† Herencia †

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_AVISO_

Leer de noche, luces apagadas y pantalla en negro, esta historia es muy gráfica y contiene situaciones que pueden herir a público susceptible.

Se recomienda discresión...







Todos somos felices. Nadie se ha quejado aún.






No le temo a los cuentos de terror, y menos a las películas de horror. Desde pequeño me he acostumbrado a lidiar con vivos y muertos gracias a que mi padre trabajaba en una funeraria. Siempre que me reunía con amigos, les contaba historias de horror, cuidando cada detalle para hacerlos sentir miedo, siempre me ha fascinado la facilidad de un ser humano para temerle a lo que no conoce.

Un verano nos tuvimos que mudar por razones que, aún ahora, desconozco, en esta ciudad el negocio de mi padre estaba en un gran auge, pues la funeraria de mi padre era la única y mucha gente había muerto esos meses por lo que eso era un bien para nosotros, por más macabro que suene.

Unos meses después mi madre se enfermó de cáncer. Mi padre hizo todo lo posible por intentar salvarla llevándola con los mejores doctores que pudo conseguir pero había sido detectado tarde y murió dos meses después. Todo fue tan rápido que nunca pudimos superarlo pero esa no fué la peor parte. Como mi padre trabajaba en la única funeraria del lugar, el tuvo que maquillar, vestir y embalsamar su cadáver.

Esto, como es de esperarse, dañó mucho la salud mental de mi padre, lo cual desencadenó en un problema de alcoholismo y drogas severo.

Imagínate llegar de la escuela, abrir la puerta de tu casa y encontrar un camino de jeringuillas, paquetes de pastillas, botellas de cerveza y restos de marihuana en el suelo que desembocan en un despojo humano esquelético, mal vestido, sucio, maloliente, con los labios quemados y los ojos enrojecidos. Ese era mi "Buenas tardes, hijo mío" de cada día.

Los años pasaron y mi padre murió, su muerte fue algo muy trágico porque sólo se quedó dormido una noche y en la mañana siguiente, cuando lo fuí a levantar, me di cuenta que no reaccionaba y cuando lo volteé vi dos jeringas atravesando su cuello y una en su muñeca. Se había suicidado de una forma lenta y tortuosa.

Su muerte no me afectó. Ya era adulto y podía superarlo fácilmente pero heredé algo de él. El gusto hacia la muerte.

Me atraía ver cadáveres. A veces me quedaba viéndolos por fotos durante horas. Veia las noticias sólo por satisfacer mi oscuro placer de ver cuerpos sin vida en el suelo pero, faltaba algo... Eran sólo fotos o vídeos.

Necesitaba verlos mas de cerca, tocarlos, tenerlos a mi merced para que me acompañasen. Sentir su piel fría, su mirada fija, su cuerpo tenso.

Empecé buscando un trabajo de acorde a mis necesidades así que a penas vi que necesitaban un vigilante nocturno en la morgue de la ciudad me presenté lo más rápido posible, y como nadie más se había presentado me contrataron.

Me la pasaba muy bien. Yo les hablaba y ellos me escuchaban, no criticaban, no me decían si algo estaba mal. Solo se quedaban callados y atendían a lo que les decía.

Pero se me hacía muy corto que solo les hablara en la noche, así que decidí llevarme algunos de mis "Nuevos amigos" a mi casa. Y así lo hice.

Algunos dormían conmigo, otros me daban los buenos días en la mañana sentados en la mesa y algunos se sentaban en el sofá para mirarse entre ellos... como en una reunión de amigos.

Todos somos felices. Nadie se ha quejado aún.

Ahora dime, chico nuevo...

¿Donde te gustaría estar a ti?...

Short Tales of Horror || Relatos de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora