Todo parecía marchar a la perfección, habían pasado meses que transcurrían como si fuera una eternidad, Tini había aprendido demasiado, era otra persona, ya no era la misma salvaje e inculta que un día Jorge había encontrado inconsciente en un cabaret, ella sabia muchísimo, todo se lo debía a Hashton, su esposo. Ningún demonio los había encontrado y nadie temía que fuera a suceder, la chica comenzó a pintar de nuevo como solía hacerlo cuando era una niña, leía docena de libros a diario y tenía una increíble técnica y habilidad para manejar armas igual que Hashton y Ruggero y lo más importante: a Tini nunca más se le vio llorar por Jorge, ella lo había desterrado de su mente para siempre, peor aún, para ella había muerto, y seguía fingiendo que amaba a Hashton y que eran una feliz pareja de esposos jóvenes, sin embargo se habían vuelto grandes amigos y confidentes, aunque Hashton la amaba y seguía insistiendo en enamorarla todos los días de su vida con la esperanza de que ella lo amara como hombre y no como camarada.

Ruggero salía con una chica, ella era Argentina, colorada y sensual, algunas veces se la veía en casa de Hashton e intercambiaba algunas palabras con Tini , el Joven se enamoró perdidamente de esa mujer dos años mayor que él, pero sin embargo él era bastante maduro, en nada cambiaría su vida esta chica, se dijo que siempre sería el mismo aunque estuviera por primera vez enamorado y amara a esa mujer siempre seguiría siendo igual.
Pero el padre Gregorio se veía un tanto aislado, estaba preocupado buscando alguien que supiera sobre la profecía y haya encontrado las paginas malditas, pues a él si le aterraba el futuro, pensaba que en aquella profecía se escondía algo más que se desataría mas tarde.

La memoria de Jorge era algo que Tini había enterrado y que a estas alturas de su vida no le afectaba para nada, ella juraba que no sentía nada por ese hombre incluso la parte más perversa de ella deseaba que estuviera realmente muerto pues aun le guardaba secreto odio por haberla abandonado.

Era una mañana tormentosa y una de las domésticas contratadas por Hashton estaba erguida detrás de Tini peinando sus greñas de cabello haciéndole una larga trenza que llegaba hasta la cintura, mientras Tini sentada frente al tocador y mirándose al espejo empolvaba sus mejillas y pintaba sus labios solo para que Hashton la viera hermosa, ella llevaba un fresco vestido de color lila que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, panti-medias blancas, bufanda violeta, zapatillas negras, un cinturón rodeando su cintura y una chaqueta, negra, de hombre, el abrigo de Jorge, no había dejado de usarlo desde que había llegado a Rostock pero ella estaba tan ciega que no lo notaba, era como si ese abrigo significara mucho para ella pero no recordara el por qué. Un día que Candelaria Molfese, la novia de Ruggero, le había preguntado a Tini por qué siempre utilizaba la misma americana todo el tiempo ella guardó silencio durante numerosos segundos intentando recordarlo y se limitó a responder: "es mi abrigo favorito". Ese era un comportamiento obsesivo-compulsivo del que todos se habían acostumbrado.

Luego de que la mucama dejó sola a Tini en su alcoba ella siguió frente al espejo mirando su belleza y acomodando unos cortitos cabellos que le caían en el rostro. De pronto se sintió muy extraña, sintió una presencia dentro de la habitación, como si alguien estuviera viéndola o vigilándola. ¿No estaba sola? Con la mirada puesta en el espejo quedó sin habla al ver a ese perfecto extraño detrás de ella, en el reflejo apareció un hombre perfecto y hermoso, vestido de negro por completo y cubierto con una capa negra y larga que le ondeaba con el viento que entraba de las ventanas, el hombre joven la miraba de soslayo, ella sintió tanto miedo que su corazón estaba sufriendo una severa taquicardia y podía escuchar dentro de ella el repiqueteo de los latidos acelerados. Sucedió lo que ella tanto temía, lo recordó, lo reconoció, era igual a su esposo, era Jorge, su nombre le golpeó los recuerdos como una espada atravesándole el estómago. Giró su cuerpo y su mirada hacia atrás para mirarlo en carne y hueso pero cuando lo hizo él ya no estaba allí, había desaparecido o quizás nunca había estado ahí, Tini creyó que había estado alucinando y al igual que la lluvia sus lágrimas comenzaron a caer a cantaros. Su recuerdo fue tan doloroso para ella que creyó que moriría, no lo soportó, había pasado demasiado tiempo sin él y cuando había logrado bloquear su recuerdo aparecía esa efigie de él y le recordaba lo mucho que todavía lo amaba, lo mucho que lo deseaba y lo mucho que la hizo sufrir. Tini se devastó, su maquillaje quedó arruinado por las lágrimas y su corazón hecho polvo, manoseó la piel del abrigo de Jorge y se recostó sobre sus brazos encima de la mesa para llorar todo lo que no había llorado en meses, se sintió tan deprimida que quiso suicidarse, necesitaba a Jorge para vivir, ya no soportaría un segundo más sin él, no podía, y pensaba que Jorge jamás la había querido, pensó que nada valía la pena y que no quería seguir viviendo.

Hashton oyó su llanto, entró al recinto excesivamente acongojado, alarmado, angustiado y la vio llorar, estaba deshecha y desconsolada. Corrió a abrazarla, ya habían pasado meses desde la última vez que había visto llorar a la chica que amaba.

–¿Tinita , mi amor, por qué lloras? –dijo limpiándole las lagrimas con sus dedos.

Como era usual Tini no le contestó por miedo a lastimarlo, Hashton entonces lo comprendió.

–¿es por él verdad? –le dijo Hashton–. ¿Todavía lloras por mi hermano?

La vio negárselo agitando su cabeza de derecha a izquierda mientras sollozaba.

–Sí que es por él Tinita. –prosiguió atestiguando él–. Es por Jorge, admítelo, nunca me quisiste a mí, jamás lo olvidaste, tampoco nunca me dejaste acercarme a ti demasiado. Yo te amo como no tienes idea y quiero que ahora me seas sincera porque sé que lo sigues amando.
–no Hashton, Jorge me destruyó, odio a Jorge, me hizo daño y me lastimó, lo odio, lo odio. –Ella estaba cubierta de llanto a la vez que hablaba–. Lo odio, lo odio tanto. –repetía una y otra vez.

Hashton la besó en los labios de forma consoladora y cálida.

–yo te amo. –masculló él–. Te amo muchísimo, pero no creo que pueda seguir a tu lado si tu aun lo amas de esa manera. No puedo Martu , ya es demasiado.
–¿que quieres decir? –prorrumpió ella–. ¿También tú me vas a abandonar? Debí imaginar que eso lo llevaban en la sangre.
–no, no quiero dejarte nunca, pero debes entender que ya es demasiado, yo NO soy él, ya no aguanto más que tú me hagas esto, todo este tiempo tú estuviste fingiendo que yo era Jorge , no lo habías olvidado, me utilizabas como si yo fuera su suplente o reemplazo, te aprovechaste de que soy igual a él para sentirte mejor y yo siempre lo acepté para conseguir unos cuantos besos tuyos, nunca me importó que me utilizaras porque solo quería tenerte conmigo sea cual fuera el precio y sabes muy bien que todo lo que te estoy diciendo es cierto. Todas las noches que dormí a tu lado no dejabas de decir su nombre, siempre quisiste suplantar a Jorge conmigo y pretendías que yo era él, pero no somos iguales, no somos los mismos y yo ya no puedo tolerar tu comportamiento porque me has roto el corazón todos y cada uno de los días después de que nos casamos, cada vez que me besabas y te lo imaginabas a él, cada vez que pensabas en él al mirarme, y la forma en que no querías desprenderte de su recuerdo aferrada a esa maldita chaqueta. Ya no puedo, aunque te ame todo esto me está haciendo daño.

–¿qué esperas viejo? –Le gritó Facundo al padre–. Anda y cásalos ahora mismo antes de que su vida acabe y tenga que llevarme su alma.


Enamorada de un Demonio (a d a p t a d a)「 J o r t i n i 」Where stories live. Discover now