3- "¿Conoces a un tal Jake?"

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Al día siguiente me desperté tarde. Me quedé unos minutos en mi cama haciendo nada, luego miré la hora en mi reloj. Las dos de la tarde.

Me sorprendía que mis padres no me hayan venido a despertar. Ellos suelen despertarse muy temprano y creo que quieren transmitirme esa "virtud".

Me levanté de la cama y tomé ropa interior, una camisa blanca y un pantalón de jean de mi closet.

Me dirigí al baño dispuesta a tomar una ducha.


Luego de ducharme casi terminaba de vestirme, solo me faltaba la camisa.

En eso veo en mi dos heridas en mi cuello, como si hubiesen clavado un par de palillos en él. Estan rodeados por moretones violetas, ¿cómo no me había dado cuenta de la herida al despertarme?

Un mar de imágenes pasaban rápidamente por mi cabeza, pero solo hubo una que pude ver y entender. Era de un muchacho de diesisiete años, ojos negros al igual que su cabello, este estaba un poco largo, y su piel era... blanca.

—Jake...— susurré.

En mi rostró se formó una mueca de terror y confusión. No recordaba que había pasado exactamente la noche anterior.

Trato de tranquilizarme y termino de vestirme para bajar a desayunar, o almorzar, o tal vez merendar.

No se por la hora. Se supone que a esta hora las personas no comen, esperan la merienda.

Mi estomago crujía. Tenía hambre.

Bajé las escaleras y estaba mi madre estaba leyendo un libro de cuentos de Edgar Allan Poe, para ser sincera, los cuentos que escribia ese hombre me asustaban. Mi padre no estaba en casa ya que en la tarde trabajaba, y Scott... él no estaba ahí, así que probablemente estaba en su habitación.

—Buenos días, mamá— dije —lamento mucho haberme despertado tan tarde, realmente estaba muy cansada y...

—¿Por qué estabas tan cansada? te dejé dormir porque... bueno, en realidad primero intenté despertarte, pero al ver que no me hacías caso, te lancé una almohada y te dejé dormir— ¿realmente me había lanzado una almohada y yo no me dí cuenta?

—Bueno... ayer estuvimos acomodando la habitación de Scott, ¿recuerdas?— ella asintió —pues bien. Ahora, ¿podrías cocinarme algo, por favor? muero de hambre.


Mi madre me hiso unas milanesas con ensalada. Aunque prefiera la pasta, tengo que admitir que esta comida me encanta. Lugo de comer le pregunté a mi madre donde estaba Scott.a  .

—Está en su habitación— me dijo ella —creo que le caes muy bien— no pude evitar sonreír.

Subí las escaleras y toqué la puerta en la habitación de mi hermano -me gusta decirle así- y me dijo que podía pasar.

Entré. Scott estaba leyendo un libro de rimas de Adolfo Bacquer. Pude ver que había dejado su oso de felpa en un estante en la pared. Cuando entré él me miró con una sonrisa.

—Hola Kim, ¿como dormiste?

—Bien, supongo— dije y a continuación pregunté algo nerviosa —hey, Scott, ¿conoces a un tal Jake?— abrió los ojos y me miró sorprendido —e-es que... bueno, ayer en la noche...

—¿Te hizo algo?— preguntó y miró mi herida en el cuello —no puedo creerlo— dijo frustrado. Para ser un niño tan pequeño, es bastante maduro.

—Entonces, lo conoces— afirmé —¿quién es? ¿qué quiere de mi?

—No lo se— dijo volviendo su mirada al libro —era mi amigo en el orfanato. Nunca quiso decirme mucho de él— dejó de leer y marcó una página del libro —voy al baño, enseguida vuelvo.

Scott se retiró de la habitación. Me acerqué al libro y leí una parte de la página marcada:

"Cuando entre la sombra oscura perdida una voz murmura turbando su triste calma si en el fondo de mi alma la oigo dulce resonar..."

Recordé la canción que le había tocado a Scott ayer, que significaba "te veo desde las sombras" y por alguna razón recordé a Jake.

Era guapo, debo admitirlo, pero tenía que ser un vampiro chupa sangre. Si no fuera esa... cosa, tal vez podría intentar algo con él. Tal vez...

—¿Pensabas en mi, hermanita?

Oigo una voz detrás de mi, no es de Scott, ni de mamá ni papá.

Me giro rápidamente y... nada. Perfecta y simplemente, oscuridad.

***

Era de noche. Esta vez Scott no había venido a dormir conmigo. Tal vez así era mejor, ya que de alguna manera él y Jake estan vinculados. Bueno, en realidad son solo suposiciones mías, pero ser prevenido no esta de mas.

Estoy sentada en mi cama enviándole un menssaje a Megan. Al parecer Ashley está enferma y le dieron una semana de reposo, así que mañana no podrá ir al instituto.

Siento que unas manos frias tapan mis ojos marrones. Ya me imagino quién es...

—¿Quien soy, Kimberly?— pregunta la misma vos que salió de la oscuridad en la habitación de Scott.

Aunque sabía quien era, temía lo que podía hacerme.

—Jake— dije segura y él descubrió mis ojos.

—Que lista eres, hermanita. Veo que me extrañaste— dijo con una sonrisa —yo tambien te extrañe. Y mucho.

Y recuerda no olvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora