Capítulo VXI

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Esa noche Samuel soñó con Guillermo.
Soñó que tenía su piel de nuevo pegada a la suya. Soñó que lo hacía suyo una vez más.
Y da la casualidad que ese día, se encontró con Guillermo. Y lo que pasó ese día jamás lo podrá olvidar Samuel.
En efecto, Samuel había ido al supermercado, aquella tarde. Aún recordaba haberle salvado la vida al hijo de Lana.
Frank le había pedido ir al supermercado a comprar lo que hacía falta para la casa. Los dos trabajaban en la comisaría, pero esa noche Frank se quedaba de guardia toda la noche y no iba a poder hacer las compras. Así que había mandado a Samuel.
—Hola, Samuel —al principio, Samuel no reconoció la voz.
Y al alzar la vista se encontró con Guillermo.
—Hola, ¿qué haces aquí?
—He pasado a comprar algunas cosas —le dijo, luego le sonrió.
—Genial, ¿puedo acompañarte? —preguntó Samuel. Había entusiasmo en sus ojos.
—¡Claro!
Pasaron toda la tarde juntos. Comprando en el supermercado. Por un momento o quizás por una eternidad, ellos estuvieron juntos, muy juntos. Se olvidaron de que ya no eran novios, ahora lo parecían, ahora lo volvían a ser.
Cuando hubieron terminado de comprar, fue lo más interesante.
—Tengo que dejar esto en la casa, ¿podrías acompañarme? —le dijo Samuel a Guillermo.
—Por supuesto. Igual y me sirve para ver a Frank.
Samuel meneó la cabeza.
—Frank trabaja hasta tarde esta noche, no creo que este en casa.
Guillermo no dijo nada. Se limitó a acompañarlo.
Cuando estuvieron arriba del taxi, Samuel dio la dirección. Era una noche fría, afuera el viento no era más que un susurro a los oídos de ambos.
Entones, Samuel sintió la piel de Guillermo en su mano. ¿Era producto de su imaginación o Guillermo estaba agarrando a Samuel por la mano? Si, lo Estaña haciendo. Guillermo mantenía apretada su mano contra la de Samuel.
Y al llegar al apartamento de Frank, una serie de sensaciones invadían todo el cuerpo de Samuel y de Guillermo. Entraron los dos al departamento besándose desesperadamente. Apasionados, como si hubieran deseado ese beso por tanto tiempo, como si jamás ellos se hubieran besado.
Guillermo sostuvo a Samuel de la cintura, tenía sus manos aferradas a él. Samuel respiraba agitadamente. Lo había deseado por tanto tiempo, lo había soñado tantas veces.
—Cuanto te he deseado, Guillermo.
—No podía esperar más —dijo Guille—. Cuando te vi ahí sentado en mi sala casi corro hacia ti. Te necesito.
Samuel empezó a quitarle la playera a Guille y Guillermo a desabrochar el cinturón de Samuel.
—Entonces, vamos, deja a Daniel y ven conmigo.
Entonces Guillermo se detuvo en seco. Dejó de besar a Samuel y lo miró directamente a los ojos.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué no?
—Porque... Hay algo en él que, no sé, me hace sentir atado a él. Pero cuando estoy contigo... eso parece irse.
Samuel no dijo nada. Se limitó a mirarlo, y luego volvió a presionar sus labios contra los de Guille.
Esa noche volvieron a ser uno solo. Empezaron por quitarse la ropa, lentamente, beso a beso. Los dos ansiaban con ganas el uno al otro.
Samuel volvió a sentir a Guillermo. Sentía mover sus caderas, volvió a escuchar sus gemidos como un susurro en su oreja.
Pero solo esa noche fue la única que pudo tenerlo cerca. Y si Samuel lo hubiera sabido, hubiera dado el último beso aún más largo que el que le dio de despedida.
Después de esa noche ninguno de los dos volvió a verse.
La tormenta había empezado.

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Hola lectores, aquí les dejó otro cap, recuerden que ya estamos en los últimos caps :)

La zona muerta  «Wigetta»Where stories live. Discover now