2. Vendetta dolce vendetta.

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— Vuelvo antes de las siete, ¿sí?

— Bueno, si quieres ver lo que preparó para Brooke necesito que estés al lado mío a las 20:00, necesito compartir la expresión de su cara con alguien que no sea yo mismo.

— Ok-kay...

Brooke

— Si Ámbar, él se alejó y solo sin reprochar nada.

— Cálmate, ¿sí?

— Lo intentaré... ¿Quieres pasarte por casa a eso de las 20:00?—Mi mejor amiga no reaccionó.— Ámbar...

— Espera Brooke, Mary Molson hizo difusión a un mensaje que dice que...

— ¿Qué dice? ¡Habla!—Ordené.

— Que hoy a las 20:00 hay una fiesta, ¿vamos?

— Umm... Debería cuidar a Felipe pero... Bien, ¿dónde es la dirección? —Mi amiga contestó, y yo me quedé impactada al escuchar la respuesta.— ¡¿MI CASA?! ¿LA DIRECCIÓN ES MI CASA?

— Tranquila, todo esto es obra de...

— Dylan Montesco —dije entre dientes.— Lo odio tanto que ¡Agh!

— Entonces... ¿Voy a tu casa o...?

—No lo sé, Ámbar. No lo sé.

Bien. Si Dylan quería que haga una fiesta, una fiesta tendrá. La mejor fiesta de todas.

Me puse un top rosado y una falda acampanada negra. Para abajo, unos tacones aguja.

La gente empezaba a llegar de a grupos. Muchos grupos. Recién eran las 20:30 y había más de cien personas en mi casa. Suerte que mis padres se habían ido, porque si vieran este desastre.

— Em, Brooke, ¿dónde dejamos el alcohol?

— Puedes metertelo por tu trasero —El maldito Montesco les dijo que traigan alcohol, ¿qué se supone que haría si uno de los chicos se intoxica por la cantidad de alcohol que toma? Mis compañeros de clase son... ¿Cómo decirlo? ¡Jodidamente alcoholicos todos! ¡TODOS!

— Bien... Lo voy a dejar por allá.

Timbre de nuevo. La música estaba súper fuerte. Todos estaban con un vaso descartable rojo en la mano. Y mi nivel de paz había sido arrebatado por ira hace rato.

— ¡Brooke! —Mis amigas. Siempre salvándome en los peores momentos.

— ¡Chicaass! Gracias por venir. Sabía que me ayudarían.

— ¿No habíamos venido por la fiesta? —dijo Gracie, a lo que fue codeada por Merlina.

— ¡Claro que vinimos a ayudarte! —sonrió Ámbar.

— Bien. Ámbar ve a bajar el volumen de la música. Gracie fíjate que los universitarios no rompan el jarrón chino de mi madre. Merlina acompáñame a pegarle a Dylan.

— ¡Claro!

Nos dirigimos a la casa de enfrente y en eso me encontré a Mr. Graciosín caminando con sus amigos hacia mi casa.

Familias en Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora