Capitulo 7

3.5K 233 16
                                    


Durante dos mese caímos en una rutina rara y cómoda. Por las mañanas me abre la puerta del despacho y un café con crema y cuatro cucharadas de azúcar esta sobre mi mesa. En ningún momento usa algún apodo mío. Julianne. Aunque en algunas veces la forma en la que lo pronuncia tiene más efecto en mi cuerpo que patito. Nunca hablamos de nada que no sea relacionado con el trabajo.

Ninguna cosa pervertida, ninguna insinuación. Es como si Sean hubiese cambiado de la noche a la mañana convirtiéndose en una especie de jefe extremadamente sexy sin ninguna intención oculta. Pensarías que se ha rendido y no pasará nada más entre nosotros pero entonces el espejo revela la realidad.

Maldito espejo, cada día veo su mirada, la siento también, pero un pedacito de lo que queda de mi corazón se fragmenta cuando veo sus ojos tristes reflejados en el espejo. No sabe que lo veo, solo me mira cuando cree que estoy embobada con las vistas aunque alguna vez exagero solo para poder verle.

Si no fuese por esos momentos dirías que nuestra relación es la de un jefe y su empleada, nada raro, ningún corazón roto de por medio. Cuando en realidad hay dos.

Dos mese en los que ambos comemos en silencio acompañados por la música de la radio, ambos en nuestra respectiva mesa.

Estoy a punto de empezar a comer cuando se oye, lento pero lo suficientemente claro para detenernos a ambos, los primeros acordes de nuestra canción.

Como si algo en el universo estuviese harto de esta situación y decide que es hora de molestar.

Oigo a Sean maldecir por lo bajo y me muevo vara verle. Sus ojos se vuelven más oscuros al instante en el que hacemos contacto visual. Se levanta de la mesa y se dirige hacia las ventanas de enfrente mía. Bajo la mirada a mi regazo donde observo mis uñas pintadas en rosa claro sin saber que decir o hacer.

La música sigue y cuando llega al estribillo cuando se desata la tormenta después de nuestra calma.

Antes de que tenga oportunidad de protestar Sean esta delante de mí, no soy consciente ni de cuando me levanté de la silla. Sus manos agarran mi rostro a escasa distancia del mío. Me va a besar, lo puedo ve en sus ojos como lucha contra si mismo y su decisión de no tocarme hasta que ruegue por él.

Yo debería apartarme y reaccionar de alguna manera, pero nada mas existe en este instante en la habitación salvo Sean, la canción de nuestra vida y yo.

En un acto involuntario humedezco mis labios cuando su mirada se detiene allí. Su cuerpo también esta presionado contra el mío en todos los lugares correctos. El calor corporal de su cuerpo me obliga a mantener mis manos quietas y no tocarle.

- Me importa una mierda que tengas novio –su voz es grave y sexy, derritiendo mis entrañas –Te voy a besar en este momento hasta que no podamos más, tus labios se vuelvan rojos e hinchados, nuestros corazones a punto de salirse del pecho. O mejor te hago venir y gritar solo con un beso –su pulgar acaricia el inicio de mis labios y cierro los ojos. Mis labios pican por unirse a los suyos y toda protesta y recuerdo de Nick se desvanece cuando su aliento acaricia mi boca –Últimos segundos para apartarte, porque yo sé que no lo haré.

Nada coherente va a salir por mi boca, así que vuelvo a cerrar mis ojos esperando un beso con el que llevo seis años soñando y dos meses fantaseando despierta.

Su boca esta cada vez más cerca, siento su respiración justo en el momento en el que alguien abre la puerta.

Salto fuera de su alcance y me doy la vuelta para que quien haya entrado no vea mi cara enrojecida por la vergüenza de lo que iba a hacer.

¡Iba a besar a Sean! Debo haberme vuelto loca.

¿Cómo iba a mirar a la cara a Nick después de eso?

Me sobresalto cuando oigo a Sea gritar.

- ¡¿Es que nadie te ha enseñado tocar la puerta?! ¡Vuelve a hacerlo y puedes buscarte otro trabajo! –me doy la vuelta para ver a la secretaria mirando con miedo y asombro hacia nosotros.

- Sean –digo su nombre en un intento de calmarle pero veo que eso en este momento es imposible, si mirada esta llena de ira y amenazas. No me gustaría ser to quien la recibe.

- No te metas Julianne, es mi empresa y si alguien es tan jodidamente valiente para entrar a mi despacho sin golpear más vale que tenga algo importante que decir. –esta retando a la pobre mujer y no se que seria lo mejor que puede hacer.

La mujer me mira buscando apoyo en mi seguramente gracias a la posición en la que nos encontró, pero yo no puedo ayudarla. De echo debo darle las gracias por salvarme de cometer un error.

¿O hacer por primera vez algo llevándome por la pasión?

Probablemente me hubiese arrepentido al instante y sentido culpable por Nick.

- Haay alguien buscando a la señorita Sadre abajo –su voz apenas se oye y me preocupo por quien es el que esta abajo. No fue una coordinación positiva desde el punto de vista de Sean –Dijo que es su novio.

Una serie de maldiciones salen de la boca de Sean antes de golpear su puño contra la pared. Busco con los ojos a la secretaria pero ya no esta. Mejor.

Sus ojos buscan los míos y cuando los encuentra puedo ver la suplica en ellos antes de que lo diga.

- Quédate –no es una orden, sino una suplica de un hombre con el corazón en la mano listo para ser entregado.

- No puedo –mis ojos pican y tengo que esforzarme para acordarme con quien estoy saliendo y lo equivocado que seria entregarme a Sean en este momento.

Sus hombros caen derrotado y pienso que se ha relajado y calmado, pero me equivoco porque antes de coger mis cosas para irme veo en sus ojos determinación.

- Se acabó. No mas fingir que no te amo, que te necesito y estoy anhelando tu cuerpo. Se acabaron las condiciones. Dos meses de tortura me vale, verte y ni si quiera provocarte. Vas a salir por esa puerta pero cuando vuelvas a entrar mas vale que vengas enamorada de él para resistir porque es hora de pelear y recuperarte. Me importa una mierda él ya que te me acaba de robar otra vez, más vale que tenga la polla de oro para poder retenerte porque le hace falta un milagro. Es hora de los trapos sucios. Eres mía patito, te volveré a recuperar.


Vaya, la declaración de guerra esta hecha.

¡Casi se besan!

¿Hubiese dejado Juls que la bese si no hubiese entrado la secretaria?

¿Qué pasará?

Sigue leyendo prometo no defraudarte.

Opiniones, comentarios y estrellitas.


Un abrazo,

Natalia



Hasta el finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora