XXIII

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—A la próxima te traes tú tus propias palomitas —Dijo nada más verlo aparecer. Él rió y Arizona se sintió feliz de haberle hecho sonreír, la sensación era increíble. —No me dejaste ni una.

—No es mi culpa. Las palomitas saladas son mi punto débil.

—¿Cómo estás?

El día anterior Zack se había desahogado con Arizona, le había hablado de su madre, de su padre, de su hermano, de su odio hacia sí mismo, aunque no de lo que planeaba hacer, sabía que Arizona se lo impediría. Arizona por su parte no contó mucho, nunca lo hacía, y Zack creía entender por qué, aunque cada cosa que ella le decía la guardaba en un rincón aparte para no olvidarlo nunca, cada palabra, pensamiento o historia eran importantes para él.

—A mi madre le han dado una semana —La expresión de él cambió al instante.

—Ojalá pudiera hacer algo... —Ella era demasiado sensible, demasiado protectora, pero le costaba mucho mostrarlo, y a veces parecía que las cosas las decía sin sentimiento, pero Zack sabía que sus palabras iban en serio.

—Ya lo haces, todos los días. —Zack le dedicó una sonrisa triste y salió disparado sin darle tiempo a Arizona a seguirlo.

5Where stories live. Discover now