Prólogo

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Cuando Samuel abrió los ojos, lo único que vio fue una luz blanca en el techo, parpadeó por unos instantes y luego miró a su alrededor. Estaba en una cama y todo era blanco a su alrededor, y antes de pensar que estaba muerto, pensó que estaba en el hospital.
Entonces recordó el motivo por el cual estaba ahí:
Esa tarde Samuel había ido con su pareja Guillermo y sus amigos a una fiesta. Era el cumpleaños de Alex, lo recordaba. Y también recordó los momentos que vivió después de caerse.
-Joder, tío, vamos a llegar tarde si no te apresuras -le dijo Guille.
-En unos minutos más subo al auto.
Samuel buscó en su saco el anillo que le daría a Guillermo saliendo de la fiesta de Alex. Era un anillo de compromiso. Rectificó que la pequeña caja estuviera en el saco y salió hacia el auto.
-¿Qué tanto hacías?
-Estaba buscando una cosa -le dijo Samuel sin voltear a verlo.
-Bueno, vamos que ya estamos retrasados.
Conducieron en silencio hasta el departamento de Alex, y al llegar vieron que realmente estaban retrasados. La fiesta empezaba a las ocho de la noche, y ellos habían llegado diez para las nueve.
Lo primero que hicieron fue felicitar a Alex, le dieron su regalo y fueron donde estaban los demás.
El departamento de Alex no era gran cosa, se situaba en el quinto piso, era de dos niveles y estaba muy espaciosa como para ser un departamento.
Todo el mundo parecía divertirse, y Samuel estaba impaciente por pedirle matrimonio a Guille, solo estaba esperando a que Guillermo estuviera solo, llevarlo a la pequeña estancia de afuera y ahí hablar. Pero cada vez que intentaba hablar con él, siempre alguien se disponía s llegar e irrumpir el momento.
Aunque Samuel sabia como controlar su desesperación, no veía la hora de poder hablar con él y quitarse de una vez la maldita intriga.
-Eh, Samuel, ¿por qué tan solo? -le dijo Frank.
-Es que... necesito hablar con Guille, pero cada vez que intento alguien se acerca.
Frank lo miró atento, le sonrió y Samuel le devolvió la sonrisa.
-Tu tío, es una fiesta, deja que se divierta. Además, no va pasar nada.
-Tienes razón -le dijo Samuel, le dio un pequeño abrazo y continuaron disfrutando de la fiesta.
Samuel no se quejaba de la fiesta, porque de hecho era bastante buena, y Alex que era el cumpleañero se la estaba pasando genial. Quizás la preocupación de Samuel era porque presentía que algo venía, sentía que algo malo venia y por eso Samuel estaba impaciente.
Cuando terminó por fin de hablar con Frank, vio desde arriba que Guillermo se encontraba afuera, solo. Entonces supo que era el momento. Era el momento de actuar y decirle.
Samuel se levanto del pequeño asiento donde se encontraba, mantuvo la mirada fija en Guillermo, los ojos le brillaban, su piel se erizaba y los nervios se notaban aún más.
-Guille -dijo Samuel. Y esa fue su última palabra en los siguientes cinco años.
Alguien había derramado agua en la escalera, y Samuel no se dio cuenta cuando pisó el escalón; resbaló por tres escalones y luego dio vueltas en los siguientes cinco. Como si fuera poco, la ventana que estaba en la pared la atravesó con tanta fuerza e impulso que cayó en la calle. Cinco pisos de altura.
Todo el mundo -en especial Guille- corrió a buscar a Samuel. Pensaban que estaba sin vida, Guillermo, con lágrimas en los ojos, fue el primero que llegó hasta el cuerpo de Samuel.
-Samuel, Dios mío, dime algo.
Pero nada. Aun respiraba pero no se movía, estaba inconsciente.
-¡Alguien llame a una ambulancia! -gritó Frank.
Rubén ya se había adelantado mientras todos bajan. La ambulancia estaba en camino.
Guillermo sentía que no sobreviviría, no aguantaría a que la ambulancia llegara y lo trasladaran al hospital. Sabía que Samuel iba a morir.
La ambulancia llegó tres minutos después que llamaron y tardó otros tres en llegar al hospital. Por suerte, Samuel aun seguía con vida, pero seguía inconsciente. Se había fracturado los brazos, las piernas y había recibido un fuerte golpe en la parte del cráneo, golpeando el cerebro.
Fueron en total cinco años los que Samuel de Luque estuvo inconsistente. Cinco años de los cuales, no despertó, y en cinco años suceden muchas cosas. Pero de eso hablaremos luego.
El caso era que, Samuel se había despertado en aquel hospital, cinco años después de la caída. Sus huesos y todo lo fracturado estaba de nuevo en su lugar, pero Samuel estaba tan desorientado que no se dio cuenta de eso.
-¿Hay alguien ahí? -dijo Samuel. Pero nadie contestó, así que lo volvió a intentar.
-Doctor, el paciente ha despertado -dijo una enfermera. Samuel sonrió al ver que alguien lo había escuchado.
El doctor se acercó hasta la cama donde estaba la cama de Samuel, le desconecto todo y luego le sonrió.
-Felicidades, Samuel, has despertado.
-¿Despertado? -preguntó. Seguía muy aturdido.
Entonces, comprendió todo, pensó que había estado en coma nueve meses, quizás doce. Pero lo que el doctor le dijo le causó un verdadero terror.
-Estuviste en coma durante cinco años.

La zona muerta  «Wigetta»Where stories live. Discover now