medio de los autos, me preparé mentalmente.

Listos.

Relajé mis músculos y dejé de aplicar la fuerza en el volante, jugueteando con la presión que aplicaría en mi pie.

Preparados.

Miré de reojo a Calí. Las luces se reflejaban en su rostro, tiñéndolo de un rojo vivo. Su cabello castaño parecía cambiar de color según las luces que tenía la gente lo hacía. Sus ojos estaban desorbitados, y se ponía el cinturón tan torpemente que yo lo abroché con una sola mano.

¡Ya!

Y fue por pura inercia, como siempre, que pisé el acelerador soltando el freno. La adrenalina recorrió mis venas y mi sangre hirvió como lo hacía hasta hace algún tiempo.

El chillido de las llantas contra el asfalto fue música, el motor rugiendo fue melodía y el grito de Calí cuando su cuerpo se impulsó hacia atrás fue eso... un grito.

—¡Mierda, Calí!—grité intentando no perder el control gracias al susto que me dio.

—¡Detente, nos vas a matar!—chilló aferrándose hasta del cristal de la ventana.

Reí ante su expresión—¡Apenas arranqué!

Ir más rápido que Cole fue sencillo, tanto que al ver por el retrovisor lo deslumbraba bastante lejos. Esquivé los autos de la carretera principal al llegar, pero Calí seguía con la idea de que en algún momento giraría el volante y el auto se revolcaría.

Sólo pasó una vez.

El auto no volvió a ser el mismo.

No fue para tanto.

—¡Tengo que volver!—repitió, aunque fue la primera vez que le prestaba atención—¡Regresa, Ian! ¡Regresa!

Escuchar decir mi nombre de sus labios tan sólo hizo que acelerara, con la emoción vibrando en mi piel.

—¡Es muy tarde!—reí.

Las familiares luces azules y rojas ya estaba por detrás de nosotros, con la sirena destruyendo mis tímpanos. Calí miró hacia atrás y al ver la patrulla atrás, se tornó pálida. Incluso su rostro me asustó.

—¿Estás bien?—pregunté sin despegar la mirada de al frente.

Tardó en responder. Pero cuando lo hizo, creí que había explotado.

—¡Nos sigue la policía! ¡La ley! ¡Infringimos la ley! ¡Moriré en la cárcel y mi madre llorará en mi tumba por la decepción! ¡Jamás terminaré la escuela y...!

—¡Calí, perdimos a la patrulla!—interrumpí intentando no reírme a carcajadas.

Adoraba a esa chica, de verdad; pero no se lo diría, mucho menos en una situación como esta.

La muchacha volvió a mirar hacia atrás y al no ver las luces rojas y azules, suspiró aliviada.

—Te mataré cuando esto acabe—murmuró.

Cambié la velocidad.

—¿Se puede saber por qué?

—Por ser tan... ¡Cuidado con ese auto!... Ser tan... ¡Vamos a chocar!

—¿Ser tan qué?—estaba irritado de que no terminara su oración.

—¡Por ser tan Ian!

Y fue ahí que no contuve mi risa.

Nudes boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora