Capítulo 25

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Capítulo veinticinco 

Había llegado el momento que Aria deseaba que nunca existiera. Siempre había escuchado a sus padres decir que casarse era algo que te pondría muy nervioso y podías cometer muchos errores, pero entre todas las cosas que sentía los nervios no eran parte de eso.


Probablemente el sentimiento que mas abundaba era la impotencia, ¿Por qué? Ella se sentía así porque no había podido tomar una sola decisión sobre lo que sería su futuro.  Ella hubiera preferido que todos hubieran sido un poco mas amable y preguntar cosas como "¿Quieres esto ahora?" o tal vez un"Lo siento por esto, ¿Cómo lo llevas?" pero ninguna de esas cosas llegó a sus oídos. Ni una jodida disculpa por lo que le estaban haciendo. Aria estaba segura que por el bien de las demás personas debían mantener un ojo sobre ella porque sentía que podía explotar en cualquier momento, perder la calma, y hacer cosas sin pensar las consecuencias, aunque estaba segura que tampoco se sentiría demasiado culpable si lastimaba a alguien.


Y la rabia también estaba presente en su mente aunque un poco mas controlada que la impotencia.  Aria no sabía la razón exacta por la que sentía rabia pero estaba segura que estaba ahí, en algún lugar dentro de ella, intentando salir a flote.


Pero había un sentimiento que no la hacía querer atacar a alguien, lastimar personas y explotar. Era algo diferente que la hacía querer correr lejos de todo y ocultarse al algún lugar en el que nadie pudiera encontrarla: Miedo. Aria temía a lo desconocido terriblemente y no podía evitarlo aunque si se negaba bastante a aceptarlo. Se tenía que recordar constantemente que ella se encontraba por su cuenta en esos momentos y no había lugar para el miedo o dar media vuelta y escapar. En esos momentos cuando no había nadie en quien confiara lo suficiente como para apoyarse ella sabía que debía ser valiente.  


Ella nunca había estado en una situación así en el pasado y sentía que cada momento tenía que esforzarse mas para permanecer de pie, firme y fuerte. Sin sus padres cerca suyo no tenía a quien pedir consejos de seguridad o estrategias porque por mucho que ellos quisieran ocultarlo en su época joven ellos habían estado capacitados para enfrentar cualquier cosa y solo le habían pasado a la muchacha la mitad de la información.


El día anterior Evans le había llevado sangre de nuevo solo que esta vez en una copa de vidrio que dejaba ver el color rojo del líquido. Evans quería avanzar con ella de a poco, darle un poco de tiempo para adaptarse a los nuevos alimentos que debía digerir. La vez pasada para evitar que se sintiera incómoda había evitado que ella viera el contenido con facilidad. En esa oportunidad no lo ocultó en ningún momento y él estaba seguro que en un mes ella sería capaz de tomar una dosis mayor, la que ella creyera apropiada, y obtenerla por si misma sin sentir algún tipo de recelo.


 Y aunque Aria no se hubiera percatado demasiado, Evans había estado siempre a su alrededor, protegiéndola y asegurándose que todo estuviera en orden. Necesitaba que se encontrara saludable para las cosas que se venían encima de la joven. Se había asegurado de que comiera. Había contado cada una de las horas de sueño de Aria para asegurarse que se encontrara totalmente repuesta para ese día, porque por mucho que le costara admitirlo sería demasiado largo para ambos aunque él estaba seguro que sería mucho peor para ella que hace poco había comenzado a adaptarse a todo lo nuevo.


Evans se había preparado para ese momento toda su vida. Sabía cada cosa que sucedería porque había estado presente en cada una de las ceremonias que e habían realizado en ese lugar con las personas del territorio como una formalidad para ser testigo, junto con su familia, de una unión. Por lo general no habían sido fiestas demasiado grandes pero esta vez sería diferente. Evans estaba enterado que habían sido invitados todos los vampiros de la zona y recibir un mensaje de la familia real que solicitaba la presencia de alguien en algún lugar, a pesar de que las invitaciones por definición podían ser rechazadas, era mas como una obligación. Estaba enterado que iba a estar lleno de ojos curiosos aunque nadie tendría suficiente coraje para decir una palabra negativa sobre cualquiera de los involucrados. Eso sería prácticamente un suicidio. Las personas sin una relación directa con la familia real se sentaría en la parte de atrás mientras que los mas cercanos podrían observar la escena en primera fila.

Sangre Pura #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora