Nunca... jamás... te daré mi autógrafo

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Para cuando las preguntas acabaron, se formo una larga fila. Yurem y Alex, también se formaron, haciendo que muchas de las chicas detrás de ellos se burle diciendo cosas del estilo
“Estan algo viejos” o “Deben ser gays”
— No lo somos.— dijo Firme Alex volteándose preparado para discutir, siendo calmado por Yurem.
— Ya, dejalas.
La fila abanzo rápido. Mientras Jamie firmaba con una sonrisa calida, las personas le decían cuanto les gustaba su trabajo o lo mucho que esperaban su secuela, incluso una de ellas le mostro un tatuaje de la rosa negra en su brazo.
Jamie amplio grande sus ojos, acercándose para ver mas en detalle.
— ¿dolio?— pregunto.
— No, en absoluto, fue mas… un dolor soportable, pero valio la pena.
— Cielos, esta hermoso.
— Y ahora que tendre tu autografo me lo tatuare en el otro brazo.
— No lo hagas.— dijo de forma automática Jamie.— es decir, eres joven, no sabes si el dia de mañana yo no sea mas que un simple recuerdo, o me llegues a odiar y tu llevaras mi firma por siempre.
— No te preocupes.— Dijo la joven.— Si estuviéramos en la época de Jane Austen y alguien se tatuara su firma ¿crees que hoy dia se arrepentiría?
Jamie enmudeció ante la buena lógica de la fan  que le extendia el libro.
— Por favor, hazla clara, asi se nota cuando me la tatue.
— Claro que si.— Dije entregándole el vosquejo sobre la hoja del libro.— Un placer haberte conocido.
Jamie le paso la mano y la jovencita la saludo.
— Igualmente, espero que sigas escribiendo. Tus historias han cambiado mi vida de una manera que no creerías, en parte, fue gracias a ti que me aleje de mi novio abusivo… se que no es lo mismo, y que Kaffir no era alguien asi, pero… la moraleja me sirvió mucho para darme cuenta que no debemos estar con alguien que solo nos hace sufrir.
— Es bueno oírlo.— La chica se hizo a un lado, y Jamie la persiguió con la mirada pensativa y complacida, mientras la siguiente persona colocaba su libro frente a ella.
>>¿Para quién lo firmo?— Dijo Jamie poniendo todo su campo visual sobre la primer hoja vacia.
— supongo que si digo Yurem seria algo vergonzoso, asi que firmalo para Melec…
La mano de Jamie se detuvo, junto con su pulso. La pluma cayo de sus dedos y rodo por la mesa, hasta tocar el suelo.
— ¿Qué haces aquí?— Preguntó sin perder su asombro y dándose cuenta de lo ironico de la situación.
— Vine a verte, te extrañaba… y jamás respondiste a mi confesión.— Yurem puso su mano sobre la mesa extendiendo una de sus sonrisas matadoras, aun con las gafas y su gorra.
— No sabia que responderte.— dijo Jamie en un susurro.
— En fin,— Dijo YUrem algo dolido, alejándose de la mesa.— No hablemos de eso aquí y ahora, solo quisiera un autógrafo… ¿me lo darias?
Jamie quedo pesantiva unos segundos, quizás demasiado.
Los recuerdos del momento en el que se cruzo por primera vez con el, la sensación que la inundaba después de haber leído el primer capitulo, la moraleja de la historia, el agradecimiento de la chica anterior, todo, todo conjugaba en un solo camino: Ella debía de haberse alejado hace tiempo de el.
El, era la razón por la que escribió en primer lugar y seria un fraude que ahora estuviera en esa situación.
Jamie corrió el libro a un lado, sin poner su firma en el.
Tanto Yurem, como Alex y Erin vieron el ejemplar quedarse en la esquina solitaria de la mesa.
— Lo siento, no lo hare.
— ¿Qué?— dijo YUrem, temiendo la frialdad que ahora estaba en la mirada de ella.
— Como oyes… Nunca… Jamas… te dare mi autógrafo.— Y cada palabra, tuvo el efecto de un disparo al corazón de Yurem.
Erin, con la velocidad de una jet saco a ambos hombres de la fila, llevándolos a través de una puerta a una especie de camarin.
— ¿Qué demonios hacen aquí? ¿vinieron a molestar o que? ¡Estamos trabajando!— Se quejo directo con Alex.
— El insistió.— Dijo defendiéndose de la ira de la agente.— Yo no tuve nada que ver con esto.
YUrem seguía mirando hacia la puerta.
— ¿Qué le ocurrio?— Dijo volviéndose a Erin.
— ¿Qué?— Le dijo mientras discutía con Alex.
— ¿Qué le paso? ¡Esa no es la Jamie que yo conozco! Muchas veces dijo que me odiaba pero parecía estar en llamas, ahora fue diferente, su mirada… su mirada me helo los huesos…— señalo hacia la puerta.
Erin tomo aire y lo exhalo con fuerzas.
— Esta trabajando, Yurem. Le cuesta mucho este tipo de presentaciones… por favor, vayan a casa. ¿Si?
— No, quiero hablar con ella.— Erin le freno colocando su mano en su pecho.
— No querras saber su respuesta, aunque creo que fue lo suficientemente clara, Yurem… ella… no siente lo mismo por ti… ¿No lo has notado? No quieres estar cerca de ti, quizás, se deba a que no le gustas.
— ¿Ella…?— Yurem trago saliva en seco.— ¿Ella dijo eso…?
Erin lo miro y sintió pena por el. No se parecía en nada al Yurem que pensó conocer, y ahora mas que un hombre seguro de si mismo, parecía un cachorro mojado a punto de ser abandonado.
— Lo siento…— Ella camino y salió por la puerta, mientras los dos quedaron en silencio.
— ¿Yurem?— Dijo Alex acercándose a la espalda ancha del actor.— ¿Yurem?— Insistio.
— No lo digas, ¿De acuerdo? Lo se… lo entiendo… solo… no lo digas.— Alex pudo ver como unas brillosas gotas plateadas cayeron al suelo. Solo dos círculos húmedos que se perdieron en el color negro del piso.

Jamie se poso sobre la baranda de la terraza de su habitación. Podia ver miles de luces ir y venir, a las personas, como hormigas caminando independiente uno de otro, llevando una historia, acarreando su dolor y alegrías.
Jamie de pequeña le gustaba sentarse en la vereda y ver a la gente pasar. Inventarse entonces historias, relatos, nombres. A veces, podia descubrir como un hombre mirada a una mujer, y esta no lo notaba, o a veces al revés. Como un joven paseaba a su perro, y le hablaba cuando nadie lo veía.
Era una buena forma de practicar, asi había empezado… siempre supo como escribir historias ajenas, pero no la suya.
— No pensaras en saltar, ¿no es asi? No ahora que has llegado a la cima.— Jamie sonrio aun sin moverse.
— No se, creo que ya pase el rango de los 27, pero… ¿has oído hablar de la frase “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver”?
— Oh, vamos, Jamie.— Erin se puso a su lado.— No hay nada que un buen cigarrillo no calme. ¿Quieres?— Palmeo la caja y saco un par junto con su encendedor.
— No, gracias, estoy intentando dejar el vicio.
— Bien por ti.— respondio Erin con el cigarrillo en sus labios.— Ahora ya no me quitaras los mios.
Jamie suspiro y apoyo su mentón sobre sus brazos cruzados en la baranda
— ¿Qué ocurre, cielo?
— No me siento bien.
— No deberías…
— Pero Erin, sabes como es esto… el… me hizo sufrir.
— ¿Y eso justifica hacerlo sufrir ahora?
— ¡No lo hago sufrir! Esta fingiendo, estoy segura, es un actor… si hubieses visto sus novelas, lo sabrias. Hasta lloraba con lagrimas, le caian a mares de los ojos, ¡como una magdalena!— Jamie señalo sus ojos.
— Pues, no, no lo vi actuar, pero su mirada parecía sinceramente destruida.
— ¿crees que este haciendo mal?
— No. Creo que si el no te interesa, debes decirle que no y ya, pero… no hacer ese rechazo horrible que le hiciste. Eso de: “Nunca… Jamas… te dare mi autógrafo.”— Erin la imito de forma graciosa y Jamie no pudo evitar reir.
— Es que… fue tentador devolverle las lineas… y ¿sabes que es lo mas gracioso? No lo recordo. ¿Entiendes? El suceso mas importante de mi vida y el sujeto no lo recuerda… es como un chiste privado del que solo me rio yo.
— No fue gracioso de todas maneras, J. Creo que deberías hablarle y decirle que lo sientes pero no estas en la misma que el.

¡NUNCA te daré mi autógrafo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora