O1

767 71 15
                                    

Un chico de cabellos oscuros y rizados estaba recostado sobre la arena, observaba con asombro el estrellado cielo, deleitándose de aquella paz que usualmente no solía disfrutar.

Podía escuchar las olas romperse, los grillos y el viento moviendo las hojas y ramas de los árboles haciendo el lugar aún más cómodo para estar.

-Gracias Valdez.-Había murmurado un chico acercándose lentamente hasta el latino.

Leo no tuvo dificultad para saber de quién se trataba con solo escuchar la voz, Nico Di'Angelo.

El sombrío y aterrador Nico, hijo del dios del inframundo, el hijo de las sombras, uno de sus mejores amigos.

-Para eso están las amigos sombritas.-Le respondió burlón el moreno sentándose y palmeo la arena a su lado indicándole que se sentará junto a él.

Nico bufo ligeramente molesto por el apodo pero aun así se sentó junto a Leo.

-Creí que preferías venir aquí solo.-Dijo Leo con su típica sonrisa burlona.

-Aveces estar solo me abruma, aveces necesito a un amigo con quien pasar el rato.-Le explicó Nico metiendo sus manos en las bolsas de su aviadora.

Aquellas palabras sorprendieron a Leo y observó a Nico algo incrédulo, sabía que Nico lo quería, sabía que a pesar de todas las bromas y los apodos lo consideraba su amigo, pero jamás pensó que de los pálidos labios de Nico saliera esa palabra.

-Dios mío, el gran y temible Nico Di'angelo me ha llamado su amigo.-Leo se burló fingiendo algo de asombro.

-Idiota.-Lo reprendió Nico rodando los ojos.

Leo soltó una pequeña risa y observó a Nico, su perfecto perfil iluminado solamente por la luz de la luna, su blanquecina y pálida piel, Parecía tan suave y tersa, y sus hermosos ojos grises adornados por unas largas pestañas y a pesar de sus ojeras Leo apreciaba lo bellos que eran.

-Deja de mirarme, ya tienes más de dos minutos haciéndolo.-Le dijo Nico mirándolo por el rabillo del ojo sin despegar la mirada del agua.

-¿A caso te incomoda Di'angelo?.-Le preguntó burlón Leo tratando de ocultar su nerviosismo.

-Me molesta...tú sola presencia es molesta.-Le respondió Nico retador mirando a Leo.

-Si eso es lo que en realidad piensas, entonces me voy.-Dijo Leo fingiendo molestia listo para irse.

Observó a Nico una vez más antes de volver al campamento, y se quedó maravillado con la hermosa visión.

Nico estaba sentado en la arena abrazando con fuerza sus piernas mientras observaba el horizonte, y las frías corrientes de aire hacían que sus largos negros y lacios cabellos volaran.

De pronto el chico se vio rodeado por una enorme sombra y para cuando se dio cuenta ya había desaparecido, un escalofrío recorrió su espalda al sentir las frías manos del Italiano sobre la tela de su camisa.

-Te dije que dejaras de mirarme Valdez.-Le replicó el más chico mientras movía sus dedos por el cuerpo del Latino provocando que soltara pequeñas carcajadas que trataba de callar con sus manos.

Leo se había tirado al suelo tratando de escapar los dedos del italiano, sin embargo el más chico solo se empeñaba es hacerlo sufrir y se colocó sobre el continuando con la sesión de cosquillas.

-Ba-Basta...Ni-Nico me Du-ele.-Decía Leo entre risas refiriéndose a su estómago.

-No has sufrido suficiente.-Dijo Nico con una sonrisa burlona mientras torturaba al latino.

Leo no podía entender cómo era posible que el más pequeño pudiese retenerlo, siendo tan Delgado y unos centímetros más bajo que el, eso despertó algo en Leo, el Ego, no podía aceptar que Nico fuese capas de retenerlo, y de alguna forma saco la fuerza necesaria para dejar al menor abajo y poder torturarlo de la misma manera en la que él lo había hecho.

Apenas el castaño acerco sus manos a el cuerpo del menor, este comenzó soltar pequeñas risas propias del nerviosismo que sentía, Leo no pudo evitar sonreír, no era la risa sincera de Nico y lo sabía, pero se conformaba, para Leo era casi imposible hacer reír de verdad al Italiano, el usualmente escuchaba risas sarcásticas o risas forzadas. Ninguna sincera.

Sonrisa sinceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora