Capítulo 16 (FINAL DEL PRIMER LIBRO)

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La ira y el odio que recorría su cuerpo eran suficientes para hacer lo que fuera necesario para encontrarlos

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La ira y el odio que recorría su cuerpo eran suficientes para hacer lo que fuera necesario para encontrarlos. Tantos años sin saber siquiera como eran sus rostros o que había sido de su amada Magda. Sus pequeños hijos habían crecido sin sus padres. Magneto rogó internamente que alguien los hubiese acobijado bajo su techo. De tan solo pensar en sus dos pequeños, abandonados en las calles, hizo que su lado más salvaje despertara.

¿Cómo era posible que Charles los hubiera mantenido alejados por tanto tiempo? ¿Acaso no tenia sentimientos?

Eric descendió lentamente sobre el gélido terreno de Sokovia, era finales de invierno y la nieve lo cubría todo. Sus seguidores habían arribado hacia pocos minutos y lo esperaban cerca de la base secreta de Hydra. En su mente se maquinaba todo lo que haría de allí en adelante. Encontraría a sus hijos, le costara lo que le costara.

—¿Es aquí? ¿Segura? —preguntó Magneto a la mutante que estaba a su lado.

—Completamente —respondió Mystique dibujando una media sonrisa en sus labios.

—Andando —el jefe del grupo dio la orden.

Detrás de ellos iban John Allerdyce, Cain Marko, Malena Rennus, Philippa Sontag, Quentin Quire y Jamie Madrox o mejor dicho, Pyro, Juggernaut, Callisto, Arclight, Kid Omega y Multiple Man, como eran conocidos entre los mutantes.

Rápidamente llegaron al lugar donde Magneto esperaba encontrar a Pietro y a Wanda. De la nada, aparecieron un montón de hombres uniformados hasta los dientes apuntándolos con diversos tipos de armas de fuego.

—¡Arriba las manos!

—Las manos donde podamos verlas...

Un par de agentes hablaron con euforia.

Magneto miró el águila dentro de un círculo que estaba bordado en las chaquetas de algunos. Rió al darse cuenta de que se trataba de S.H.I.E.L.D. aquella organización gubernamental que operaba desde las sombras y que hacía pocos días había caído. Levantó sus manos lentamente y sus secuaces hicieron lo mismo.

—De rodillas —ordenó un hombre a la vez que golpeaba la pantorrilla de Pyro con la punta de su bota y lo hacía caer. El mutante gruñó.

—Y es esta es la razón por la cual terminamos asesinándolos —dijo Magneto con sorna.

—¿Cómo dice? —inquirió el alto y rubio agente.

—No pienso repetirlo. Lo has oído claramente.

Sin darle tiempo de reaccionar al agente, Magneto movió sus manos y todas las armas quedaron suspendidas en el aire. Él giró su mano derecha y lo mismo hicieron las pistolas, fusiles y metralletas, apuntando a quienes habían salido a detenerlos. Él cerró el puño y decena de disparos retumbaron en el lugar. Todos los humanos cayeron al suelo, muertos.

® Mágica Maldad Vol. 1 © COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora