Capitulo 3: Negación.

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Por un momento experimenté el alivio de no tener que actuar otra vez al cómo comportarme con mi novio. Era tan sofocante estar en una relación donde el amor no es mutuo y era tema de conversación de cada persona que vivía del chisme.

Unas manos taparon mis ojos, y su cálida voz me susurró al oído: —Yo de ti, buscaba como ir a esa cena, para que estas víboras no se den el gusto, hermana...

Al retirar sus manos de mi rostro, suspiré derrotada, no cambiaría de opinión y mantendría mi decisión, a pesar de que sea buena o mala, pero debía cumplirla, porque no hay chiste en no saber qué quieres.

—Scott, no iré, y me vale mierda lo que digan los demás, después de todo, ellos no son los que me mantienen.

Ese día se convirtió en uno más de los que yo empecé a denominar: «Días cansados donde sale mi verdadera naturaleza». Sí, era pésima para los títulos.

—Danny le dirá a mamá, ella a ti, y terminarás yendo, mejor guarda tu orgullo, y dile que sí o serás obligada por la que paga todas tus excesivas cuentas, Maddie. —Me aconsejó mi compañero de útero.

—Te odio —respondí cruzándome de brazos. Sabía que mi hermano tenía razón, y como no quería seguir discutiendo, dejé el tema hasta ahí.

—Yo igual te quiero, hermana. —Me dio un beso en la mejilla y posó su brazo derecho en mis hombros. —Vámonos a mi clase favorita.

Rodé los ojos y sonreí de lado. —Esta es mi hora libre y quiero aprovecharla, pero puedo pasar dejándote por la clase de química, como la hermana mayor que soy.

—¡Solo por nueve minutos! —replicó haciendo pucheros.

—Ya que, ahora iré contigo, campeón —dije en tono burlón, zafándome de su agarre y posando las manos en sus hombros, empujándolo levemente hacia delante con pasitos al estilo trencito. Tenía mucho que no bromeaba así con alguien, y se sentía tan bien... pero él paró en seco y se volteó a verme, me revolvió el cabello con una sonrisa amplia mostrando todos sus dientes perfectos. Supe de inmediato que a él sí le importaba lo que dirían los demás si actuábamos infantilmente, por lo que me detuvo.

Sus bellos ojos verdes, más claros que los míos, se posaron detrás de mí, con un brillo tan hermoso, identificando con rapidez a «esa» mirada de una persona perdidamente enamorada, con grandes ilusiones y sueños inalcanzables...

—Olvídate de ella, ya tienes a Mia, y Ellie no está a tu nivel, Scott —comenté. Mi hermano me dedicó una mirada de desconsuelo, dando media vuelta para irse caminando por el pasillo de la derecha.

Tomé dirección contraria a la que se había dirigido Scott. Topándome con Ellie Raewen, chica de ojos castaños (grandes, y llenos de vida) con una melena castaña hasta su cintura siempre dominada en una trenza, era alguien de estatura promedio, que no resaltaba ni lograban hacerla sentir menos. Y traía loco a mi hermano desde octavo grado, su historia de amor fue un poco trágica, ella nunca mostró el menor interés por Scott, y él mientras intentaba conquistarla, nunca lo logró, lo rechazó tantas veces que hasta el pobre Scott de seguro perdió la cuenta.

Ella me sonrió, esa sonrisita falsa que la mayoría hace por educación, le sonreí de vuelta y seguí mi camino, sonriendo cuando por dentro lloraba a mares.

Ella me sonrió, esa sonrisita falsa que la mayoría hace por educación, le sonreí de vuelta y seguí mi camino, sonriendo cuando por dentro lloraba a mares

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El chico de los audífonos. [Borrador].Where stories live. Discover now