Paul dejo caer las maletas al suelo provocando que diera un respingo.

― ¿Eres la chica de la que todos hablan? ¿La prometida de Adam? ―Frunció el ceño― olvídalo, no le digas que estuve aquí.

Dicho eso, Paul se dirigió a la puerta con la espalda bien recta y cierta mirada de reproche en sus ojos. Tomé mi maleta del suelo y la subí a la cama, la abrí y comencé a buscar algo de ropa. Si quería ducharme, lo haría ya.

Adam verdaderamente era el boogieman de esta familia.

(...)

―Sinceramente, tienes una piel muy linda―ahogué un grito y apreté con más fuerza la toalla que me cubría―, debe haber algo que Adam vea en ti como tú en él.

― ¿Qué diablos haces dentro de esta habitación?

―Quería verte, ¿qué más?― la sonrisa se formó morbosamente después de barrerme con la mirada poco a poco.

― ¿No pudiste esperar? ¿O tocar la puerta al menos?

―No, no te habrías sorprendido tanto como ahora.

Bufé ciertamente disgustada y me recordé a mí misma que Derek me estaba viendo en toalla.

―Quiero que te vayas. Ahora mismo.

Derek se levantó de la cama. ―Tus deseos son órdenes, linda.

― ¿Por qué mejor no ves a tu hermano menor?

Se detuvo en seco, había dado justo donde necesitaba darle. Derek tenía que saber que no iba hacerme a su gusto.

― ¿Paul está aquí?

―Y te está buscando.

Avanzo amenazante hacia mí. Retrocedí por puros reflejos.

―Dile a Adam, que tenemos algo de que hablar. 

Camine hacia la puerta y me aseguré de ponerle el pestillo. Tenía que vestirme antes de que algo más pasara. Tomé un suéter azul largo que había en el closet y me lo puse mientras buscaba entre la ropa que Adam había metido al azar a mi maleta.

Había dos pantalones ajustados, las pocas blusas que tenía, el short de Drew, la camisa de Adam... Tomé el short de Drew y lo pasé por mis piernas. ¿Seguiría enojado conmigo?

― ¿Emily? ―La voz de Adam llegó desde el otro lado de la puerta―, abre.

Cerré la maleta y me dirigí a la puerta arrastrando los pies. Entró en la habitación trayendo consigo una corriente de aire frío. Me estremecí.

―¿Cuánto duraste en el baño? ―Me preguntó una vez que me había sentado en la cama―, tienes el cabello chorreando y los dedos como pasas.

―Gracias por el cumplido. No sé cuánto he durado, pero te puedo decir que lo suficiente―Adam fijó su mirada en el suéter que llevaba puesto.

― ¿De dónde lo tomaste?

―Estaba en el closet.

Sonrió.

―Hace mucho no lo veía, desde que tenía 17... ―se acercó al closet-― están todos.

―No quiero arruinar tu nostálgico momento, pero, ¿y el café?

Adam se giró hacia mí. ―Tendremos que ir por él.

Tomé mi maleta y busque mis tenis. Me los puse y me dirigí a la puerta.

― ¡Eh-eh! ¿A dónde vas así? ―me mire de arriba abajo y encogí los hombros―, llevas un short de hombre.

― ¿Y?

Se dirigió a mi maleta y tomó un pantalón.

―Adam, sólo iré por café, y no me vestiré para bajar unas escaleras, porque después tendré que quitarme el pantalón para dormir, y será un doble esfuerzo porque ya estoy cansada y quiero dormir.

Salí de la habitación. No sabía dónde estaba la cocina, pero no sería imposible el tener que buscarla. Baje las escaleras y giré a la derecha. La sala. Me dirigí a la izquierda. El comedor. Derecha. Izquierda. Derecha. Derecha. La cocina.

Mala idea.

Un hombre canoso estaba llenando una taza con café recién hecho.

― ¿Gustas café, Emily?

¿Cómo conoce mi nombre?

―Claro―acepté la taza de café que me tendió―, ¿usted es?

―Me sorprende que Adam no te haya hablado de mí―dio un sorbo a su café―, soy tu suegro, después de todo. Soy el padre de Adam ¿no sabías que este horrible viejo gastado era el padre de Adam? Entiendo que hay una diferencia entre ambos, pero...

―No sabía que, que era usted―dije dejando la taza en la encimera―, ¿dónde están todos?

El padre de Adam se encogió de hombros.―Deben estar afuera de compras, o en el jardín, aunque creo que es más segura la primera, porque la mayoría de mis hermanos y hermanas son muy especiales en cuestión de ropa y efectos especiales para las celebraciones.

―Pensé que usted sería el típico viejito amargado que odia a sus nietos e hijos por venir a casa cada que hay un año menos por vivir―una sonrisa cubrió su rostro―, ¿no?

―Esa es mi esposa―tomó su taza vacía y la deposito en el fregadero―, ha sido un placer verte nuevo.

¿De nuevo?

―Cuando vuelvas con tu padre―mi corazón se detuvo―, mándale saludos de parte de George Blair.

Y salió.

Yo conocía a un George. Un George amigo de mi padre.

Yo conocía al padre de Adam.

George Blair.

Adam dijo que él me conocía, ¿George Blair conocía lo de la Casa?

Claro que lo sabía.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now