04. Atracción a primera vista

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—¡Dije que era mío! —gritaba Ilsa con enojo mientras manejaba a toda velocidad—. ¡Se los dije! ¡Saben que lo que aparto nadie lo toca!

—Ilsa, tranquila. Es solo un chico, además Alex no lo sabía, es nueva —Rebekka trataba de calmar la furia de su amiga.

—¡Sí, pero a mí me gustó y era mío! —nuevamente argumentó.

—No debimos irnos de la nada, Ilsa —dijo Julia—. Cuando Alex vuelva a la mesa se asustará y no tendrá como regresar a casa.

—¡Que la regrese el imbécil ese que la prefirió a ella! —concluyó con coraje.


Max y Alexandra se movían con cuidado debido a que ella no podía avanzar con mucha facilidad por los zapatos. Llegaron casi hasta uno de los extremos del club y él soltó su mano para descansarla en la cadera al igual que la otra. La apegó un poco a él y la miró directamente a los ojos.

Alexandra acababa de entrar en razón y no entendía como había aceptado de buenas a primeras la invitación del chico si ella no solía ser así.

—Soy Maximilian —sonrió de lado y pronunció muy cerca de su rostro.

Max pasó las manos de la cadera a la pequeña cintura de Alexandra y la envolvió con sus brazos para atraerla hacia él, mientras que ella, por más comodidad, puso sus manos sobre sus hombros.

La voz de Alexandra había desaparecido en cuanto notó que la distancia entre ellos era casi nula.

—Alexandra —se acercó a su oído y dijo para que solo él escuchara.

Max hizo lo mismo y rozó su nariz con la oreja de Alex.

—Bonito nombre para alguien bonita —dijo sonriendo.

—Gracias.

Max apenas y entendió el agradecimiento. Comenzó a moverse despacio de un lado a otro con ella aún envuelta entre sus brazos aunque la música no fuera lenta y apropiada para su baile.

—Y... ¿qué hace una chica como tú en un lugar como éste? —preguntó Max—. Presiento que es tu primera vez aquí.

Y no se equivocaba. Era su primera y probablemente última vez en ese lugar después de saber que llamaba la atención de hombres como Maximilian.

—Sí, es mi primera vez en un club —respondió.

Max alzó una ceja.

—¿Ósea que nunca habías estado en uno de estos lugares? —preguntó con sorpresa.

—No, nunca.

—Bien. Creo que he tenido suerte —volvió a sonreír y Alexandra sintió como si el aire le faltara.

Los minutos se hicieron lentos mientras Max tenía a Alexandra entre sus brazos. No quería verse tan brusco y proponerle tan pronto que salieran del lugar para dirigirse a su departamento como regularmente lo hacía con las chicas.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Max en el oído de Alexandra.

—Algo no tan fuerte estaría bien —ella sonrió.

Max la soltó y la tomó de la mano para dirigirla a una mesa que vio desocupada. Sacó la silla para que ella se sentara e hizo lo mismo para él. Un mesero se acercó a ellos y Max pidió una cerveza para cada uno.

Alexandra no podía dejar de verlo y tratar de descifrar su verdadero rostro iluminado. Podía notar que traía una barba crecida de algunos días pero deseaba verlo con más claridad.

Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora