Prologo: Todo era invierno

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Prologo: Todo era invierno

Una familia muy numerosa estaba reunida en su sala de estar. Tenían una casa acogedora pero que no contaba con los mejores lujos. Todos mostraban grandes sonrisas en sus rostros, estaban muy felices. La escena era realmente conmovedora, seguramente quedaría en el recuerdo de todos los presentes. Era el momento perfecto para tomar una fotografía que inmortalizara el momento.

Estaban todos celebrando el cumpleaños número 11 del menor de la familia. Ese mismo día había recibido la carta del colegio Hogwarts de magia y hechicería. Estaban todos contentos por él. Sus hermanos le habían dado regalos y su madre le había tejido una bufanda color rojo. Parecía que toda la familia estaba reunida. Claro, todos olvidaban a la hermana melliza de Ron Weasley.

Raven Alexandra Weasley siempre fue distinta a su familia y ellos se encargaban de recordárselo cada vez que les era posible. Su mente operaba de forma muy diferente al resto de las personas que ella conocía. Estaba acostumbrada a que su propia sangre la hiciera de lado. Estaba acostumbrada a no recibir regalos en navidad, ni en su cumpleaños. Estaba acostumbrada a tener que esconderse cuando las visitas llegaban. Estaba acostumbrada a tener ideas ruidosas pero una boca sellada. Estaba acostumbrada a que la odiaran. Pero jamás hubiera creído que olvidarían que ella también recibiría la carta de Hogwarts.

Físicamente tenía el cabello negro azabache y sus ojos eran de un color esmeralda casi antinatural. Era alta, esbelta, con una figura torneada y curvilínea. Su piel era pálida, casi traslucida. Contaba con un buen estado físico ya que, cada noche, escapaba hacia el patio trasero donde recorría el terreno a voluntad. Todo en ella discrepaba de su familia, los pelirrojos Wesley.

Su personalidad había sido forjada con el paso de los daños. Siempre había buscado la forma de complacer a su familia. Pensaba que de esa forma ella encajaría y por primera vez sentiría el abrazo maternal. Pero no, siempre encontraban algo malo en ella. Raven había llegado a creer que era un monstruo. Por esa razón, ella se convirtió en el monstruo que todos decían que era. Su alma era oscura pero aún ansiaba ser querida por su familia.

Cada noche fantaseaba con que su madre la despertase a la mañana siguiente. Que la besara y abrasara como a sus hermanos. Soñaba con ver a su padre dedicándole una sonrisa y diciéndole que estaba orgulloso de ella. Incluso quería que sus hermanos la molestaran, pero que le dirigieran la palabra. Lamentablemente para ella, ninguno de sus deseos se cumplía.

Raven poseía un gran poder, muy distinto a la magia. Lo podía sentir corriendo por sus venas, mezclándose con su sangre. Pensaba que tal vez esa era la razón por la que su familia la había enviado al sótano de la casa. Sus hermanos nunca le hablaban, solo le enviaban miradas de desprecio. Su padre la insultaba cada vez que podía. Su madre no solo la insultaba, sino que aprovechaba cada error de la muchacha para golpearla brutalmente. Raven comenzaba a acostumbrarse a que le dolieran todos y cada uno de sus huesos.

-Así que las sospechas de tu padre son ciertas- la voz de Molly Weasley resonó en las paredes de aquel frío y oscuro sótano. Raven, quien sostenía la carta de Hogwarts entre sus manos, palideció. Torpemente, intentó esconder la carta, pero su madre la petrificó. No era la primera vez que la hechizaban, por eso no se alarmó - No eres una squib después de todo.

Molly se acercó lentamente a su hija mayor. En su rostro podía verse una maliciosa sonrisa, Raven, interiormente, tembló. Sabía que lo que se avecinaba no sería nada agradable. Por un momento se preguntó si su madre recordaba que ese día ella también cumplía once años. Desechó la idea al sentir el poder de la maldición cruciatus. Estaba acostumbrada a eso, pero le molestaba no poder mover ningún musculo. Sentía como si de esa forma el dolor aumentara.

-Todavía me pregunto ¿Cómo es posible que una abominación como tu sea mi hija?- la señora Wesley bajó su varita y se paró frente a su hija. La observó de arriba debajo de una manera despectiva y clavó su mirada en esos ojos esmeralda- Eres tan poca cosa que ni siquiera deberías existir. Hubiera sido mejor que se suicidaras, pero se nota que no eres muy inteligente. –tomó la carta que Raven sostenía entre sus duras manos- Es una real pena que no vayas a asistir a Hogwarts- Molly fingió llorar mientras Raven sentía, por primera vez, odio hacia su madre.- ¡Weasley, vengan aquí ahora mismo!

Unos segundos después toda su familia se presentó frente a sus ojos. Charlie la observaba sin demostrar ningún sentimiento hacia ella, como si no la conociera. Bill la veía con desprecio, como si fuera la cosa más horrible que jamás hubiera visto. En los ojos de Percy se podía ver el asco que sentía por su hermana. Los gemelos Fred y George la miraban con la frialdad emanando de cada uno de sus poros. Ginny tenía la misma expresión que Percy. Su padre solo la ignoraba. Pero la mirada que más le dolió, la que terminó de partir su corazón fue la de su mellizo Ron. Él la veía con el odio más puro que alguien pudiera llegar a sentir. En ese momento Raven comprendió que no contaba con nadie, estaba completamente sola en el mundo.

-Esta niña ha recibido la carta de Hogwarts –la burla escapaba de la voz de Molly Wesley- Pero de ninguna forma dejare que ella asista. Sería hundir el apellido de nuestra familia y eso es algo que no estoy dispuesta a permitir- los miembros de su familia asentían, aprobando las palabras de la matriarca de los pelirrojos. Raven sintió como era dueña de su cuerpo, el efecto del hechizo había caducado. –Ella solo nos traerá desgracia –la carcajada de Molly fue tan sínica que se notaba a kilómetros.

Esas palabras fueron las que causaron que algo en el interior de Raven cambiara y algo oscuro se liberara dentro de su ser. No la mataron, pero la destruyeron. La furia y el odio que sentía hacia su familia eran tan grandes que su cuerpo comenzó a temblar. Sabía perfectamente lo que debía hacer, pero buscaba las palabras adecuadas. Si ellos querían a un monstruo, ella se los daría.

-Vaya Molly, no pensé que fueras capaz de formular una oración tu sola- su madre se giró hacia ella, estaba completamente indignada por la forma que Raven le había hablado. Estaba a punto de regañarla pero ella siguió hablando- Me pregunto ¿A dónde irán tus palabras cuando tu vida dependa de mí? Estoy harta de ti y de todos ellos –señaló a su familia- Les juro que no quiero decir lo que estoy diciendo pero ustedes se encargaron de destruir todo lo bueno que había en mí. –Raven comenzó a caminar de un lado a otro. Percy fue el único en darse cuenta que ella estaba empacando sus pocas pertenencias.- Créanme cuando les digo que intente encajar y ser parte de esta familia. Pero ustedes no quisieron que eso sucediera.- su mirada se clavó en su madre, quien la observaba atónita- Ya no espero nada, estoy completamente resignada.

-¿Qué esperas que te digamos?- la voz de Charlie fue la que rompió el extenso silencio que se había formado en aquel lugar. Raven le dedico una mirada desganada, sabía que alguno de ellos la atacaría- No puedes culparnos por impedir que una cosa como tu sea parte de la familia. No me malinterpretes, no es que te desee el mal, solo que no quiero que seas parte de la familia. Nos harías un favor a todos si te murieras. Pero –una sonrisa malvada se formó en su rostro- no todo es como queremos.

Raven solo lo observó fijamente. Percy se dio cuenta que ya no quedaba nada vivo dentro de su hermana. Fue consiente que con esa mirada que ella lanzó, todo había acabado. Por primera vez en su vida se sintió arrepentido por haber despreciado a su hermana. Ella no era mala, ella era la víctima. Pero no tuvo las fuerzas para decirlo, decidió guardar silencio. No advirtió a su familia que Raven había empacado. No dijo nada cuando abandonaron el sótano, dejándola en la obscuridad. No le dijo que la quería a pesar de todo y que lo perdonara. Sabía que algo malo pasaría. Por eso, no le sorprendió despertar con la noticia que Raven había escapado.

Raven Alexandra Weasley había huido, sellando así su destino.



El lado oscuro de los WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora