Diario mental de Rivaille: Nota final.

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La habitación, en silencio, dejaba escuchar como nuestros cuerpos se desvanecían en placer, los sonidos propios de las pieles que se encuentran y se buscan, el olor de la pasión y el sabor del sexo...

– Rivai...lle –mis dedos recorren su piel y cada roce le provoca un escalofrío de placer.

Abro el cajón y rebusco en él hasta sacar un bote de lubricante. Me mira extrañado.

– ¿De verdad hace falta eso...?

– ¿Te atreves a hacerlo sin nada de lubricación? –enarco una ceja.

– ¡N-No! Claro que no. Pero es tan vergonzoso –y esconde su rostro entre las manos.

Y no puedo evitar que se me antoje algo cómico.

Le doy la vuelta al bote y dejo caer el líquido sobre mi mano. Parte del líquido cae en el estómago de Eren, y el frío estremece su cuerpo de placer. El contraste entre el calor del cuarto y el frío del aceite parece que lo excita. Veo cómo agarra las sábanas mientras me ve posicionarme encima de él.

Con las manos lubricadas, acaricio la cara interna de su muslo, y voy subiendo la mano muy despacio. Eren arquea su cuerpo ante el contacto y la piel responde al instante erizándose. Paso los dedos hacia la parte baja de su espalda y, de manera instintiva, acerca su cuerpo hacia el mío deslizándose sobre la cama.

Me llama la atención la ansiedad que tiene Eren en estos momentos. Cuando mi mano estuvo en el lugar indicado, introduzco un dedo con suavidad, sintiendo cada parte de su interior. Al instante, Eren gimió roncamente mientras se retorcía con suavidad.

– ¿Cómo quieres que lo mueva? —pregunté en su oído.

– N...no ha...gas...preguntas extrañas.

Era divertido.

– ¿Quieres que me detenga... O sigo? –dije a la vez que movía el dedo.

Para demostrar que la amenaza no iba en broma, paré.

– No... —me contestó con los ojos entrecerrados y quejándose—. No pares, Rivaille. Por favor.

Al escuchar aquella frase de sus labios, sentí una fuerte punzada de placer y empecé de nuevo a mover el dedo. Aumenté un poco la velocidad y Eren comenzó a respirar con dificultad mientras sus dedos apretaban y aflojaban las sábanas.

– ¿Y qué te parece esto? —dije a la vez que un segundo dedo entraba en su cuerpo.

- ¡Ah! ... Ah ... No ...

– Vaya, con que esto sí te gusta... —me acerqué a su rostro, poniendo mi cara pegada a la de él—. Estás tan caliente... —Le susurré mientras lo besaba en la mejilla. Sentí como su cuerpo se iba adaptando, relajándose, dejándose llevar...

Cogí de nuevo el recipiente que había dejado sobre la cama y le abrí las piernas.

– Déjate caer más con el cuerpo.

Él obedeció y dejé caer el líquido sobre su entrepierna. Decidí también humedecer el mío propio. Eren observaba la escena, tumbado en la cama. Seguramente esta es la primera vez que vive un momento como este, por no decir que obviamente. Veo como traga saliva sonoramente.

Agarrando sus caderas, lo acerco hacia mí. Con mi mano acaricio su entrada, introduzco un dedo lentamente y lo vuelvo a sacar. Repito el proceso varias veces, y cada vez que lo hago Eren suelta gemidos apenas audibles, cogiendo aire y soltándolo.

– Eren, voy a meterla.

Nada más escuchar mis palabras, agarra las sábanas con fuerza y cierra los ojos.

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⏰ Last updated: Jan 03, 2016 ⏰

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